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Debates

Los trabajadores y el poder (3° parte)

Un partido sin estrategia de poder. Un debate con el PO

12 de diciembre 2002


El Partido Obrero realizó su XIII Congreso. En Prensa Obrera (783) se publicó la resolución de 26 puntos, sobre la orientación hacia la clase trabajadora y sus organizaciones.
El PO viene centrando su actividad en el movimiento de desocupados, poniendo la mayor parte de sus esfuerzos en la construcción del Polo Obrero, en pos de organizar un "Argentinazo" y una "Asamblea Constituyente con poder". Esta vez, en las resoluciones del Congreso aparecen los trabajadores ocupados y los sindicatos1, cuestión que el PO viene ignorando. En esto están atrás de De Gennaro que declaró refiriéndose a su central: "Somos minoría en el movimiento obrero, la CGT todavía tiene un poco más del doble. La CTA ha crecido mucho y ahora necesitamos integrar a los seis millones de trabajadores de empresas privadas"2. Pero ¿qué relaciones se plantea el PO entre los movimientos piqueteros y los sindicatos controlados por la burocracia? En función de la "cuestión del poder" ¿qué organizaciones de democracia directa –de los trabajadores ocupados y desocupados- y que apunten al doble poder se proponen?

"La cuestión del poder"

En 18.949 caracteres (que ocupan tres páginas) no se nombran palabras tales como "coordinadora", "democracia obrera", "autoorganización", "autodeterminación", "comité de fábrica". Nada que apunte a las categorías de la herencia socialista "consejos obreros", "doble poder" o "soviet". Tan sólo una vez pero, sólo en referencia al funcionamiento interno del Polo Obrero, aparece la vaga idea de "iniciativa directa" y "debate colectivo". Esto no es una cuestión secundaria. El PO se caracteriza por negar el valor de la creación de organismos de democracia directa para luchar por las masas y en la estrategia del poder de los trabajadores.
Para el PO, la "cuestión del poder" está dada por la enorme descomposición capitalista y de sus instituciones, es decir por la crisis del poder burgués. La resolución que propone PO es la lucha por una Asamblea Constituyente con poder, que como ellos mismos reconocen, es una consigna de la democracia burguesa. Para el PO la crisis del poder estatal sólo merece una respuesta burguesa. Ausente toda política de lucha por la autoorganización de las masas debemos concluir que el PO no levanta ninguna consigna de poder obrero, a excepción de un abstracto "gobierno de los trabajadores" que no se sabe de donde surgirá.

Organismos de democracia directa y frente de tendencias

La militancia del PO podría decir que las Asambleas Nacionales de Trabajadores y el Bloque Piquetero Nacional son las fuerzas que plantean la resolución a la "cuestión del poder". Nadie se atrevería a decir que las ANT son la base de un doble poder. Como sabemos, estas organizan a una vanguardia, una minoría de los trabajadores desocupados y casi sin influencia entre los ocupados. Esto es un condicionamiento objetivo porque ni la lucha de clases ni la fuerza militante conquistada han alcanzado un peso tal capaz de atraer a los 6 millones de trabajadores que permanecen bajo la dirección de la burocracia sindical. Pero a su vez es necesario decir que cada una de estas Asambleas no tuvo por política dar pasos que permitieran avanzar en la autoorganización y la democracia directa de todos los sectores en lucha, como forma de aumentar su autoridad e influencia entre los trabajadores y los luchadores populares.
Ejemplo de esto es la ausencia de democracia obrera que caracterizó a las distintas ANT3. Los delegados no se eligen sobre la base de la representación proporcional de los distintos movimientos sino por el acuerdo, a priori, de los dirigentes de cada organización4. Acotada la democracia obrera lo que prima es el frente único de tendencias políticas y agrupaciones sociales que se maneja por consenso y acuerdos, que votan planes de lucha generales, actos y marchas nacionales, pero que en su práctica cotidiana, cada movimiento hace lo que quiere allí donde tiene influencia.
El PTS está a favor de realizar todo tipo de frente único y de acuerdos programáticos que sirvan para dar un paso adelante en la lucha, pero esto no significa renegar de la democracia obrera o la autodeterminación de las masas. Por el contrario el frente único debe ser utilizado como un medio para impulsar audazmente una política sobre los sindicatos y para desarrollar coordinadoras zonales y regionales, que expresen la integración entre los distintos sectores de la clase obrera y el pueblo en lucha5.
Una auténtica coordinación que agrupe a toda la vanguardia y que se proyecte al conjunto del movimiento de masas –disputando la base de la burocracia sindical- es una tarea por realizar. El PO reconoce formalmente los límites de la Asamblea Nacional y plantea "un Congreso de Asambleas Populares y Piqueteras, de sindicatos combativos y fábricas en lucha, de organizaciones estudiantiles y populares, (que) siente las bases de un nuevo poder político (…)"6, pero, como se ha demostrado tantas veces en la historia de las revoluciones obreras, las bases de un nuevo poder político surgen de abajo hacia arriba, y el mismo tiende a centralizarse a partir de organismos de base locales, capaces de referenciar y agrupar al movimiento de masas. Así sucedió, entre otros ejemplos, con los soviets en la Revolución rusa, en los consejos obreros alemanes, húngaros e italianos, en los comités de la España revolucionaria. Germinalmente, en la década del 70, Latinoamérica vio esta tendencia en el surgimiento de los cordones industriales chilenos y en nuestro país, con las Coordinadoras interfabriles del Gran Buenos Aires y Capital Federal en 1975.
La estrategia política de la autoorganización como medio para el desarrollo de la clase trabajadora hacia posiciones revolucionarias, es reemplazada –en la lógica del PO- por un frente único de tendencias que levante consignas de su programa. Para este partido la adhesión a su plataforma lo es todo. Según su visión, así el partido se convierte en dirección de las masas. El desagrado que causa a los luchadores el "aparatismo" del PO tiene su base en esta concepción.
En realidad, para que los revolucionarios puedan conquistar una autoridad reconocida, para que su programa se abra paso entre los trabajadores y el pueblo, es necesario luchar por su autodeterminación y someter todas las plataformas y tendencias existentes al tribunal de la democracia directa, para que las masas en su lucha y experiencia seleccionen a sus dirigentes. En la "cuestión del poder" para los marxistas la lucha por un partido revolucionario es inseparable de la creación, por parte de las propias masas de un doble poder que anticipe las bases de un futuro estado de los trabajadores.

