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Círculos marxistas

El compromiso militante

4 de febrero 2005

Más allá de las normas estatutarias y las condiciones mínimas de todo militante (pasar la prensa partidaria, la colaboración económica y participación en las reuniones de equipo), la militancia revolucionaria implica un profundo compromiso con la apasionante tarea de transformar la realidad. En las Tesis de la III Internacional Lenin afirma: “La adopción de un programa comunista no es más que la manifestación de la voluntad de convertirse al comunismo. Si no se acompañan con acciones comunistas y si dentro de la organización del trabajo político, se mantiene la pasividad del conjunto de los militantes, el partido no cumple ni en lo más mínimo lo que prometió al proletariado al aceptar el programa comunista. Porque la primera condición para una concreción verdadera de ese programa, es impulsar a todos los militantes al trabajo cotidiano permanente...”
León Trotsky, hacia la fundación de la IV Internacional plantea: “Queridos amigos, nosotros no somos un partido como todos los demás. Nuestra ambición no se limita a desear más miembros, más periódicos, más dinero en las arcas, más diputados. Todo esto es necesario, pero solo como un medio. Nuestro objetivo es la liberación material y espiritual total de los trabajadores y explotados mediante la revolución socialista; nadie la preparará, nadie la guiará salvo nosotros.... Las viejas internacionales, la Segunda, la Tercera, la de Amsterdam, a la que agregamos la oficina de Londres, están podridas de tomo a lomo.
Los grandes acontecimientos que vive la humanidad no dejarán de estas organizaciones una piedra sobre otra. Solo la IV Internacional mira con confianza el futuro. Es el partido Mundial de la Revolución Socialista. Jamás hubo mayor tarea sobre la tierra. Sobre cada uno de nosotros hay una responsabilidad histórica tremenda.
Nuestro partido nos exige en forma total y absoluta. Que los filisteos busquen su propia individualidad en el espacio. Cuando un revolucionario se entrega por entero al partido, se encuentra a sí mismo.
Sí, nuestro partido nos acapara en forma total. Pero nos da, en cambio, la mayor felicidad: la conciencia de que uno participa de la construcción de un futuro mejor, de que uno lleva sobre sus hombros una partícula del destino de la humanidad, y de que uno no habrá vivido en vano.
La fidelidad para con la causa de los trabajadores nos exige la más alta lealtad hacia nuestro partido internacional. Desde luego, el partido puede equivocarse. Corregiremos esos errores mediante nuestro esfuerzo común. En sus filas pueden penetrar elementos indignos. Los eliminaremos mediante nuestro esfuerzo común. Los miles que ingresarán mañana a sus filas, probablemente se verán privados de su educación necesaria. Mediante nuestro esfuerzo común elevaremos su nivel revolucionario. Pero jamás olvidaremos que nuestro partido es la palanca más poderosa de nuestra historia. Separados de esta palanca no somos nada. Con esta palanca en la mano somos todo.”

Prensa

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