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EDITORIAL

Las paritarias y el chantaje “nacional y (pro) patronal”

No terminó de comenzar el 2013 y la aceleración de la inflación puso en el centro de la escena la discusión sobre las paritarias.

Fernando Rosso

24 de enero 2013

Las paritarias y el chantaje “nacional y (pro) patronal”

No terminó de comenzar el 2013 y la aceleración de la inflación puso en el centro de la escena la discusión sobre las paritarias.

Lejos quedaron los anuncios con los que el kirchnerismo pretendía recuperar la agenda. Pocos se acuerdan del famoso 7D y la “guerra” con Clarín, el “operativo retorno” de la Fragata, presentado como una patriada (mientras que en Nueva York proponen pagar a los fondos “buitres”), terminó en un moderado acto en Mar del Plata. El “gran anuncio” de un plan de inversión para los ferrocarriles se desnuda como puro discurso ante los accidentes diarios y la contundente denuncia que hicieron los familiares de las víctimas del Sarmiento a once meses del crimen social.

Lo novedoso no es que este año haya variables que podrían ser relativamente más favorables para la economía capitalista argentina, comparándola con el 2012 (buenos precios para una cosecha récord de la soja, cierta recuperación brasilera y menores vencimientos de deuda). Lo significativo es que pese a esas condiciones, el “modelo” sigue en agotamiento. La inflación es un emergente más que confirma esta realidad (pág. 3). También lo son la crisis estructural del sistema de transporte o el déficit energético, consecuencias del vaciamiento de las petroleras o de la política de las privatizadas de resguardar sus ganancias en base a los subsidios con escasa inversión.

Frente a la crisis del transporte, la respuesta fueron los tarifazos decretados por el gobierno o “tercerizados” hacia gobernadores e intendentes.

El “cepo”, el impuesto al salario y las asignaciones familiares

Ante a las paritarias, el gobierno utiliza como un chantaje el impuesto al salario y la continuidad del tope y montos de las asignaciones familiares, para lograr un techo en el reclamo salarial. Sólo subiría el mínimo no imponible si los pedidos son “moderados” (20% o como mucho 25%). Si esta fuera la opción (acuerdos bajos a cambio de modificar el impuesto) la gran masa de trabajadores que no pagan “ganancias” ( y que son el 75% de los “en blanco”) vería reducido su salario real por los miserables acuerdos. Con el mínimo no imponible a los valores de hoy, con los posibles aumentos, otra porción importante pasaría a tributar el maldito impuesto. Los números que mostrarían los acuerdos serían ficticios, los reales se ubicarían varios puntos abajo. Mientras en esta década kirchnerista el promedio de las ganancias empresarias fue ampliamente superior a los 90s.

Pero además, a una mayoría de la clase obrera en blanco que gana salarios más bajos, se les recortaría el monto de las asignaciones familiares por hijo o directamente dejarían de percibirla. El gobierno hizo una reforma por decreto en 2012 para el cálculo de las asignaciones, tomando el monto de “todo el grupo familiar” y si un solo miembro de la familia alcanza a los $7000 (lo que hoy se calcula la canasta básica familiar) inmediatamente deja de cobrar la asignación. Un estudio del Observatorio Social de la CTA (opositora) explica: “Un trabajador con tres hijos que actualmente percibe un salario de $ 4.000 y que recibe un aumento del 25%, finalmente tendrá un incremento de sólo el 15% en su ingreso de bolsillo”, por el recorte que sufriría en las asignaciones familiares.

Mientras tanto, el mínimo vital y móvil será de $2875 en febrero y cálculos hechos en base a los datos oficiales afirman que un 35% de los trabajadores no está registrado y muchos más están precarizados.
Frente a la política de “cepo” a las paritarias, algunos opositores patronales comienzan a reclamar una fuerte devaluación más ajuste (Lavagna, De Narváez o Prat Gay), el mismo ataque al salario obrero, pero por otros medios. No se puede aceptar ni la política de planchar el salario real que pretende imponer el gobierno mediante el chantaje, ni las salidas devaluacionistas abiertas de la oposición patronal.

Plan de lucha por el salario y todas las demandas obreras y populares

La burocracia sindical oficialista sigue subordinada al gobierno, aunque no puede evitar reclamar por la modificación del impuesto al salario o por aumentos como en el caso de los docentes que piden 30%, si no quieren una rebelión de sus bases. Moyano comenzó a hablar de un paro y de discutir los salarios “dos veces al año”, pero no propone ningún plan de lucha serio que pueda ser debatido y votado en asambleas por los trabajadores. Su apuesta está en empujar a variantes patronales del peronismo que enfrenten más abiertamente al gobierno.

