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Internacional

RESULTADO DE LAS ELECCIONES REGIONALES DEL 23 DE NOVIEMBRE

Un duro revés para Chávez

Con un caudal de votos menor a sus niveles históricos, –los 4.184.158 votos que obtuvo significan una pérdida de más de 300 mil sufragios con respecto a la votación de 2007–, la derecha venezolana se alzó con cinco gobernaciones y la Alcaldía Metropolitana (Gran Caracas). Por su lado, el gobierno ganó 17 gobernaciones y el Distrito Libertador (Caracas central) – Chávez obtuvo 5.451.325 votos con lo que recuperó 1,3 millones que no apoyaron la Reforma.

Milton D’León

27 de noviembre 2008

Con un caudal de votos menor a sus niveles históricos, –los 4.184.158 votos que obtuvo significan una pérdida de más de 300 mil sufragios con respecto a la votación de 2007–, la derecha venezolana se alzó con cinco gobernaciones y la Alcaldía Metropolitana (Gran Caracas). Por su lado, el gobierno ganó 17 gobernaciones y el Distrito Libertador (Caracas central) – Chávez obtuvo 5.451.325 votos con lo que recuperó 1,3 millones que no apoyaron la Reforma. La abstención, en términos generales, fue baja para los niveles históricos de elecciones regionales (34,6%). Más allá de que la votación fue pareja en los nuevos estados que gana la derecha (con excepción de Miranda donde hubo cerca de un 6% de diferencia), la realidad es que se afianza en regiones que tienen el 47,7% de la población económicamente activa y el 48,4% de los asalariados y las asalariadas del país, incluyendo en esto al Distrito Libertador (Caracas central)1, alcaldía controlada por el chavismo pero que está bajo la órbita de la Alcaldía Metropolitana2. Donde el chavismo sale en mejor posición proporcionalmente es a nivel de las alcaldías: de las 327 en todo el país, obtuvo 265, 81% del total.

Se profundiza la debilidad estratégica del gobierno

Sin lugar a dudas este resultado electoral constituye un fuerte revés para Chávez, a pesar de que retoma el control de los llamados estados díscolos (o la disidencia del chavismo que constituían cinco importantes gobernaciones3, a excepción de Carabobo que es ganada por la derecha), pues la oposición de derecha se posiciona muy bien en estados del centro y las grandes ciudades del país. Pero una cosa es categórica, la derecha continúa avanzando gracias a la defección del chavismo, semejante al fenómeno que se diera el 2 de diciembre del año pasado, aunque en menor proporción, lo que se refleja en que la derecha no logra superar su piso histórico.

El fenómeno de que, con menos votos, la derecha avanza en entidades importantes se explica tanto porque ésta los concentra en los centros poblacionales más importantes, como porque es donde se operan los índices de mayor defección del chavismo, dándose un efecto combinado. Lo simbólico, en el gran conglomerado urbano de la gran Caracas, es la pérdida del municipio Sucre, en el estado Miranda, donde se concentra la barriada más grande del país, Petare, bastión del chavismo (pero donde los sectores más pobres votaron por el chavismo y es donde hubo una abstención del 43%): el vuelco masivo de las clases medias en este municipio inclinó la balanza, y su resultado es el que catapulta el triunfo de la derecha tanto en el estado Miranda como en la Alcaldía Mayor. Un fenómeno similar se da en Carabobo donde existe una considerable clase obrera industrial y trabajadores asalariados en general, siendo que el margen que gana la derecha es cercana a dos puntos.

De conjunto, más allá de que haya aumentando un 20% con respecto a las elecciones de 2007, el chavismo no logra recuperar lo que perdió en ese mismo año cuando se inicia su curva descendente. Y a pesar de que la derecha retrocede un 10% con respecto a 2007, al posicionarse en estados claves tiene un avance importante. Por eso, una vez más decimos, la gran lección es que no se puede luchar por la “liberación nacional” y menos aún por lo que el mismo Chávez llama “socialismo del siglo XXI” mientras se estrangula la acción del movimiento de masas y no se responde a ninguna demanda estructural de fondo.

¿Hacia grandes pactos nacionales?

El fuerte revés que sufre el gobierno en estas elecciones, es parte de la dinámica de declinación del chavismo que se iniciara con la autoderrota el pasado 2 de diciembre. Decíamos en aquel entonces que “el resultado del referéndum deja claro que este intento de arbitraje permanente ha sido derrotado. Chávez podía unir por arriba para la articulación de sus políticas y arbitrar entre las clases, porque obtenía y tenía mayoría en los votos ganando elecciones. Por tanto podemos afirmar que el bonapartismo plebiscitario tal como ha venido existiendo tiende a desaparecer”, y que Chávez ya no iba a poder seguir gobernando como lo había venido haciendo.

