Lula “socializando las pérdidas” y ayudando a la concentración
de capitales

Con su medida de gobierno más reciente, Lula intenta atribuir “superpoderes” a los bancos federales para que compren activos más o menos “saludables” o “tóxicos” no sólo de todo tipo de instituciones financieras, sino también de empresas no financieras. Con esto, intenta “esquivar” los controles jurídicos, fiscales y contables que recaen sobre acciones de “salvataje” que podrían ser realizadas por el Banco Central, facilitando los negociados entre los jefes de los bancos federales designados por los partidos del gobierno y los monopolios capitalistas “amigos” del PT1. Sea por el ofrecimiento de créditos “a fondo perdido” o de infinidad de otros tipos de subsidios, el gobierno utiliza el dinero público para facilitar el proceso de adquisición de aquellas empresas con dificultades financieras por los monopolios “más saludables”. O sea, al mismo tiempo que “socializa las pérdidas capitalistas con la población”, funciona como agente al servicio de la concentración de capital.

Si para salvar a los capitalistas han sido tomadas todo tipo de medidas con el dinero público, Lula ofrece nada más que el silencio ante las consecuencias de la crisis que ya comienza a alcanzar a los trabajadores con despidos en masa en la industria de electrodomésticos, anuncios de vacaciones colectivas en varias ramas de la producción, y endurecimiento de la patronal en las negociaciones salariales, siendo que los datos estadísticos muestran cómo el promedio de los índices de reajustes salariales en 2008 ya es inferior al promedio de los últimos años, justamente ahora cuando la inflación más corroe los salarios.

La derrota del PT y de Lula en San Pablo

Las elecciones municipales recientemente concluídas tuvieron un resultado contradictorio para Lula y para el PT. Por un lado, el conjunto de los partidos del gobierno (PT, PMDB, PP, PTB, etc.) salieron favorecidos mientras el conjunto de la oposición (PSDB, DEM, PPS) declinó en relación a las elecciones de 2004. Esto revela que la alta popularidad de Lula tuvo una importante influencia.

Por otro lado, la derrota que el PT sufrió en algunas de las principales capitales del país, y en especial en San Pablo, da a la victoria electoral un amargo sabor a derrota política para Lula y su partido. Fue una demostración de cómo en los principales centros urbanos el elemento determinante en los resultados fue la inercia del ciclo de crecimiento de los años anteriores, que terminó favoreciendo un índice inédito de reelecciones.

El resultado electoral en San Pablo fortalece en gran medida a José Serra, el principal adversario de Lula hacia las presidenciales de 2010. Y el resultado obtenido por el PMDB, que salió como el principal ganador de la disputa, es en realidad un arma de doble filo para el lulismo.

El PMDB es un partido compuesto por caciques regionales que buscan beneficiarse al máximo del “oficialismo” en cada momento. Eso hace que el gobierno a partir de ahora tenga que “pagar” un precio más alto por ese aliado. Y plantea un escenario más bien indefinido para 2010, pues en la medida en que la crisis económica debilite al lulismo, importantes sectores del PMDB pueden comenzar a migrar progresivamente hacia el “barco” de Serra, como ya sucede en San Pablo.

Esta combinación entre el resultado electoral y el deterioro de las condiciones económicas plantea un escenario de una gran incertidumbre sobre la capacidad de sostenimiento del “fenómeno Lula” a mediano plazo; aunque no sea mecánico o automático el debilitamiento de la popularidad de Lula en función de la crisis económica.

La burocracia sindical y las respuestas de la clase obrera

A pesar de que la crisis internacional haya comenzado a impactar más directamente a la burguesía brasileña en los últimos meses, sólo a partir de octubre comienzan a surgir lentamente los primeros indicios que apuntan a un deterioro de las condiciones de empleo e ingresos, lo que puede comenzar a alentar un mayor descontento. Aún así, hemos visto una importante disposición de luchas económicas en sectores centrales de la clase obrera este año, como por ejemplo en la huelga de los bancarios, las ensambladoras, los correos y de sectores de la construcción civil, que se enfrentaron con la dureza de la patronal en las negociaciones salariales. También se han desarrollado fenómenos de luchas y organización entre los sectores más precarizados de la clase trabajadora.

Entretanto, la burocracia sindical ha podido contener y desviar esas luchas, impidiendo que se radicalizaran, se politizaran y se extendieran a otros sectores; alimentando el aislamiento de los sectores precarios y tercerizados en relación a los sectores más organizados de la clase trabajadora.

Ahora, con el inicio de la crisis económica, la burocracia oscila entre aquellos que practican un silencio ensordecedor – como si la crisis en nada alcanzara a los trabajadores –, y los que, a coro con el gobierno petista, definden el “estímulo al mercado interno” y dicen a viva voz que “los trabajadores no van a pagar por esta crisis”. Pero esto no hace sino revelar su hipocresía, ya que al mismo tiempo no hacen nada, por ejemplo, contra las vacaciones colectivas en las ensambladoras, que están entre las patronales que más ganaron en los últimos años, o contra los despidos que ya se comenzaron a anunciar.

En este marco, se hace más necesario que nunca preparar a la vanguardia para enfrentar la crisis. Cada vez cobra mayor importancia el llamado que el Sindicato de Trabajadores de la USP (Sintusp) hace a Conlutas2 y que desde la LER-QI apoyamos: impulsar un Encuentro Nacional de Trabajadores que levante un programa obrero independiente al servicio de enfrentar los ataques que ya están en curso y los que están por venir.