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Nueva huelga en el subte de Londres

Los trabajadores del subterráneo de Londres, London Underground, salieron nuevamente a la huelga; en esta ocasión durante 48 horas, luego de que fracasaran las negociaciones entre el sindicato y la empresa sobre el plan de esta última de cerrar todas las oficinas de venta de billetes y puntos de información a los usuarios. Los trabajadores, afiliados al sindicato RMT (Rail, Maritime and Transport) decidieron esta medida de acción ya que, de concretarse el plan de la empresa, podrían quedar en la calle 960 trabajadores.

Alejandra Ríos

2 de mayo 2014

Nueva huelga en el subte de Londres

Los trabajadores del subterráneo de Londres, London Underground, salieron nuevamente a la huelga; en esta ocasión durante 48 horas, luego de que fracasaran las negociaciones entre el sindicato y la empresa sobre el plan de esta última de cerrar todas las oficinas de venta de billetes y puntos de información a los usuarios. Los trabajadores, afiliados al sindicato RMT (Rail, Maritime and Transport) decidieron esta medida de acción ya que, de concretarse el plan de la empresa, podrían quedar en la calle 960 trabajadores.

El subte londinense, en inglés conocido como el ‘Tube’, cubre una red de 402 km. Transporta a diario a casi tres millones de personas, y con su sistema de 11 líneas es el principal medio de transporte de la ciudad y el área conurbana. Es un medio de comunicación vital para el desplazamiento de la población a sus lugares de trabajo, ya que la mayoría vive en las afueras debido al alto costo de la vivienda. Además, el encarecimiento de la propiedad y de los alquileres está empujando a masas de trabajadores de los sectores de servicios a vivir en las afueras, aumentando el costo del transporte y el tiempo de viaje.

El subte está administrado por el Transport for London (TfL), un consorcio del gobierno de la ciudad de Londres que incluye también la red de autobuses y de trenes en un sistema integral de transporte; sin embargo, el subte es el pilar del transporte, y los autobuses y trenes no tienen capacidad suficiente para desplazar a los pasajeros que mueven la economía de esta ciudad.

Para el alcalde de la ciudad de Londres, el extravagante Boris Johnson, la huelga representa un verdadero dolor de cabeza, ya que durante su campaña electoral había hecho la promesa de que no iba a cerrar las boleterías. Con el fracaso de las negociaciones queda en evidencia que sus decisiones son para satisfacer los intereses de la empresa que, tras el llamado proyecto de ‘modernización’ del subte, busca ahorrarse 50 millones de libras. Además, para Johnson es mucho lo que está en juego, ya que aspira a ser el sucesor del primer ministro David Cameron.

La empresa justifica su decisión bajo el argumento de que “las boleterías no son parte del futuro” agregando que “esperaban que el sindicato les dé ideas constructivas”. El secretario general adjunto del RMT, Mike Cash, defendió la huelga diciendo que la empresa mantenía firme su postura de que las boleterías iban a permanecer cerradas y que no había margen de negociación.

London Underground y el alcalde Johnson – que a su vez preside la junta de Transport for London – han salido al ataque contra los trabajadores acusándolos de tomar a los usuarios de “rehenes” y afectar la economía de la ciudad. Por su parte, los trabajadores del subte indican que además de peligrar su fuente de trabajo, se pondría en riesgo la salud y seguridad de los usuarios, explicando que además de la venta de pasajes, prestan servicio de información sobre rutas y de asistencia a personas mayores o con dificultades de desplazamiento.

El paro del 29 y 30 de abril es la continuación de la huelga de 48 horas de los días 5 y 6 de febrero, y forma parte de un plan de acción de lucha escalonado que seguirá con una huelga de 72 horas la semana próxima. London Underground ha querido minimizar el impacto de la medida diciendo que pudo implementar con éxito un plan de contingencia. Pero a pesar de hacer operar los trenes con personal jerárquico y poner autobuses de reemplazo – incluso unidades que estaban fuera de circulación – lo cierto es que no pudieron compensar el impacto de la huelga.

Fue una huelga en tiempos post Bob Crow, el dirigente del RMT fallecido en marzo de este año. Si bien Crow era considerado un sindicalista del “ala dura” respetado por su base, también era un hábil negociador que sabía cuando “cerrar un acuerdo” o una “retirada táctica” (vale recordar que una de las últimas medidas de Bob Crow fue levantar la huelga de mediados de febrero). Por otra parte, el fallecimiento de Crow creó un vacío de poder en el sindicato, y lo que está en juego en esta lucha también es la sucesión por el puesto de secretario general del poderoso RMT. Por esto, la huelga actual puede ser vista también por algunos como un intento de la conducción interina actual para ganarse respeto ante la base con una postura dura y de izquierda.

Más allá del telón de fondo político, el paro ha tenido un gran impacto, había piquetes en las estaciones más importantes desde altas horas de la mañana y el paro de 72 convocado para la semana que viene sigue en pie.

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