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Mundo Obrero

Armstrong: ¿unidad de obreros y chacareros?

El 25 de marzo, al finalizar el lock out patronal del campo, se realizó un acto en la ciudad santafesina de Armstrong. Aunque fue minoritario, y no se concentraron los miles y miles que la Mesa de Enlace esperaba, quisiera debatir sobre la política allí planteada.

2 de abril 2009

El 25 de marzo, al finalizar el lock out patronal del campo, se realizó un acto en la ciudad santafesina de Armstrong. Aunque fue minoritario, y no se concentraron los miles y miles que la Mesa de Enlace esperaba, quisiera debatir sobre la política allí planteada.

Me preocupó mucho como trabajador y delegado metalúrgico lo que se dijo en el acto, ya que en la zona están siendo atacados miles de trabajadores de la agroindustria.

En la zona que une Córdoba y Santa Fe, con epicentro en Armstrong, existe un polo industrial de maquinaria agrícola y donde en los años de crecimiento se abrieron y reactivaron muchas de estas metalúrgicas. En todo el país trabajan 730 empresas con más de 90 mil puestos directos e indirectos, de los cuales un 70% está en esta región. Con la crisis y el conflicto del campo con el gobierno, según la UOM, estaría peligrando el trabajo de unos 40 mil obreros de esta rama.

Junto a quien peleamos

Esta situación llevó a que los metalúrgicos de esa región se movilizaran. Cortaron rutas y también participaron del acto junto con las patronales del campo y de la industria mediana. El compañero Hugo Varela, de la metalúrgica Crucianelli, dijo a la prensa: “los metalúrgicos quedamos en el medio de la pelea entre el Gobierno y los colonos. Nosotros tenemos que apoyar a los productores, porque son en definitiva los que terminan dando trabajo” (Página/12, 26/03).

Otro compañero metalúrgico de Armstrong agregó que “la única diferencia entre ellos y nosotros es que los colonos luchan por las ganancias y los obreros luchamos por un trabajo digno, para poder llevar la comida a nuestras familias. Tenemos que estar juntos para poder sobrevivir”.

Fraternalmente voy a debatir con los compañeros. Los empresarios del campo no quieren que le hagan retenciones a sus ganancias, pero sí quieren la devaluación del peso para ganar más con las exportaciones. Nosotros sabemos que si devalúan hay inflación, suben los precios y nuestro salario también se devalúa. No podemos olvidar que en todos estos años de crecimiento fue muy poco el aumento de salario para los metalmecánicos. Así que encima, cuando ellos ganaron millones, nosotros recibimos muy poco.

Los chacareros le pagan miseria a sus peones, y las patronales metalúrgicas - grandes, medianas o pequeñas - hacen lo mismo con sus obreros. Las mayores ganancias de ellos son gracias a nuestros bajos salarios. Por eso nuestros intereses son opuestos. Los chacareros chicos se unen a los de la Sociedad Rural porque reclaman lo mismo, e incluso ahora también se suma la patronal de la agroindustria. Los trabajadores no debemos hacernos cargo de los malos negocios de los capitalistas. No somos socios en las ganancias, y no seremos socios en las pérdidas.

Para que la crisis la paguen ellos

Hay incluso organizaciones de la izquierda, como el PCR-CCC o el MST, que machacan que esos industriales no son monopolistas ni tienen fábricas de miles, o los propietarios de tierras no poseen miles de hectáreas. Y llegan a decirnos que no son explotadores -aunque los econozcan como tal- que igual debemos apoyarlos y tenerlos de aliados. ¿Por qué? No podemos olvidarnos que fueron las Pymes las primeras en aplicar las leyes de flexibilización laboral al inicio de los 90. Y los patrones del campo, incluyendo a los que nuclea la Federación Agraria, tienen en su mayoría a los peones rurales en negro y bajo las leyes de la dictadura. Todos, no importa el tamaño, viven de la explotación del trabajo ajeno. Insisto, tenemos intereses distintos: no se puede juntar el agua y el aceite.

Mientras crece con razón la bronca contra la burocracia sindical, ya que la directiva nacional de la UOM (que igual que la CGT, apoya al gobierno) dejó a su suerte a los miles de trabajadores de las metalúrgicas de la agroindustria, y negocia suspensiones masivas con rebaja salarial ante las grandes patronales como Techint (Siderar y Siderca) y Acindar. Pero esta crítica justa a la inacción de los dirigentes sindicales no significa que cometamos el error de ir a las rutas con los patrones como en Armstrong.

Lo que está sucediendo en Armstrong nos tiene que hacer reflexionar. Porque ante el impacto de la crisis, reaparecen viejas recetas. Hay quienes quieren convencernos de que nuestra suerte está ligada a los “empresarios nacionales”. Y en esto también coincide la UOM de Villa Constitución que responde a la CTA.

Los trabajadores tenemos que luchar para que la crisis la paguen los capitalistas, atacando sus ganancias. Peleando porque se repartan las horas de trabajo sin reducir el salario, para que no haya ningún despido ni suspensión, u ocupando las fábricas si insisten en cerrarlas o echarnos.

Los metalúrgicos de la zona de Armstrong tienen que unirse con los peones rurales y el resto de los trabajadores, que somos también las víctimas de la crisis. No con nuestros verdugos, los empresarios y los funcionarios políticos de los distintos gobiernos.

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