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Debates

El giro "partidista" del PO

29 de octubre 2004

Después de actuar casi diluido durante más de dos años en su colateral piquetera, el Polo Obrero, Jorge Altamira reafirmó el “giro partidista” que viene teniendo el discurso del PO en las últimas semanas. En el acto en el Obelisco el sábado 23 de octubre, Altamira señaló: “No vamos a construir una alternativa obrera y socialista sin una política de partido, sin organización. ¿Qué quiere decir una política de partido? Quiere decir exactamente lo siguiente: que nos concentramos intelectualmente, propagandísticamente y organizativamente en alcanzar un objetivo estratégico. Cuando alguien dice: ‘hay que construir un partido’, quiere decir que hay que concentrarse en alcanzar un objetivo estratégico. Cuando alguien dice que no hay que construir un partido, dice que no tienen importancia los objetivos estratégicos, que hay que vivir el día a día; o sea que se adapta”1. Compartimos plenamente esta afirmación. Pero lo cierto es que entre el discurso de Altamira y la práctica del PO existe una gran distancia. 

”Vivir el día a día”

Es así que si algo viene caracterizando al PO es su constante ceder al “día a día”, expresado en una búsqueda pragmática de algún atajo frente a la falta de protagonismo que tuvieron los principales sectores de la clase trabajadora en el período que va de las jornadas de diciembre de 2001 al ascenso al gobierno de Kirchner, con la excepción del limitado en extensión pero muy altamente simbólico movimiento de fábricas ocupadas. De ahí su constante ceder en sus análisis y política a las presiones de aquellos que vieron en la falta de protagonismo coyuntural de los sectores fundamentales del proletariado un dato estructural, como es el ejemplo de la política populista del MIJD de Castells con la que polemizamos varias veces en estas páginas. Pragmatismo también expresado en el abandono del análisis de clase a la hora de dar cuenta de los distintos fenómenos políticos, que lo llevó a embellecer a Nito Artaza (“Nito Artaza piquetero!”, tituló Prensa Obrera en letra catástrofe) o su lamentable participación en las dos primeras movilizaciones convocadas por Blumberg.

”Piqueterismo”

La expresión más acabada de esta orientación pragmática, que ha distinguido la práctica del PO en los últimos años, es lo que denominamos “piqueterismo”. Justamente días pasados me tocó debatir sobre este punto con Pablo Rieznik, en el marco de un panel realizado durante el II° Congreso Nacional de Sociología2.
En dicho debate, la polémica se dio a partir de una afirmación hecha sobre el final de mi intervención inicial en la que señalaba que en la situación actual se evidencia un retroceso de dos de las estrategias que fueron dominantes en la izquierda durante el proceso posterior a las jornadas del 19 y 20 de diciembre: el “autonomismo” y el “piqueterismo”3.
Rieznik, previsiblemente, recogió el guante, cuestionándome por “subestimar el papel jugado por el movimiento piquetero” y tratando de hacer una amalgama entre la crítica a la estrategia “piqueterista” y el hecho negativo del avance del gobierno sobre el movimiento de desocupados. Una amalgama porque, aunque relacionadas, ambas cuestiones enfocan dos problemas de signo inverso.
Una, la crisis de una estrategia que bajo la sobreestimación del potencial del movimiento de desocupados tendió a subsumir tras la pelea por el mantenimiento de los planes y bolsones de comidas, es decir, por las reivindicaciones inmediatas de las organizaciones de desocupados, al conjunto de los trabajadores y de los sectores en lucha. El “piqueterismo”, que no puso en su centro la lucha por el “trabajo genuino” y la unidad entre trabajadores ocupados y desocupados, se caracterizó también por la organización de los desocupados a través de agrupaciones “colaterales” a cada organización que conseguía, en formas diversas, el control de una cierta cantidad de planes, ya sean “autonomistas” o “partidistas”, según una matriz en la que la identidad política de los desocupados era condicionada por la organización que conseguía los planes. Se da así el caso que existiendo dos o más movimientos construidos en una misma zona, todos los organizados por la CCC responden políticamente a tal organización; o lo mismo si son organizados por el Polo Obrero, el MTL, o los distintos MTD Aníbal Verón, en vez de darse una lógica pluralidad de posiciones al interior de una organización territorial común en la cual disputar acerca de las distintas orientaciones y políticas propuestas. Justamente la propuesta de poner en pie un movimiento único de las organizaciones combativas del movimiento de desocupados, con pluralidad de tendencias en su interior, que venimos proponiendo desde el PTS, apuntaba a combatir este rasgo que ha dificultado y no potenciado un desarrollo más masivo del movimiento militante de los trabajadores desocupados.
Es indudable que tanto la falta de una orientación consecuente hacia la unidad con los trabajadores ocupados como la ausencia de un movimiento único, así como la reproducción en gran parte de los movimientos piqueteros de prácticas clientelares (como el pase de lista en las marchas), han contribuido a su retroceso y al relativo éxito de la reaccionaria política gubernamental de cooptación de algunos (los “piqueteros oficialistas” de la FTV, Barrios de Pie y otros) y aislamiento de los que no acepten un alineamiento político automático con el gobierno de Kirchner. Al contrario que la crisis del “piqueterismo”, esta segunda cuestión, el retroceso más general del movimiento de desocupados, es un elemento claramente negativo de la actual situación política, en la cual el gobierno, combinando la cooptación y la represión, ha avanzado en la “pasivización” de uno de los sectores que, luego de diciembre del 2001, ocuparon el centro de la escena. 

