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Comunicados de prensa

La renuncia del presidente deja a Argentina al límite

Prensa PTS

21 de diciembre 2001

Resumen
Los ciudadanos argentinos comenzaron esta semana a descargar su ira ante las políticas económicas fracasadas del gobierno. Veintidós personas fueron asesinadas después de más de un día de saqueos y disturbios, que culminaron a última hora del 20 de diciembre con la renuncia sorpresiva del presidente Fernando De La Rúa. Argentina ahora está efectivamente sin gobierno, y esto acelerará un default masivo en la deuda y una devaluación devastadora del peso. Un período extendido de caos social y político hará extremadamente difícil para el próximo gobierno, que probablemente será dirigido por los peronistas, encarar los problemas económicos del país.
Análisis
La ola creciente de protestas contra las políticas económicas del gobierno argentina se volvió violenta el 19 y 20 de diciembre, cuando miles de ciudadanos tomaron las calles de al menos seis de las principales ciudades. Veintidós personas murieron en 36 horas de disturbios lo que empujó al gobierno a declarar el estado de sitio. El ministro de Economía Domingo Cavallo, una vez considerado autor del milagro económico, renunció a su puesto el 19 de diciembre, seguido por el resto del gabinete.
En un último esfuerzo para salvar su gobierno, el presidente Fernando De La Rúa se acercó a la oposición peronista para formar un gobierno de unidad nacional, pero éstos se negaron a entrar en una coalición. Reconociendo su completa falta de poder, De La Rúa renunció a última hora del 20 de diciembre.
Esto deja efectivamente a Argentina sin gobierno. El vicepresidente de De La Rúa renunció en octubre de 2000, llevándose con él a su partido, el Frepaso. El diario de Buenos Aires La Nación informa que los peronistas, que tienen mayoría en ambas cámaras del Congreso, nombrará al presidente del Senado, Ramón Puerta, como reemplazante provisional de De La Rúa. Probablemente después se llame a elecciones nacionales a principios de 2002.
El rápido colapso del gobierno acelerará abruptamente el default formal en la deuda. También acelerará la devaluación del peso. Esto devastará la economía, causará el colapso del sistema bancario y destruirá gran parte de la clase media del país. Mientras tanto, el creciente descontento social y la violencia que llevaron al colpaso del gobierno probablemente escalarán mientras el país está relativamente ingobernado.
La situación política y social en Argentina está planteada de tal modo de ser peor antes que mejor. Los países vecinos corren el riesgo de una extesión del contagio político y social, ya que el descontento en Argentina podría alentar a los pobres en otras partes de Sudamérica. Mientras tanto, cualquier esperanza que quedaba, de parte de los inversores extranjeros y del Fondo Monetario Internacional de que Argentina evitará el default en su deuda ahora se han desvanecido con el gas lacrimógeno y las balas de goma del 19 de diciembre.
La violencia de esta semana es la culminación de la frustración pública por el curso tomado por De La Rúa y Cavallo. En un intento de evitar el default, Buenos Aires siguió las prescripciones de austeridad del FMI hasta donde pudo, reduciendo el gasto público, recortando pagos cruciales a los gobiernos regionales e imponiendo restricciones a los retiros bancarios.
Esas medidas resultaron en cada vez más penurias sin ningún resultado tangible de revivir la economía. Los argentinos finalmente tuvieron suficiente y ahora están contraatacando.
Para disipar la indignación y mantener su débil control sobre el poder, De La Rúa ya habá comenzado a aflojar el dinero, emitiendo un decreto ejecutivo el 19 de diciembre para distribuir $ 6 millones en comida para las provincias. Sin embargo, son improbables mayores gastos, considerando el pobre estado de las finanzas del gobiernos. Más importante aun, los opciones de De La Rúa estaban limitadas por su propia debilidad política. Tenía muy poco poder dentro de su propio partido radical, y el antiguo socio de la coalición el Frepaso se había distanciado del gobierno un año atrás. El Congreso esta semana le quitó al presidente los poderes de emergencia que le había otorgado a principios de este año para hacer frente a la crisis económica. Para hacer algo sustancial, necesitaba el apoyo político de la oposición peronista, que controla ambas cámaras del Congreso.
Sin embargo, los peronistas estaban indecisos. Aunque naturalmente codician la presidencia, temían tomar el control en un momento tan volátil. Parecían contentarse con esperar agazapados mientras que el gobierno de De La Rúa, que tenía dos años más en su término corriente, implosionaba. Pero De La Rúa no les dio ese lujo y ahora se verán obligados a sacar a la Argentina de su tremendo desorden.
