Luego de años de gran crecimiento económico, el gobierno de Alperovich capitalizó las expectativas del pueblo tucumano en salir de la miseria en la que vive la mayoría. Los beneficiarios del crecimiento fueron los grandes empresarios, que a costa de la superexplotación de los trabajadores y contando con la protección del gobierno obtuvieron ganancias extraordinarias. Por su parte, sectores de las clases medias volvieron a niveles de consumo de mediados de los ’90, por lo que su voto al gobierno, es principalmente reflejo de ilusiones en mantener este consumo.
Pero el 79% de los votos no se explica sólo por esto. La gran mayoría de los trabajadores que sufren los bajos salarios y el aumento de la inflación creen que el gobernador reelecto es quien puede mantenerlos en esta situación mala pero que para muchos podría ser peor. Recordemos que Tucumán fue una de las provincias donde el pueblo trabajador fue más castigado con el hambre, la desocupación y la miseria.
Alperovich supo asimismo cooptar mediante prebendas a diferentes referentes de los partidos de oposición. Radicales, bussistas y punteros de todo pelaje fueron parte de los llamados “acoples” de donde provinieron más del 40% de sus votos (se enganchan las listas de legisladores y otros a la boleta de gobernador y vice sin necesidad de un acuerdo con el partido).

El voto masivo a Alperovich es un voto conservador. Aun así, no puede considerárselo un cheque en blanco para el gobierno, ya que mayoritariamente el pueblo votó con expectativas en mantener el empleo, en que mejore la educación, la salud y que la inflación no se siga comiendo el salario. Tarde o temprano esas expectativas chocarán con el plan del gobierno, que al igual que el de Cristina K quiere que los trabajadores y el pueblo paguen la crisis económica que se avecina con la crisis financiera internacional.

Las elecciones mostraron la ausencia de una herramienta política de la clase trabajadora que le permita expresarse como fuerza independiente. Lamentablemente la campaña del Partido Obrero, a quien llamamos a votar en 2005 y 2006, no se postuló como una opción de clase y prefirió disputar un espacio electoral entre quienes demandan mayor “seguridad” y “una reestructuración total de la Policía, con el cambio de las cúpulas y el nombramiento de nuevos agentes capacitados para servir a la comunidad y no para ser la herramienta represora del Gobierno en cada protesta popular” escondiendo el carácter patronal intrínseco de toda fuerza de policía en el marco del Estado capitalista. Está claro que esta visión electoralista, llegando a plantear que “(…) ingresar a la Legislatura y lograr espacios en algunos Concejos Deliberantes (…) nos permitiría someternos a la prueba de la sociedad para que, en una futura elección, ese veredicto popular nos eleve a una posición más preponderante, o posiblemente dominante, en la provincia” (Diario El Siglo, 19/8/2007), sumado a sus anuncios catastrofistas de un gobierno sumamente débil y su autoproclamación constante, no ayudan a los trabajadores a transitar esta etapa.

El PTS junto al nuevo MAS e Izquierda Socialista, conformamos recientemente el Frente de Izquierda y los Trabajadores por el Socialismo hacia las elecciones presidenciales de octubre, donde entre otros planteos (ver declaración) figura la necesidad de avanzar en la independencia política de los trabajadores. En Tucumán acabamos de obtener la legalidad para poder presentar lista en las próximas elecciones, donde levantando la candidatura del compañero docente Juan Luis Veliz a diputado nacional plantearemos esta perspectiva. Aunque PO no quiso ser parte de este frente, llamamos a sus militantes y simpatizantes a encaminarnos en esta gran tarea de dotar a la clase obrera de una herramienta política que exprese su independencia respecto de la patronal, la burocracia y el Estado tanto en las elecciones como en las luchas de la clase obrera y el pueblo.

PTS-Tucumán