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EDITORIAL

ANTE LA CARESTÍ DE LA VIDA Y LAS PARITARIAS

Ni tarifazo ni tope salarial. Plan de lucha nacional

El retroceso en el anuncio de aplicar el impuesto a los bienes personales a parte de la clase media y de los trabajadores es otra muestra de la debilidad del gobierno. Luego de la crisis policial y la capitulación de los gobernadores (oficialistas y opositores) a los motines por mejoras de haberes y más impunidad, llegó a fin de año la crisis energética generando en Capital, zonas del Gran Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Santa Fe, cientos de piquetes de vecinos indignados exigiendo la reposición de la luz y el agua.

Ruth Werner

9 de enero 2014

Ni tarifazo ni tope salarial. Plan de lucha nacional

El retroceso en el anuncio de aplicar el impuesto a los bienes personales a parte de la clase media y de los trabajadores es otra muestra de la debilidad del gobierno. Luego de la crisis policial y la capitulación de los gobernadores (oficialistas y opositores) a los motines por mejoras de haberes y más impunidad, llegó a fin de año la crisis energética generando en Capital, zonas del Gran Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Santa Fe, cientos de piquetes de vecinos indignados exigiendo la reposición de la luz y el agua (página 4). Saltó a la luz, valga la redundancia, el resultado de la política oficial de mantener las privatizaciones de los ‘90 con el agregado de dar millones en subsidios a empresarios que sólo buscan maximizar ganancias y a quienes lo que menos les interesa es brindar un servicio elemental eficiente a la población. El kirchnerismo, más allá de los pases de factura a la oposición y a sus adversarios en la misma coalición de gobierno (como Daniel Scioli), sólo atinó a dejar pasar el tiempo. Tomemos nota: una de las preocupaciones centrales del gobierno es defender los dólares del Banco Central convocando a los mismos que especulan con la devaluación, como los empresarios agroexportadores, a liquidar divisas en esta moneda. Se trata de salvaguardar las reservas para abordar los pagos de deuda externa y hacer frente al agujero fiscal que generó la crisis energética. Más allá de estas medidas el salto que pegó en estos días el dólar paralelo sigue mostrando las presiones sobre esta moneda pese a la devaluación en cuotas que practica el kirchnerismo. Para los cientos de miles afectados por la crisis energética no hubo respuesta. Y lo que llegó fue un tarifazo, esta vez en el transporte. En el marco de un “modelo” que suma contradicciones, con la inflación acelerada y un mayor déficit fiscal, la única “solución” es otro ataque al bolsillo de los trabajadores. El aumento del boleto de colectivo de 66% para el área metropolitana se suma al de los combustibles, que llega hasta el 10%. Si dieron marcha atrás con el impuestazo a los bienes personales es porque se dieron cuenta que otro ataque podía colmar el vaso del mal humor social. En el panorama para 2014 está inscripto que el gobierno atravesará, una y otra vez, crisis de magnitud. Nada indica que graves problemas estructurales como el drama de la falta de luz o del transporte público no reaparezcan con toda crudeza. Es la consecuencia lógica de un modelo de “crecimiento” que favorece a los que se la llevan “en pala” mientras que el único plan para salvar al “modelo” consiste en que paguen los que menos tienen.

La lucha obrera no se toma vacaciones

 Los trabajadores no van a permitir otro saqueo a su bolsillo. La dura lucha de la salud en Neuquén por $10.000 para las categorías más bajas, la de los municipales de Lavalle (Mendoza) que acaba de lograr el pase a planta, la de los metalúrgicos de Liliana en Rosario que se resisten a vivir con $4.000 de básico, la de los compañeros de la salud de Córdoba, entre otros conflictos, muestran que hay disposición de sectores de la clase trabajadora a pelear por lo que les corresponde. Desde la izquierda clasista debemos ayudar a extender y organizar esta bronca preparándonos para la batalla que se perfila en los próximos meses que tendrá como escenario las paritarias y también la defensa de las condiciones laborales y hasta de los puestos de trabajo porque las patronales se endurecen aduciendo crisis en algunas ramas, como en la automotriz, como pasó en la planta de Kromberg de Pilar donde acaban de despedir a 20 trabajadores activistas (páginas centrales y 10). 
El acuerdo de precios lanzado por Axel Kicillof delata que, desde su anuncio hace un mes, los empresarios remarcaron los precios de los productos a su antojo. La inflación llegaría en un año -según mediciones no oficiales- al 30%, y si nos referimos a los alimentos (donde va el grueso del dinero de los que menos tienen) el incremento es del 43%. Ya contamos con la experiencia de la época del inefable Guillermo Moreno para saber que los empresarios no cumplen los “congelamientos”. Pero a decir verdad, el acuerdo del progresista Kicillof no “congela” nada. Sólo es un “compromiso” para “cuidar” que los productos de una lista, elegidos entre funcionarios y empresarios, no se desboquen. La remarcación dependerá entonces de la “buena voluntad” de quienes siempre se aseguraron seguir ganando a costa de subir los precios. El lobo cuidando las ovejas. 