Hoy vemos los resultados categóricos de lo que decíamos, y se pagan las consecuencias de lo que hemos venido afirmando; que “la derecha ha levantado cabeza gracias a la propia política del gobierno, de pactos y negociaciones”. Es evidente que se avecina un nuevo reordenamiento político, y se verán obligados a discutir, tanto las fuerzas del chavismo como las de la oposición de derecha, nuevas formas de dominio político en el país en un sentido más estratégico obviamente en detrimento del movimiento de masas. El interregno del equilibrio catastrófico que se dio entre 2001 y 2003 como momento político más álgido producto del proyecto chavista y la confrontación de la reacción proimperialista, ha ido generando un reordenamiento de fuerzas que fue tomando forma luego del famoso primer referéndum de 2004 pactado entre todas las fuerzas políticas con la venia de la OEA y otros organismos internacionales. Hoy tomará nuevas características con un chavismo con una gran debilidad estratégica y una oposición de derecha reposicionándose con el control de estados claves como puestos de avanzada, que optará probablemente por la política del desgaste buscando el agotamiento gradual y capaz no la confrontación radical al estilo de la “medialuna” boliviana que ya fue ensayada en 2002. El regionalismo sudamericano, con Brasil como actor preponderante y que ha venido poniéndole límites a Chávez, presionarán en este sentido, más aún luego del triunfo de Obama en EE.UU. y en el marco de una profunda crisis económica mundial.

Todo esto marcado por un gran telón de fondo: las contradicciones sociales no resueltas durante todos estos años, emergerán frente a la crisis del régimen chavista, signado por el espectro de la sensación de finitud del chavismo en amplios sectores, donde Chávez ya no logra generar nuevas expectativas en el movimiento de masas. Por eso decíamos en nuestra declaración frente a estas elecciones que habían un desespero en el chavismo, afirmando que “saben que una nueva derrota, medido por la cantidad de pérdidas de gobernaciones y/o alcaldías, le complicaría los escenarios a futuro de su proyecto político nacional al que hemos denominado popularmente como ‘socialismo con empresarios’, que no toca un solo centavo de los capitalistas y no satisface ninguna demanda estructural del pueblo y los trabajadores”. Y como dicen los analistas burgueses, este es el escenario frente al que nos encontramos.

Los trabajadores debemos prepararnos

Lo que sí es seguro, tras el resultado electoral, y en el marco de la profunda crisis económica mundial que ha comenzado a repercutir en el país, vendrán seguramente grandes acuerdos y pactos para los que habrá que prepararse para luchar, pactos que el chavismo debilitado hará con la derecha a espaldas del pueblo. Las declaraciones de los derechistas y golpistas Henrique Capriles Radonski, nuevo gobernador de Miranda, como de Antonio Ledezma, nuevo Alcalde Mayor, llamando a reuniones y acuerdos con el gobierno nacional, a las que Chávez ya ha respondido positivamente, son sólo señales de los acuerdos y pactos que vendrán en detrimento de los trabajadores y trabajadoras y el pueblo, acelerados seguramente por los remezones económicos en el plano nacional. Y de pactos entre sectores empresariales, partidos patronales y gobiernos, los trabajadores y el pueblo ya sabemos las consecuencias.

Pero creemos que se abre una situación política mucho más dinámica a nivel nacional, y desde el punto del movimiento de masas habrá mucho menos de la camisa de fuerza que imponía el chavismo a los trabajadores en sus luchas, partiendo de que no hay nada estable a nivel nacional. Por tanto, un mayor despliegue de fuerzas para las luchas obreras y populares, que incluso aprovecharán las grietas que se abrirán en las alturas, tomando en cuenta que enfrentarán no sólo al gobierno a nivel nacional sino a los gobiernos regionales y municipales comandados por la derecha. Por eso es que creemos que el actual resultado electoral no significa una derrota automática del movimiento obrero y del pueblo pobre. Y en este sentido, se abren nuevas perspectivas para una política obrera independiente, por el proceso en curso de experiencia con el chavismo, para que la clase obrera se abra paso en la escena nacional.
Más aún, el movimiento obrero venezolano está en mejores condiciones y mejor posicionado frente a una eventual crisis y frente a la nueva situación política nacional. No viene de sufrir grandes derrotas, y en sus bastiones claves la desocupación no lo ha golpeado, viniendo de obtener importantes triunfos como el de Sidor. Como afirmamos en nuestra declaración: hemos venido afirmando que frente a la experiencia que vienen haciendo sectores de vanguardia con “su gobierno”, se abre la posibilidad de unificar a los sectores avanzados del movimiento obrero con un programa propio, de forma independiente del gobierno, para movilizar a amplios sectores por sus demandas. En este camino, es posible dar pasos en construir un partido revolucionario de trabajadores en la lucha por terminar con el capitalismo y dar lugar a otro tipo de organización social basada en la propiedad colectiva de los medios de producción, orientada a satisfacer necesidades fundamentales: el socialismo.

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