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Con militares, peronistas o radicales, seguimos muriendo en abortos clandestinos

1ro de abril 2004


A partir de la muerte de Perón, en 1974, su esposa María Estela Martínez (Isabel) asumió la presidencia y alentó políticas poblacionistas. El ministro de Bienestar Social José López Rega –el mismo que alentó los asesinatos de la Triple A- promulgó un decreto que prohibía todas las actividades destinadas a la anticoncepción. Se cerraron las dependencias que atendían este tema en los hospitales públicos, se obligó a hacer recetas por triplicado y a ser archivadas para el expendio de anticonceptivos y se realizaron campañas de "educación sanitaria" que destacaban los riesgos de las prácticas anticonceptivas.
La dictadura militar, el gobierno radical de Alfonsín, la década menemista, el recambio de la Alianza y los nuevos aires kirchneristas, nada han cambiado sustancialmente en relación al derecho al aborto, desde entonces.
Niños, cocina e Iglesia para las mujeres
Con el golpe de 1976, se ratificaron las prohibiciones del gobierno peronista sobre los derechos sexuales y reproductivos. Junto con esto, la dictadura realizó una propaganda a gran escala acerca de que los peligros de la "subversión" se originaban en la destrucción de la familia, "célula básica de la sociedad" y garante del orden social. Como en el régimen nazi, las tres K de "niños, cocina e Iglesia" (en alemán, se dice "kinder, küche, kirche") eran los asuntos de los que debían ocuparse las mujeres.
En 1977, en pleno terrorismo de Estado, el decreto 3938 afirma la necesidad de "eliminar las actividades de control de la natalidad." Mientras tanto, se sucedían los secuestros, las torturas y los asesinatos de activistas sindicales, políticos y sociales. Los que hablaban de la familia, eran los mismos que secuestraban embarazadas, las torturaban y robaron sus bebés que fueron apropiados, vendidos y entregados como botín de guerra.
Con la caída de la dictadura, las mujeres volvieron a organizarse y recomenzó la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, el derecho al aborto, al divorcio y la patria potestad compartida, etc. Pero, aunque el gobierno de Alfonsín encomendó al Ministerio de Salud que se promovieran acciones para difundir información y asesorar en materia de anticoncepción, lo cierto es que la continuidad de la política económica con el pago de la deuda externa, dificultó enormemente la implementación del acceso gratuito a los anticonceptivos en los hospitales públicos y otras dependencias. Y aunque el funesto decreto de López Rega fue derogado, el gobierno estableció que la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia promovería la familia como célula básica de la sociedad.
Menem y su cruzada contra las mujeres
El peronismo retornó al poder con Menem, en medio de la hiperinflación. Durante la década menemista, se consolidó aún más el proceso de reformas económicas comenzado en la dictadura.
En 1994, a través del Pacto de Olivos entre el presidente y la UCR, se planteó la reforma de la Constitución que posibilitó la reelección que favoreció a Menem. En esa reforma se impuso una cláusula que establecía el derecho a la vida desde el momento de la concepción. Más de cien organizaciones de mujeres y grupos feministas conformaron Mujeres Autoconvocadas para Decidir en Libertad (MADEL), para enfrentar la ofensiva reaccionaria del gobierno encabezada por el chupacirios Rodolfo Barra, ministro de Justicia, con la anuencia de gran parte de la oposición. La ofensiva incluyó la destitución de la titular del Consejo Nacional de la Mujer y de todas las mujeres que integraban el Programa de Igualdad de Oportunidades para la Mujer que funcionaba en el Ministerio de Educación y que había incorporado la educación sexual a los contenidos básicos de los programas escolares, fuertemente resistido por la Iglesia.
Mientras el proyecto de ley escrito por las mujeres de la Comisión por el Derecho al Aborto no encuentra eco en ninguna bancada, la entonces "opositora" Fernández Meijide promueve una ley de procreación responsable que no incluye siquiera la despenalización del aborto. En Córdoba, donde gobernaba el radicalismo, la ley queda limitada a recomendar los métodos naturales y la abstinencia como métodos anticonceptivos.
Luego, en el gobierno de De la Rúa, Fernández Meijide y "los progresistas" de la Alianza olvidaron sus discursos para hundir al país en una de las mayores crisis de las que tenemos memoria. Las mujeres no sólo no obtuvimos el derecho al aborto, sino que nos vimos obligadas a hacer frente a una situación de indigencia, desocupación y miseria inusitadas.
La cuarta K
Con el gobierno de Kirchner, muchas mujeres nuevamente se ilusionaron con que sus derechos serían reconocidos. Pero el "progresista" Dr. K se apropió de las demandas de las mujeres y las utilizó en su política de maquillaje del mismo régimen que las mujeres salimos a repudiar con cacerolas y cortes de rutas.
La campaña feroz de la Iglesia atacando a la jueza Argibay por su pronunciamiento a favor del derecho al aborto, le hizo un gran favor. Mientras la sociedad se debatía a favor o en contra de Argibay, se impedía pensar que lo que no queremos es una Corte Suprema que, con varones chupacirios o mujeres ateas, está para hacer cumplir las mismas leyes antiobreras de siempre; leyes que también están contra los derechos democráticos más elementales de las mujeres.
Como si no fuera suficiente, el gobierno, en boca de Alberto Fernández, le repitió al Vaticano que "ha hecho muchas cosas para evitar el aborto" y que "jamás ha promovido su despenalización".
Menem instituyó el Día del Niño por Nacer y, en el gobierno del Dr. K, la Iglesia se dio el lujo de hacer una manifestación frente al Ministerio de Educación de belicosos fieles que rezaron rodeados de imágenes de embriones humanos, con las que empapelaron la ciudad del "progresista" Ibarra el último 25 de marzo.
Si para muestra basta un botón, ya tuvimos bastantes. Somos las mujeres trabajadoras, de los sectores populares, las mujeres desocupadas, estudiantes y todas las que estén por defender los derechos democráticos las que debemos organizarnos para luchar por nuestros derechos, independientemente del Estado, sus partidos patronales y la Iglesia, junto a la clase trabajadora. Por eso, las mujeres del PTS, que integramos la agrupación Pan y Rosas, creemos que es necesario poner en pie una gran campaña nacional por el derecho al aborto libre y gratuito.
El artículo completo puede leerse en www.andreadatri.com.ar





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