La disyuntiva del movimiento piquetero y la conquista de los sindicatos

En las resoluciones del XIII Congreso se plantea que existe «al interior de los movimientos de desocupados, una disyuntiva de hierro: o éstos se proyectan junto a la clase obrera a un plano más general de lucha por el poder político, o se convierten en instrumentos –más o menos concientes– del propio régimen en disolución, y de sus tendencias a transformar al desocupado en un desclasado. Esta lucha recorre al conjunto del movimiento piquetero".
El PO advierte además sobre el peligro que -las políticas de financiamiento de las ONG y la Iglesia- implican para los emprendimientos autogestionarios de los piqueteros. Así, da cuenta de una realidad presente, pero aunque la lucha por el "poder político" para los trabajadores es una respuesta necesaria, resulta abstracta, pues no apunta a resolver concretamente la disyuntiva planteada. ¿Cómo luchar por el "poder político" sin la fuerza social de los millones de asalariados unida a sus hermanos de clase, los desocupados?
La disyuntiva en que se encuentra el movimiento piquetero no tiene solución sólo desde los desocupados. Para superarla es necesaria la unidad con la clase obrera ocupada. Por su parte, esta última, no puede luchar contra la superexplotación, los despidos, por el salario, y recomponer la unidad de sus filas si no se une a los desocupados. La división entre ambos sectores de clase hace retroceder al movimiento piquetero a la condena de vivir dependiendo de los planes asistenciales del estado y a que la burocracia sindical siga dominando en la clase obrera ocupada.
La política de las direcciones piqueteras, por mantener sus relaciones con el estado, han hecho retroceder al conjunto del movimiento que -desde su emergencia en los Cultralcazos hasta el presente- ha asistido a una gradual castración en sus métodos, organización democrática y programa. Al día de hoy, los piqueteros han abandonado en la práctica el reclamo de trabajo genuino –con que había protagonizado sus primeros levantamientos- por la petición de Planes de Empleo y bolsones de alimentos. En los últimos días se ha llegado al punto, en algunos casos, de negarse a manifestar frente a los supermercados, porque Felipe Solá lo prohibió.
El PO levanta la consigna de reparto de las horas de trabajo tanto en el movimiento piquetero como hacia los sindicatos. Pero resulta ser una formalidad si no se lucha por coordinadoras de ocupados y desocupados, por comités de fábrica que amplíen las fronteras y funciones de las Comisiones Internas, por la recuperación de los sindicatos para ponerlos al servicio de esta pelea. Así, se vuelve a caer en el error de negar una estrategia de autoorganización que señale el camino para imponer efectivamente un programa obrero y socialista, conquistando la independencia de clase y un doble poder alternativo al estado capitalista, para preparar la alianza con el conjunto del pueblo en lucha.

