por Javier Gabino, TVPTS

La película protagonizada por los sobrevivientes de la ESMA, realizada por el Grupo de Boedo Films y TVPTS, logra una semana más de exhibición en el Cine Gaumont de Buenos Aires. Pautada inicialmente para una semana en el “Espacio INCAA km 0”, fue ganando el favor del público que ya supera las 1500 personas, algo muy importante para un film que no cuenta con publicidad comercial y cuya repercusión en los medios se debió a la valentía de la propuesta y no al lobby de ninguna productora.

Durante esta segunda semana se mantuvo la afluencia de jóvenes y los aplausos tras las funciones. “ESMA, memorias de la resistencia” establece un puente con las nuevas generaciones que no vivieron la dictadura y que en su mayoría sólo tienen las versiones “oficiales” de la historia. Rescatar la valentía de la resistencia aun en los peores momentos es una verdadera cachetada para todos los poderes y las instituciones que se dedican a pregonar el conformismo ante la realidad.

Las repercusiones de esta película hecha a pulmón militante, con “bajo presupuesto” pero con un gran trabajo técnico y creativo, hacen reflexionar sobre las políticas que el INCAA no tiene para la distribución del cine documental, y ni hablar de las producciones de cine de ficción independiente. Lamentablemente el circuito nacional de distribución en manos del INCAA no favorece en nada la confluencia entre los cineastas y el pueblo, restringiendo al mínimo el circuito de exhibición de estas películas que no tienen detrás una productora, y por ende no dejando que documentales valientes como éste lleguen al gran público con su crítica.

El circuito de la dictadura

Desde hace algunos años la producción nacional de películas estuvo en ascenso. El género documental lideró la cantidad de estrenos de, por ejemplo, del año 2008, con el 36,62%. Mientras tanto, cae pronunciadamente en los porcentuales de recaudación y asistencia de público. En la distribución de films predominan las distribuidoras de capital extranjero asociadas a las cadenas de exhibición (Hoyts, Village, Showcase y Cinemark), que controla el 60% de las pantallas y el 67% de la recaudación. El 76% de las copias distribuidas son norteamericanas y solo el 12,35% es de películas nacionales. La paradoja -si cabe decirlo así a propósito del estreno de “ESMA…”- es que fue la política de la dictadura militar la que aceleró el proceso de concentración de la distribución y la exhibición en manos extranjeras. De alguna manera el film pelea también en ese terreno, dejado así por los genocidas que sus protagonistas señalan y denuncian.

Son también las políticas iniciadas por la dictadura, y continuadas por los gobiernos de la democracia, las que produjeron el cierre de las salas de cine de los barrios, concentrándolas sólo en los centros urbanos comerciales, elitizándolas, con costos de entradas siderales y accesibles a sectores esencialmente de clase media.

Un film militante

Pero si sólo los realizadores de “ESMA, memorias de la resistencia” no fueran militantes, esta realidad del “cine nacional” se convertiría en una traba para su difusión. Tanto el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos como la Asociación ex Detenidos Desaparecidos están realizando un gran esfuerzo de difusión que permite que la película comience a romper el cerco. Junto al grupo de Boedo Films, TVPTS se pone el objetivo de distribuir por todo el país esta película, buscando salas, llevando los DVD, haciendo publicidad. En especial es importante la distribución entre los jóvenes de la clase trabajadora, en los barrios obreros, los lugares de trabajo. Cada sala, cada DVD pasado, cada exhibición lograda ayuda a tender un puente con la generación de los ‘70 y aporta a abrir el debate para retomar la militancia.