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Lear: Un nuevo activismo industrial

Con sueños de progreso, una generación de jóvenes obreros ingresó a la multinacional Lear Corporation, una de las más importante autopartistas del país y proveedora exclusiva de sistemas eléctricos para Ford Motor Pacheco.

Hernán Aragón

16 de mayo 2013

Lear: Un nuevo activismo industrial

La industria automotriz es uno de los pilares del “modelo” kirchnerista. Ricardo Pignanelli, secretario general del SMATA, así lo describe: “contamos con un modelo industrial que nos permite imaginar y realizar nuestros sueños”.
Con sueños de progreso, una generación de jóvenes obreros ingresó a la multinacional Lear Corporation, una de las más importante autopartistas del país y proveedora exclusiva de sistemas eléctricos para Ford Motor Pacheco.
Pero la ilusión se desvanece cuando el trabajador se hunde en la línea de montaje, y su juventud se pierde en los rotarys1 que, ansiosos, le exprimen la vida. Allí aprende a la fuerza el lenguaje del “just in time”, el de la eliminación de la “grasa productiva” y de los tiempos muertos. Le hablan de “mejora continua”, que no es precisamente la suya. “El Rotary cada vez más alto, te lastimas las manos. Y sin embargo te siguen dando rosca”. No hay consuelo, sólo una fría orden de la jefatura: “mirá pibe, acá tenés que laburar”.
“El compañero que está a tu lado “desaparece” porque el rotary le rompió el cuerpo”. Alguien reclama al delegado Verde y éste responde: “mirá pibe, acá tenés que laburar”.

“Soy Celeste”
“Somos 900 y sólo funcionan 6 baños de los 15 que hay. Ver tantas injusticias te obliga y te va convirtiendo en activista”.
En esta rama industrial, donde no hay lugar para los desperdicios, cada logro guarda tras de sí la imposición, porque la idea de negociación es ínfima. Los trabajadores lo saben y están dispuestos a defender a la comisión interna que con tanto sacrificio lograron conquistar. “Fueron dos compañeros los que empezaron todo. Los echaron, pero algo ya había cambiado” (ver “Días de perros, tiempo de siembra”)
La fábrica se va unificando en torno a “la Celeste”. Esa unidad se fortalece cuando toda la planta para el 20N y cuando una asamblea masiva echa a la burocracia que se propone desaforar a la nueva comisión interna.
“´Soy Celeste´ porque ellos son como yo. Los verdes, son otra cosa, son patronales”, es el sentimiento que se respira.

Un conflicto político
Lo que se inició en el Lear es el reflejo de un proceso antiburocrático que recorre las terminales y las autopartistas de la zona norte del GBA. “La Celeste” y el activismo es una “falla” en el engranaje del “Modelo” que ni las patronales, ni el SMATA, ni el gobierno pueden permitirse.
La dureza de la dictadura fabril y el control policíaco del SMATA, ha dado un activismo de características nuevas, distinto al que surgió en el pico del crecimiento económico donde el carácter de las luchas era por salario.
Estos jóvenes, hartos de pasar de fábrica en fábrica y de estar flexibilizados, vienen haciendo una experiencia con el “modelo productivo” kirchnerista, que encima ahora intentaba dejarlos en la calle.
La falta de perspectivas en mejorar su situación económica y el cansancio de los ritmos de producción, los vuelve más combativos. Al punto tal que llega a enfrentar físicamente los intentos de patoteada de los matones de la Verde.
“El SMATA siempre nos acusó de zurdos por defender nuestros de derechos. Si eso es ser zurdo, entonces lo soy”, dice un activista. Este hecho hace que algunos sean más proclives a escuchar las ideas de la izquierda.
Los activistas de Lear, guiados por la interna y por los hechos, fueron haciendo una experiencia también con las instituciones del Estado al enfrentarse a la Gendarmería y a las maniobras del Ministerio de Trabajo. Se trata de un activismo menos ingenuo que supo sortear los engaños y las amenazas del gobierno. Un activismo que no se descuelga de la base y que representa su sentir. Como lo expresó un obrero en el bloqueo de los portones, “era hora que perdamos el miedo a la patronal y al SMATA”.

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