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No hay “desacople” frente a la tormenta internacional

Frente a los nuevos sucesos de la crisis mundial, Amado Boudou, Ministro de Economía y candidato a vicepresidente salió a despejar temores. Ayer anunció que estábamos cubiertos frente a cualquier caída de la economía mundial, por virtud de las políticas oficiales.

Esteban Mercatante

11 de agosto 2011

Frente a los nuevos sucesos de la crisis mundial, Amado Boudou, Ministro de Economía y candidato a vicepresidente salió a despejar temores. Ayer anunció que estábamos cubiertos frente a cualquier caída de la economía mundial, por virtud de las políticas oficiales. “Cuanto más fortalecemos el mercado interno, cuanto más fortalecemos la alianza comercial y financiera con nuestros vecinos de la región, más amortiguados son los efectos de los cimbronazos de las potencias internacionales”, sostuvo.

La ayudita externa de los últimos años

Sin embargo, por más “buena onda” que ponga Boudou, el “modelo K” depende hoy de que duren algunas condiciones externas que mantuvieron a flote el crecimiento sin que el gobierno se viera obligado a tomar medidas importantes desde 2010. Así, aunque la economía argentina acumula muchas dificultades, éstas no dieron lugar a crisis.

Ayudaron las medidas tomadas en EEUU y otros países para enfrentar la recesión, especialmente la masiva emisión de dólares. Como las tasas de los bonos y préstamos en EEUU están por el piso, los dólares fluyen hacia otras latitudes en busca de oportunidades.

La fuerte entrada de dólares a Brasil viene apreciando su moneda, permitiendo que no se note la pérdida de valor del dólar en relación al peso (esta pérdida de valor ocurre porque como suben los precios producto de la inflación, el dólar cada vez compra menos en la Argentina; este efecto implica que el peso se está apreciando en relación al dólar). De esta forma, aunque el peso argentino se haya apreciado en relación al dólar, sigue depreciado en relación al real y otras monedas, lo cual permite mantener un colchón de competitividad aún a pesar de la inflación.

Otra gran ayuda para mantener el “esquema K” son los dólares de la soja, que se deben tanto al fuerte crecimiento de China como a los precios por las nubes. Este es otro resultado de las medidas tomadas por los gobiernos para enfrentar la crisis; así como los dólares inyectados por los bancos centrales fluyen hacia países como Brasil, también se lanzan masivamente sobre inversiones prometedoras, entre ellas el agrobusiness. Por eso los precios de la soja siguieron subiendo luego de la crisis de 2008. Aunque el secretario de Hacienda, Hernán Lorenzino, afirme que “a partir de la crisis de 2008-2009, los países han avanzado en desvincular los precios de las commodities de los mercados financieros [y por lo tanto] Hoy sufren menos los vaivenes de la crisis internacional”, esto no es así, como ilustran las caídas de los últimos días.

Un nuevo panorama que complica al “modelo” K

La extendida ansiedad que recorre los mercados puede disparar una fuga de los inversores “hacia la calidad”, con los inversores y especuladores abandonado los activos ligados a commodities como la soja y revirtiendo los capitales que fluyeron desde EEUU y Europa hacia otros países en los últimos años. En los últimos días se vio un incipiente comienzo de esta tendencia, de la cual el único commodity a salvo fue el oro; es lo mismo ocurrió durante los meses más críticos de 2008 y 2009.

¿Cuáles pueden ser las con secuencias para Argentina? Sin acceso a los mercados a pesar de los íntimos anhelos de Amado Boudou (que varias veces intentó crear condiciones para emitir deuda en el extranjero), el canal financiero no parecería ser el de mayores problemas. Sin embargo, aun en meses relativamente calmos, el país viene sufriendo una aguda salida de capitales (en la primer mitad del año se fugaron u$s 9.800 millones). Si la incertidumbre internacional acelera esta fuga, no hay dólares de la soja que aguanten, y el Banco Central podría verse obligado a aceptar una pérdida de reservas. Aunque el escenario no se vuelva catastrófico, medidas como el uso de reservas para pagar deuda quedan descartadas para 2012.

Pero hay más. Si la tendencia de los últimos días se mantiene, podrían caer agudamente los precios de los granos. El ingreso de dólares previsto por la exportación podría reducirse, complicando el saldo exportador, aún si el escenario de fuga acelerada de dólares no se concreta. Esto, sin contar que las dificultades en Europa y EEUU no permiten descartar que estemos cerca de una nueva recesión, que para algunos podría ser más fuerte que la de 2008/2009. Esto arrastraría nuevamente a todas las economías del planeta, deprimiendo la demanda de productos locales, sin la cual no hay “mercado interno” que pueda capear el temporal.

Por último, resta ver qué pasa si comienza a retraerse el ingreso de dólares a Brasil. Existe la posibilidad de que esta salida de dólares en el país vecino no sea profundamente recesiva, pero alivie la presión sobre el tipo de cambio, revirtiendo un poco la apreciación de la moneda de los últimos tiempos. En ese caso, la competitividad “importada” que tuvo la Argentina gracias al real sobrevaluado, iría desapareciendo. Las ventas a Brasil (ya empantanadas por los roces comerciales) se retraerían, mientras que aumentaría la presión exportadora. Esto golpearía a la industria local, y traería déficit en el comercio con Brasil.

Existe también una segunda posibilidad: que independientemente de lo que ocurra con el tipo de cambio, la fuerte salida de capitales arrastre a Brasil hacia la recesión. En ese caso, el menor de los problemas para la Argentina sería la competitividad. Casi el 60% de los autos que se producen tienen como destino Brasil, y esta industria tiene importantes efectos sobre muchas otras. Lo mismo vale para otros rubros manufactureros, que tienen en Brasil un mercado clave.

Coindicidencia de los K y la oposición patronal: que la crisis caiga sobre los trabajadores

El gobierno K ha venido sacando fruto de la bonanza -que derrama para pocos- que ha podido sostenerse por este viento de cola internacional. Seguramente aspiran a que no haya “nunca menos” ayuda de afuera que la de estos tiempos. Sin embargo, no es ese el panorama; ya se venía terminando el viento de cola, ahora todo indica que directamente tendremos viento de frente. Como ya se vio en entre fines de 2008 y comienzos de 2009, las medidas del “modelo” K poco podrán hacer para contener el impacto de la crisis. Aunque hayan dibujado los efectos que tuvieron las medidas tomadas (ayudados con las estadísticas del Indek que dibujaron la caída del producto durante 2009), éstas no pararon una destrucción de cientos de miles de puestos de trabajo.

Amado Boudou dice que la UNASUR puede proveer un blindaje, con la creación del Banco del Sur y la anunciada intención de los países de la región de “aumentar el intercambio comercial” (poner sin pudor el ejemplo de la industria automotriz entre la Argentina y Brasil, cuando vimos hace poco miles de autos parados en la frontera). Estas candorosas declaraciones de buenas intenciones no parecen muy situadas en la crisis que estamos atravesando.

Cuando las papas queman los costos caen sobre los trabajadores. Ni el gobierno K ni la oposición burguesa prometen otra cosa. Sólo la izquierda obrera y socialista, que el régimen busca proscribir con el piso de 1,5% impuesto para las elecciones internas del 14 de agosto, propone una serie de medidas para evitar que los costos de la crisis los paguen los trabajadores, y se pueda garantizar trabajo para todos, con un salario acorde a la canasta familiar.

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