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Juventud

GRECIA

Robin Hood

“Hacen muy bien, todo está muy caro y no tenemos dinero”, decía una jubilada, mientras junto a otros transeúntes tomaba los alimentos y la leche en conserva que repartían esos jóvenes encapuchados en las calles de Salónica. “

Miguel Raider

11 de septiembre 2008

“Hacen muy bien, todo está muy caro y no tenemos dinero”, decía una jubilada, mientras junto a otros transeúntes tomaba los alimentos y la leche en conserva que repartían esos jóvenes encapuchados en las calles de Salónica. “Esto no es robo, es el fruto de nuestra explotación”, exclamaban los encapuchados, los nuevos Robin Hood que asaltan los supermercados de Grecia y distribuyen las mercaderías entre los ancianos y los pobres urbanos. El fenómeno juvenil, de predominante composición femenina, despierta simpatías en las barriadas, indignadas por el incremento de la inflación y la carestía de la vida, mientras el 14% de los asalariados griegos vive por debajo de la línea de la pobreza. A las antípodas de la frivolidad y el culto al individualismo del mercado de la década del ’90, estos jóvenes demuestran la sana rebeldía de una nueva subjetividad ante los graves problemas de nuestro tiempo.

Argentina es una tierra pródiga de justicieros de esta especie, canonizados en los relatos orales que nutren el imaginario popular criollo. Quizás los Robin Hood de las pampas no encuentren mejor expresión que Juan Vairoletto y Mate Cosido, célebres ladrones vinculados al movimiento anarquista, que asaltaban estancias y repartían el botín entre los peones rurales de los obradores más miserables del impenetrable. Mate Cosido fue un famoso bandido popular de los quebrachales chaqueños que asaltó empresas como Bunge y Born, Dreyfus, La Forestal, y logró evadir a la policía gracias al amparo de los campesinos pobres que celebraban sus hazañas y su generosidad.

El historiador Eric Hobsbawm exalta la figura de estos “bandoleros sociales” como “formas prepolíticas de rebelión social”, que probablemente anticipen el reverdecer de nuevos fenómenos de masas.

El bandolerismo social de los nuevos Robin Hood griegos revela indudablemente la virtud de una nueva sensibilidad solidaria, aunque también los límites de una reacción individual e impotente ante la violencia social de la clase dominante centralizada en el aparato del Estado y sus bandas armadas. La potencialidad de las grandes masas obreras y sus acciones colectivas pueden guiar la sana rebeldía de los jóvenes para tomar por asalto más que un supermercado, para tomar por asalto la investidura de todos los cielos.

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