Hay que exigir a la CGT Moyano y la CTA Micheli (que plantea que los reclamos deben ser de 30 o un 35 %) un plan de lucha unificado de toda la clase trabajadora para defender el salario y fijar un piso común para todos los acuerdos, que debe recuperar lo perdido y aumentar el poder adquisitivo. Ningún techo a las paritarias, hay que pelear por un mínimo igual a la canasta familiar. Se debe anular el impuesto al salario que afecta a trabajadores y jubilados y hay que universalizar y actualizar las asignaciones familiares. En la negociación con los bancarios, el gobierno insistió con que los acuerdos deben ser anuales, de esta manera la inflación creciente se come los aumentos en meses. Hay que exigir que los aumentos sean indexados mensualmente de acuerdo a la inflación real. Las demandas deben incluir terminar con el trabajo precario, tercerizado o en negro. Que la plata para los salarios salga de las arcas de los que “la juntan con pala”.

Pero además de la defensa del salario y las condiciones de trabajo, hay que dar una respuesta a problemas elementales como el transporte, dejar de subsidiar a las privatizadas que además aplican tarifazos que generan inflación y nacionalizar el transporte bajo control de los trabajadores. Pelear con un plan de obras públicas para construir en primer lugar viviendas para quienes las necesiten. Los recursos deben salir de impuestos progresivos a los grandes empresarios y de la nacionalización bajo gestión obrera de los recursos como el petróleo, el gas, la minería y la gran patronal agraria, así como dejar de pagar la deuda externa.

El Frente de Izquierda y los Trabajadores

Frente a la crisis al “modelo”, todos los políticos patronales comienzan a mostrar sus programas y sus salidas. Los que impulsan planchar el salario y la “sintonía fina” y los que exigen una combinación de ajuste y devaluación abierta.

En el gobierno comenzaron a agitar nuevamente la idea de la re-reelección prácticamente imposible, mientras comienzan la disputa por el armado de las listas para sumar poder propio que les garantice gobernar hasta el 2015 y quedar con poder de veto en el caso de que no encuentren un sucesor propio para las presidenciales. El exmenemista Scioli o el exucedeísta Sergio Massa (intendente de Tigre) mueven sus fichas para posicionarse como las “nuevas” opciones del peronismo. El derechista Macri y Binner, completan las opciones patronales. El primero planea un nuevo tarifazo en el subte (pág. 4) y los asesinatos de las mafias narcopoliciales en Rosario, dejan en evidencia los “poderes reales” en los que se apoya el “socialista sojero” de Santa Fe (pág. 8).

Desde la Conferencia Nacional de Trabajadores de Ferro en julio del año pasado, el PTS viene batallando en la vanguardia obrera por sembrar la idea de que los trabajadores deben construir su propio partido. Esto lo venimos combinando con la puesta en pie de agrupaciones antiburocráticas, antipatronales e independientes tanto del gobierno como de la oposición patronal, que vienen dando batalla en las luchas o en las elecciones sindicales por recuperar las organizaciones de manos de la burocracia. Ahora pueden desarrollarse más aún frente a la política cada vez más abiertamente pro-patronal del kirchnerismo.

Pero el 2013 es un año de elecciones legislativas en todo el país que posibilitan hacer una agitación a escala masiva entre los trabajadores y la juventud. El FIT, que como su nombre lo indica, es un “frente de izquierda y los trabajadores”, debe plantear la perspectiva de la fusión de la izquierda con el movimiento obrero, que viene de realizar una importante elección en 2011.

El año pasado el conjunto de las clases sociales manifestaron en las calles su disconformidad con el gobierno: las clases medias y medias altas se manifestaron por derecha con los cacerolazos, el movimiento obrero en el parazo del 20N y sectores del pueblo pobre en los saqueos de fin de año (más allá de las manipulaciones de los partidos patronales).

El FIT tiene planteado reafirmar y actualizar su programa para plantear una alternativa desde los trabajadores y la izquierda, para agitar masivamente en la campaña electoral una salida que dé respuesta a las demandas más sentidas por toda la clase obrera, las clases medias empobrecidas y todos los sectores populares.

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