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1 Aún en el mismo Prensa Obrera donde se plantea esta resolución sobre los sindicatos, la consigna principal de tapa es "Piquete y Cacerola", lo que demuestra que a la clase obrera ocupada le siguen otorgando un papel subordinado.
2 Página 12, 11 de diciembre de 2002.
3 En las mismas se llegó a negar la palabra a las fábricas ocupadas –más militantes y significativas- como Brukman y Zanon.
4 En esto no se diferencian de las Asambleas piqueteras de la CTA-CCC, en las que participó el Polo Obrero.
5 Un ejemplo de experiencia que apunta en este sentido es la de los Ceramistas de Neuquén y la Coordinadora del Alto Valle.
6 Prensa Obrera N° 772.

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De Marx a Nito Artaza

El movimiento piquetero es un ejemplo alentador y novedoso de la nueva clase obrera argentina, tal como venimos diciendo desde las páginas de La Verdad Obrera.
Basado en este hecho de enorme significancia, Jorge Altamira del PO elevó a los piqueteros al punto de decir que eran "una guía histórica para la clase obrera de todo el mundo (...) una prueba de que en medio de la barbarie del capital el proletariado se planta como la alternativa socialista a la barbarie capitalista (...)1. Esta visión llevó al PO a sostener una concepción particular y distorsionada de la clase obrera. Así Altamira planteó que "un obrero no es el que está al lado de una máquina; obrero es el explotado que puede reconstituir la historia y las organizaciones de su clase, desde mucho antes que él fuera o estuviera al lado de una máquina o estuviera dentro de una fábrica; que en definitiva la clase obrera es la conciencia que los trabajadores tienen de su rol histórico en esta sociedad."
Al eliminar toda base objetiva de la definición de clase y precisar a ésta sólo por la conciencia que adquiere en la lucha, el PO suprime una de las enseñanzas fundamentales del marxismo, esto es que la existencia social es la que determina a la conciencia y no a la inversa. De esta forma se borra el rol de la clase obrera en las relaciones de producción, su papel como nervio, cuerpo y cerebro del proceso económico, lo cual es clave para comprender el poder social de los trabajadores y dónde radica su fuerza en relación con el capital. El común denominador de esta clase, de sus miembros, con o sin empleo, es no poseer propiedad alguna de los medios de producción y vender su fuerza de trabajo como una mercancía. La desocupación juega el papel de presionar sobre el costo de la fuerza de trabajo (salario) para abaratarlo. Junto a ello, es utilizada para desorganizar y fragmentar la centralidad y resistencia de la clase obrera.
La conciencia de la clase obrera, la subjetividad, es por un lado el reconocimiento de su papel fundamental en la economía, de su poder social; por el otro es la expresión del grado de madurez alcanzado, su autovaloración en el proceso de la lucha de clases, lo que le permite pensar políticamente la resolución de sus problemas en el combate contra el capital. Su capacidad de transformarse en dirección política, en alternativa socialista, debe ser planteada teniendo en cuenta estas dos realidades que se complementan. El problema fundamental de nuestra época es el de las vías por las que "la clase obrera, de clase en sí, puede elevarse a clase para sí"2, es decir, madurar como el sujeto social y político de la revolución.
En este proceso la clase obrera va creando formas de organización, métodos de lucha, adquiere ideología, convulsivamente se autoconstituye como clase. En este recorrido de la subjetividad tiene una importancia muy grande la creación de nuevas instituciones que la enfrentan con el orden burgués, que expresan los distintos intentos de las masas por conquistar su unidad y su independencia con respecto a la sociedad capitalista. El problema central de la conciencia obrera -hoy día- es el de reconocimiento de sus propias fuerzas, de la recomposición de la unidad de sus filas, de la necesidad de organizaciones que la cristalicen y de una dirección política revolucionaria, un partido, para imponer su poder.
El PO al eliminar la definición objetiva de la clase obrera como producto de las relaciones sociales de producción, la reduce en su consideración a precisarla sólo por quién lucha, y por la subjetividad y conciencia que adquiere, medidas en términos de su propio programa y organización. Según esta lectura, el movimiento piquetero, ha sido transformado, por ser vanguardia militante y haber tomado en sus manos las consignas del PO -que en su práctica, junto al Bloque Piquetero Nacional, privilegia la lucha por reivindicaciones mínimas-, en un sujeto absoluto llamado a reemplazar a la clase obrera como un producto histórico. Así hemos escuchado extravagancias tales como que Marx fue el primer piquetero, "honor" que comparte –según Altamira- con Nito Artaza3.

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1 Prensa Obrera N° 766, Discurso de Jorge Altamira en Ferro (8/8/2002).

2 Ver Karl Marx, Miseria de la Filosofía.

3 La tapa de Prensa Obrera N° 777 dice "Nito Artaza es piquetero"

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