Soledad Nélida Bowe, de dieciocho años, recibió un disparo mortal en el abdomen por parte de un policía bonaerense que intervino en un asalto en un restaurante ubicado en 9 y 54, en pleno centro de la capital provincial.

No pude evitar acordarme una vez más de mi caso, cuando en 2001 fui víctima de la bonaerense en circunstancias muy parecidas a las de Soledad, al ser baleada en una parada de colectivos en pleno centro de Quilmes por el policía José Salmo. Por eso quiero expresar mi mayor solidaridad con los familiares de Soledad.

Estos hechos no son casuales. El discurso de la llamada ’inseguridad’ le da vía libre a la Policía para matar. Y hoy el tema es uno de los ejes de campaña de los principales candidatos patronales, tanto del kirchnerista Insaurralde como de los opositores Massa y De Narváez. Todos promueven la presencia de más policías en las calles. Se pronuncian a favor de la creación de policías comunales y hacen alarde de los sistemas de control con cámaras y del negocio de la ’seguridad’ y el ’control’. El gobernador Scioli convocó a policías retirados a sumarse a las calles. Todos tienen un denominador común: fortalecer una institución como la Policía, que sigue controlando la trata de personas, el narcotráfico y los desarmaderos de autos, mientras se criminaliza la pobreza.

Mientras que Salmo, el policía que me baleó en 2001, continúa libre a pesar de que ya acumula cinco fallos en su contra, por lo que debería hacerse efectivo su encarcelamiento. Mientras no cesa de aumentar la población carcelaria con hijos del pueblo trabajador, policías como Salmo continúan libres y la justicia absuelve a once policías responsables de torturar y asesinar a Fabián Gorosito en Merlo en 2011. Esto refuerza claramente el mensaje de impunidad para todos aquellos policías que siguen matando, como ocurrió ayer en La Plata con el caso de Soledad Bowe. Más policías en las calles es más gatillo fácil.