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LAS PALABRAS DE CRISTINA

Ya ni el doble discurso le queda

Cristina termina su primer mandato y se prepara para otros cuatro años de gobierno. Desde 2003 la combinación de superganancias para los capitalistas y una serie de tibias concesiones a los trabajadores le posibilitó al kirchnerismo sostener un doble discurso mediante el cuál, por un lado, agitaba el “proyecto nacional y popular” y, por el otro, atacaba a todo aquel que lucha y se organiza por trabajo, salario, vivienda, salud y educación.

Daniel Satur

15 de septiembre 2011

Cristina termina su primer mandato y se prepara para otros cuatro años de gobierno. Desde 2003 la combinación de superganancias para los capitalistas y una serie de tibias concesiones a los trabajadores le posibilitó al kirchnerismo sostener un doble discurso mediante el cuál, por un lado, agitaba el “proyecto nacional y popular” y, por el otro, atacaba a todo aquel que lucha y se organiza por trabajo, salario, vivienda, salud y educación.

Pero, como dicen incluso muchos oficialistas, el próximo período no asoma tan “generoso” como estos años. Por eso va quedando poco lugar para el doble discurso y Cristina, envalentonada con el resultado de las primarias, cree que ya no necesita disfrazar sus palabras. Veamos si no cómo se fue modificando su discurso con el correr del tiempo.

Post 2001

25 de marzo de 2008. Apenas las patronales agrarias reaccionaron a la Resolución 125 Cristina distinguió los “piquetes de la abundancia” de las luchas populares. “Recuerdo esa Argentina de 2001, cuando miles de argentinos en piquetes en la calle cortando rutas, porque les faltaba trabajo, o porque se habían apropiado de su depósito. Esos eran los piquetes de la miseria”. En la Plaza de Mayo llegó a decir “nos dividieron, nos enfrentaron los unos con los otros. Y de esos enfrentamientos sólo se beneficiaron muy poquitos. Los que primero cayeron, como siempre, fueron los pobres, después fueron los trabajadores”.

Eso sí, más allá de las palabras, el gobierno ya había reprimido reiteradamente en esos meses a los trabajadores del Casino y faltaban pocas semanas para que Scioli reprimiera y desalojara violentamente a los obreros de Mafissa en La Plata.

Efecto Kraft

En 2009 Cristina intentaba reconquistar a las clases medias. La crisis internacional traía despidos y suspensiones. Y muchos trabajadores salieron a luchar. Mientras inauguraba un tramo de la autopista Rosario-Córdoba, la presidente dijo “no necesitamos argentinos que corten rutas. Necesitamos más argentinos dispuestos a construir rutas como ésta y no a cortarlas”.

Más tarde, en agosto, dio vía libre a las patronales tras perder las elecciones. El caso Kraft fue emblemático. Despido masivo. Dura resistencia obrera. Cortes en Panamericana, paro, movilizaciones a Capital, estudiantes solidarios cortando Corrientes y Callao. Y, a pedido de la embajada yanqui, represión. Frente a ese y otros conflictos Cristina sentenció: “Debemos dejar de promover la organización que impide el ejercicio del derecho de otros ciudadanos (…) no pasa por impedir que el otro circule, trabaje, estudie; que el otro haga”.

 Los muertos

En abril de 2010 Cristina decía, por un lado, “prefiero diez millones de críticas antes que llevar sobre mi conciencia que por un acto de represión le pasó algo malo a algún argentino”; y, por otro, “da bronca cuando tenés que ir al trabajo y te descuentan el día por llegar tarde. Estos pequeños grupos sólo buscan que alguien reprima para tener una víctima”. Faltaba poco para que, además de mentirosas, esas palabras resultaran cínicamente premonitorias.

Octubre, una patota del kirchnerista Pedraza asesinó a Mariano Ferreyra. Noviembre, la policía del kirchnerista Insfrán asesinó a dos qom en Formosa. Diciembre, la Federal de Aníbal Fernández y la Metropolitana de Macri asesinaron a tres inmigrantes en el Indoamericano.

Advertencia

En marzo de este año Cristina directamente apuntó a los gremios, como los petroleros y docentes, que mantenían duras luchas. “A veces en el sector de trabajadores organizados tienen el monopolio (…) no utilicen el mismo comportamiento que critican en otros. Quiero seguir siendo compañera de los sindicatos y no cómplice de maniobras”. Y en mayo definió “no quiero ni explotación ni extorsión, ni de un lado ni del otro”
Pero la explotación “de un lado” siguió su curso. Tanto que en Jujuy el kirchnerista Blaquier es dueño del ingenio azucarero, de los campos, de la tierra y del aire. Y cuando los trabajadores pobres de Libertador San Martín decidieron pedir un poco de tierra, el kirchnerista Barrionuevo les mandó a la policía. Tres muertos.

Suman catorce ya los asesinados en movilizaciones durante la gestión de Cristina.

Ella sabe que no debe detenerse en “pequeñeces”. Por eso se va a festejar los 60 años de la Mercedes Benz. “Y bueno, nada, estamos muy contentos de estar aquí”. Y festeja con los jerarcas, “todos muy alemanes también, pero importantes aquí en Argentina”. Festeja con los que hicieron desaparecer decenas de obreros y fueron grandes colaboradores de la Dictadura.

Hace una semana atacó a los trabajadores del subte. “Parece que algunos no entendieron lo que está pasando en la Argentina (…) decir que te provoca tendinitis… (risa socarrona). Ese miércoles 7, en la inauguración de una sede de la Cámara Argentina de Comercio, remató: “últimamente cada vez que habla algún dirigente empresarial después ya no tengo que contestarle nada. Quiere decir que estamos andando bien. Ya me pasó el otro día con la UIA”.

Después de cada hecho represivo Cristina se mantiene en silencio, durante días. A lo sumo algún funcionario hace comentarios de “ocasión”.
Pero cuando los hechos van dejando el centro de atención pública Cristina vuelve a la carga con sus advertencias a los trabajadores y los sectores populares que luchan. Preámbulo, ni más ni menos, del período que se avecina.

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