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Mundo Obrero

HAY QUE EXPROPIAR A LAS EXPORTADORAS DE CEREALES

Cargill: piratas del oro verde

La multinacional estadounidense es una de las grandes procesadoras, comercializadoras y exportadoras de alimentos de cereales del país. Su lema es, justamente, “Alimentando ideas, alimentando personas”. ¿Qué ideas, a quiénes?

Lucho Aguilar

10 de abril 2008

Sembrando terror

Como es sabido, los terratenientes y empresarios del campo fueron de la partida en todos los golpes del siglo pasado. Cuando algunas críticas asomaron sobre la dictadura de Videla y Martínez de Hoz, el Centro de Exportadores de Cereales impulsó (junto a otras cámaras patronales) una solicitada para que “el mundo sepa que la decisión de entrar en la lucha que provocó e impuso la subversión, no fue privativa de las Fuerzas Armadas. (…) Las instituciones que firmamos, queremos refrendar de esta manera nuestro apoyo a aquella dolorosa pero imprescindible decisión. (...) En idénticas circunstancias volveríamos a actuar de idéntica manera” (Revista Convicción, septiembre de 1979).

Uno de los líderes de este Centro de Exportadores de Cereales es la multinacional Cargill. Al final de la dictadura, Domingo Cavallo estatizaba la fraudulenta deuda de Cargill, cargándola sobre las espaldas del pueblo trabajador.

Acopiando fortunas

Hoy Cargill es unas de las empresas privadas más grandes del mundo, con filiales en 70 países y más de 150 mil empleados. En el año 2007 declaró ganancias por 2,34 billones de dólares.

En la Argentina, se ha transformado en la mayor empresa exportadora, y cuenta con 45 centros de acopio, 5 puertos cerealeros, 11 molinos, además de frigoríficos y otras marcas.

Por estos días, la ‘sociedad sojera’ entre el gobierno y los capitalistas del campo parece crujir. Se preparan para tiempos de crisis. Pero durante el gobierno de los Kirchner, las ganancias de la empresa no pararon de crecer.

Durante 2006 Cargill Argentina exportó sus productos por más de 2.300 millones de dólares, 4.450 dólares por minuto. Durante los últimos años, fue uno de los grandes favorecidos de los subsidios oficiales, mientras se encargaba de evadir impuestos desde sus puertos privados y estafar a pequeños productores con el precio de los granos.

En 2007 todos estos números se multiplicaron, por el aumento de los precios internacionales.

Cargill impulsa la deforestación y el monocultivo. Desaloja campesinos y pueblos originarios de sus propias tierras. Promueve el trabajo esclavo, precario y mortal. Fomenta los herbicidas y pesticidas contaminantes, Cargill, una de las ganadoras del gobierno de la Argentina de los Kirchner.

Explotación a granel

Los trabajadores aceiteros de San Lorenzo denuncian a Cargill y alas multinacionales del sector: “factura 8 mil millones de pesos anuales y sólo destinan menos del 1 % de esa facturación al costo laboral. Tenemos al 70 % del personal tercerizado, encuadrado en convenios de Uocra o Comercio. Hasta hay personas que ganan 600 pesos por mes. El problema es que los empresarios se sientan a la mesa directamente con el presidente (Néstor) Kirchner” (El Eslabón, mayo de 2007).
Un trabajador portuario de Ingeniero White agrega a La Verdad Obrera: “acá el grueso de los trabajadores son jornaleros, trabajan por cantidad de toneladas que descargan. Tienen salarios por debajo de la media, jornadas de más de 12 horas por 1200 pesos. Vienen de Cargill o Profertil, se llevan la cantidad de laburantes que necesiten por 25 pesos por día. Si no estás relacionado con los caudillos del sindicato portuario te marginan, y las empresas aprovechan esta relación laboral para no tenerte en blanco”.

En 2005 Cargill compró el frigorífico Finexcor. Al poco tiempo, hubo despidos en sus plantas de Buenos Aires y Santa Fe, y no se permitió el ingresó de delegados sindicales. Los trabajadores habían reclamado por cuestiones salariales y de condiciones de trabajo. No quieren terminar como sus hermanos de Brasil, donde las plantas de la multinacional son llamadas “fábrica de mutilados”, a raíz de la gran cantidad de accidentes y muertes que ocurren a raíz del esfuerzo repetido, las largas jornadas y los golpes de la máquina.

Es que la dictadura patronal sigue viva en las plantas de Cargill.

¿Hasta cuándo?

El 31 de marzo, en medio del lockout agrario, Yago Javier Rafaelli murió por desnutrición en el Hospital de Salto (Provincia de Buenos Aires). Tenía 8 meses. Para los que no conocen, Salto es el lugar más rico de la pampa húmeda, donde abundan los campos de soja. Donde el Presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, tiene 2.200 hectáreas.

También durante el lock out agrario, Cargill fue uno de los organizadores del seminario que realizó en Rosario la Fundación Libertad, donde participaron intelectuales, políticos y empresarios de la derecha más recalcitrante.

En la Argentina capitalista, mientras hay pibes que se mueren de hambre, Cargill y las empresas que concentran el acopio y comercialización de cereales siguen especulando para amasar fortunas. Un sistema así no merece seguir existiendo.

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