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Los revolucionarios y la lucha por las libertades democráticas

Las clases medias del cacerolazo acusan al gobierno de ser una “diKtadura” que viola las libertades democráticas, utiliza la cadena nacional hasta el hartazgo, pretende eternizarse con la re-reelección y desprecia la división de poderes del Estado, por lo cual llaman a “recuperar las instituciones de la república”.

Miguel Raider

20 de septiembre 2012

Los revolucionarios y la lucha por las libertades democráticas

Las clases medias del cacerolazo acusan al gobierno de ser una “diKtadura” que viola las libertades democráticas, utiliza la cadena nacional hasta el hartazgo, pretende eternizarse con la re-reelección y desprecia la división de poderes del Estado, por lo cual llaman a “recuperar las instituciones de la república”.

Sin embargo, estos sectores apoyan de hecho cuando el gobierno ataca el derecho de huelga o criminaliza la protesta de los trabajadores y el pueblo. Hay 18 compañeros muertos en manifestaciones y más de 5.000 luchadores obreros y populares procesados. Con el Proyecto X espía a las organizaciones combativas, en tanto garantiza la impunidad de la Bonaerense tras el secuestro de Jorge Julio López, así como encubre su rol en el gatillo fácil. Los “caceroleros” de hoy apoyaron los “piquetes de la abundancia” durante el conflicto del gobierno con la Mesa de Enlace, que hasta produjo desabastecimiento de las mercaderías más necesarias mientras toneladas de leche fueron tiradas.

La oposición de los caceroleros a la re-re y al “autoritarismo” K no se hace desde una perspectiva más democrática, pues a la vez exigen “seguridad”, es decir incrementar el poder represivo del Estado con más policías en la calle, siendo funcionales a la agenda de derechistas como Macri, quien con Jorge “Fino” Palacios y Ciro James impulsó el espionaje a Sergio Burstein, miembro de la agrupación de Familiares de Víctimas del Atentado a la AMIA. Los partidos de derecha tienen como modelo la democracia norteamericana, donde los empresarios hacen lobby en el Congreso y el racismo es tan evidente que la mayoría de los condenados a muerte son negros.

Las cacerolas denunciaron el “autoritarismo” K ejercido con la Ley de Medios. Sin embargo, salvo los escarceos con Clarín, el gobierno dejó intactos a los monopolios de comunicación. Así, bajo el control del nuevo director de la AFSCA, el “progresista” Martín Sabbatella, ratificó el carácter de la libertad de empresa oculta detrás de la supuesta libertad de expresión, la que sólo puede regir efectivamente, al decir de Lenin, “liberándola de su sometimiento a los capitalistas”.

Ampliación de derechos y una democracia más generosa

Gracias a los elementos bonapartistas del kirchnerismo, los caceroleros pueden hacer alarde demagógico de una supuesta democracia.

Los socialistas revolucionarios del PTS, peleamos por una salida estratégica: terminar con este régimen social de explotación y un gobierno obrero y popular, basado en su autoorganización. Pero luchamos consecuentemente junto a quienes no comparten esta salida, pero defienden consecuentemente sus elementales derechos democráticos.
Nos oponemos al uso indiscriminado de la cadena nacional al tiempo que exigimos espacios gratuitos para todas las corrientes políticas en igualdad de condiciones y en todos los medios de comunicación. Estamos contra la re-reelección y a favor de que los legisladores sean revocables y, junto a los funcionarios, perciban el salario de un maestro. Planteamos la disolución de la figura presidencial y el Senado, y la instauración de una cámara única que fusione las tareas legislativas y ejecutivas, así como por el sufragio universal de los jueces. Denunciamos la cooptación de las organizaciones obreras y populares mediante los fondos públicos para quitarles cualquier carácter cuestionador del orden existente.

Peleamos para arrancarle al régimen la ampliación de los derechos democráticos así como toda medida que vaya contra el poder represivo del Estado, contra la ley antiterrorista y toda la legislación represiva del Código Penal. Apoyamos el derecho al voto a los mayores de 16 y a todos los inmigrantes. Y defendemos estas legítimas demandas democráticas formales vinculadas a las demandas estructurales de la clase trabajadora y el pueblo pobre.

Una democracia más generosa facilitaría la lucha por el poder obrero. En su lucha por las más amplias libertades democráticas las masas harán una experiencia con el régimen burgués. Sus ilusiones de que estas libertades pueden ser conseguidas íntegramente dentro de este régimen capitalista, chocarán con las “naturales” tendencias despóticas de la burguesía. En ese camino apostamos a que las masas construyan sus propias organizaciones de democracia directa y abran el camino para terminar con este régimen político y social basado en la explotación del hombre por el hombre, para construir una república obrera basada en organismos de autoorganización y democracia directa con plena libertad de tendencias, armada con sus propias milicias (como los soviets o consejos obreros) e impuesta mediante la movilización revolucionaria de las grandes masas. Un régimen infinitamente más democrático que el de la república parlamentaria más democrática, la que aun así no puede no dejar de ser un aparato de dominación de los capitalistas sobre las clases explotadas.

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