El acuerdo entre el gobierno, los supermercadistas y algunas cámaras patronales no busca poner un freno drástico a la inflación sino más bien permitir que ésta crezca sin desmadrarse para evitar que la crisis del “modelo” se transforme en una crisis de gobernabilidad que afecte al kirchnerismo. El otro objetivo oficial es presentar este entendimiento con los empresarios como un incentivo para propagandizar que si los patrones se comprometen a no subir los precios, los que viven de su trabajo también deberán poner su parte. Cuando la Presidenta reclama prudencia a los gremios está diciendo que su política es la de imponer topes salariales en las paritarias, poner un freno a cualquier pretensión de los trabajadores de defender el salario y sus condiciones laborales. Por su parte, la UIA ya adelanta que sólo aceptará incrementos del 20, 25%, y encima en cuotas. Una burla.
 
Encuentro nacional de organizaciones obreras combativas

Con el paro general del 20 de noviembre de 2012 la clase trabajadora emitió un pronunciamiento nacional contra el gobierno. La burocracia de la CGT de Hugo Moyano y de la CTA de Pablo Micheli, convocante a esa medida de fuerza, abandonó desde ese día cualquier pretensión de lucha seria y llamó a apoyar a las distintas variantes de los partidos patronales. Ninguna solución a los reclamos de los trabajadores vendrá de esos políticos. Sergio Massa, aliado con ex menemistas como Reutemann y empresarios como De Mendiguren, habla contra el acuerdo de precios pero para decir que hay que conformar un Consejo del Salario y del empleo, a la medida española. Un pacto que tiene entre sus “méritos” el haber impuesto en ese país la flexibilización laboral. Su última ocurrencia es la de adelantar la paritaria docente para enero, así el salario se negocia durante las vacaciones, a espaldas de la mayoría de los maestros. Por su parte, todos los gobernadores, desde el derechista De la Sota hasta el centroizquierdista Bonfatti, se arrodillaron ante sus policías mientras enfrentan reclamos docentes, estatales y de otros sectores a los que no dan ninguna respuesta.

Por más que Moyano declare que “los trabajadores han sido elegidos como moneda de ajuste” y los de la CGT de Antonio Caló emitan alguna crítica contra la inflación, nadie habla de medidas de fuerza. Con estos dirigentes no se van a derrotar los topes salariales del gobierno y las patronales. Por eso, hay que impulsar desde ahora un Encuentro de las organizaciones obreras combativas e independientes de la burocracia sindical. En ese Encuentro deberían estar presentes los SUTEBAS opositores de La Matanza, La Plata, Ensenada, Tigre, Quilmes y Berazategui, la Unión Ferroviaria de Haedo encabezada por el Pollo Sobrero, los compañeros del SEOM de Jujuy y el Perro Santillán, los del Sindicato Ceramista neuquino, del SUTNA San Fernando, las Juntas Internas del hospital Castro Rendón y del Garrahan, los trabajadores de la salud, estatales y municipales en lucha, las comisiones internas de Kraft, Lear, PepsiCo, Donnelley, así como los metalúrgicos de Liliana, el SITRAIC, la Corriente Sindical Clasista de PO. Hay que prepararse para impulsar asambleas en todos los establecimientos laborales y preparar a conciencia la lucha para las próximas paritarias y la defensa de los puestos de trabajo. Se trata de levantar la bandera de $8.000 de básico, la indexación de los salarios según la verdadera inflación, el pase a planta, el repudio a los tarifazos así como no permitir un solo despido, la absolución de los petroleros condenados de Las Heras y el desprocesamiento de todos los luchadores. En esas asambleas hay que impulsar la votación de paritarios y exigir un paro nacional y un plan de lucha a las centrales sindicales. En el caso de los SUTEBAS este Encuentro cobra gran importancia ya que se trata de la primer paritaria del año y el gobierno con la complicidad de la burocracia de la CTA de Baradel intentará imponer un tope salarial testigo para el resto de los trabajadores.
La izquierda clasista, a la par de su crecimiento electoral, viene avanzando en su inserción en la clase trabajadora. Está planteado lanzar un fuerte desafío a la burocracia y postularse como una fuerza que pueda incidir en los próximos combates de la clase trabajadora. Llamamos a los compañeros del Frente de Izquierda a impulsar audazmente esta perspectiva.

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