Dos peronistas prominentes que han sido gobernadores de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf y Eduardo Duhalde, probabemente compitan por la presidencia en las próximas elecciones. Independientemente de quien gane -incluso un tercer partido- tendrán que hacer frente al impacto doble del default y la devaluación, así como a la resistencia popular al modelo económico de libre mercado que podría hacer descarrilar más aún política y económicamente a Argentina.
Previamente Stratfor previó que Argentina dolarizaría para evitar el mismo pánico que ahora ha comenzado. La dolarización no habría arreglado los problemas estructurales de la economía, pero habría restaurado la suficiente confianza para evitar la corrida bancaria y la huida de capitales que llevó a las recientes restricciones monetarias.
De La Rúa postergó la dolarización y después fracasó en construir el consenso político para hacerla -su propio Partido Radical se negó a apoyar la idea de adoptar el dólar estadounidense cuando finalmente lo impulsó a principios de diciembre. Desde entonces, las reservas en dólares de Argentina se han deteriorado tanto que la dolarización ya no es más viable; esto deja como única opción a la devaluación.
La presión hacia abajo sobre el peso argentino ya ha empujado a la moneda muy por debajo de la paridad con el dólar en los mercados de cambio informales. Esta presión continuará a medida que la gente huya del peso hacia activos más estables. Miembros importantes de la oposición peronista y del propio partido del presidente están presionando por una devaluación, según el Financial Times. Esto ahora ocurrirá en cuestión de semanas o incluso de días, con efectos devastadores.
La mayor parte de la deuda interna, tanto de los consumidores como de las corporaciones, está denominada en dólares. Una devaluación haría mucho más pesadas esas obligaciones y, en muchos casos, insostenibles. De hecho, algunas de las deudas ya son insostenibles. Tres compañías han cesado los pagos de deuda desde el 10 de diciembre según el Financial Times, incluyendo Acindar Industria de Aceros, uno de las tres acerías más grandes de Argentina, que dejará de pagar un estimado de $ 140 millones en préstamos bancarios de corto plazo.
Una oleada de malas deudas socavará el sistema bancario y será exacerbada por la creciente huida de depósitos porque los consumidores están preocupados por la seguridad de sus depósitos. Los bancos a su vez tomarán activos colaterales de las compañías y los consumidores en default -en primer lugar a clase media argentina- para sobrevivir, lo que resultará en una transferencia masiva de riqueza. Esto se extenderá a la economía y la sociedad a través de una suba del desempleo y mayor descontento social.
El estado de sitio impuesto por De La Rúa tenía el objetivo de fortalecer la capacidad del gobierno de matener el orden social. Pero los militares se negaron a tomar las calles para imponer el orden, dejando a la policía para domesticar a las multitudes abrumadoras y frecuentemente violentas. El ejército, que se quemó con su experiencia de dirigir al país en los 70 y los 80, y que está actualmente en mala forma debido a la pobre economía del país, no desea tomar un rol dirigente en el gobierno. Su reluctancia hará todavía más difícil mantener el orden social.
Los tumultos sociales de Argentina podrían ser transmitidos a los países vecinos, donde las poblaciones empobrecidas están viendo la resistencia popular contra lo que se consideraba previamente el ejemplo brillante de la economía de libre mercado latinoamericana. Esto podría ayudar a darle forma al resultado de las elecciones nacionales de 2003 en Brasil y Ecuador, inclinando la balanza hacia candidatos más populistas e izquierdistas.
El eje del gobierno anterior en el FMI y en los inversores extranjeros estará perdido. El default más grande en una deuda soberana en la historia es ahora cuestión de tiempo, y el proceso de un default formal en la deuda externa argentina ya puede estar en curso.
Por ejemplo, los peronistas le han pedido al Departamento de Justicia que ordene una prohibición sobre el uso futuro de las fondos de reserva del tesoro para hacer pagos de la deuda externa, según una fuente gubernamental citada el 20 de diciembre por el diario de Buenos Aires La Nación. Ellos plantean que hacer más pagos sólo empeorarán los problemas financieros y económicos internos del país.
Un juez con el Departamento de Justicia a su vez requirió del banco central un informe detallado del estado de las reservas del tesoro. Basado en esta información, el juez dictaminará sobre el requerimiento peronista de un cese inmediato de los pagos de la deuda externa. Ese juicio podría llegar cualquier día.
Hay más preguntas que respuestas esta noche sobre el futuro de Argentina después de De La Rúa. Probablemente, la única respuesta segura sea que el 2002 va a ser un año caótico y probablemente doloroso.

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