Unidad de la izquierda obrera y socialista para luchar por un Frente Político de Trabajadores

El “piqueterismo” es lo opuesto de una política de partido: es una rebaja de los objetivos estratégicos para “vivir el día a día” y “adaparse”, en este caso a una política centrada en la administración de los planes sociales. ¿O no fue acaso la “teoría” del “sujeto piquetero” que el PO sostuvo en todo este período un abandono del objetivo estratégico para todo “partido obrero” que se precie de tal de ganar influencia entre los batallones centrales de la clase trabajadora de la industria y los servicios, sin los cuales plantear la perspectiva de una revolución social en Argentina no es más que charlatanería? Es un claro ejemplo de la contradicción entre la práctica del PO y el discurso de Altamira de la que hablamos al comienzo.
Desde el PTS consideramos de la mayor urgencia presentar una verdadera “alternativa obrera y socialista” contra el gobierno de Kirchner. Sin autoproclamación alguna, venimos llamando al PO y a otros grupos que reivindican tal perspectiva unirnos para luchar en común por un Frente Político de Trabajadores4, buscando aunar fuerzas para que los sectores más avanzados de la clase obrera den un paso adelante en el desarrollo de su conciencia política ayudando a acelerar la experiencia de los trabajadores con el gobierno “nacional y popular”. Si las palabras de Altamira en el Obelisco son algo más que un reacomodamiento discursivo para pasar del “piqueterismo” a una autoproclamación impotente, nada impide que el PO responda positivamente a esta propuesta para unir a la izquierda obrera y socialista. Esperamos que así sea. 

1 Prensa Obrera N° 874, 28-10-04.
2 El II° Congreso Nacional de Sociología se realizó en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA entre el miércoles 20 y el sábado 23 de octubre. El panel de referencia se realizó bajo el título “La izquierda y la situación actual”, participando del mismo Pablo Bonavena, José Castillo (MST), Pablo Rieznik (PO) y quien escribe, con la coordinación de Luis Fanlo, todos docentes de la dicha facultad. A diferencia de la gran mayoría de los participantes en el congreso, la mesa tuvo la peculiaridad de reunir a expositores que reivindicamos el modelo del “intelectual militante”, y que habitualmente hemos compartido numerosas instancias de lucha en la Universidad de Buenos Aires. La misma realización de la mesa, relativamente atípica para lo que son los estándares de los medios académicos locales, fue, aún en el marco de un Congreso caracterizado por una orientación de conjunto “institucionalista”, un inevitable reconocimiento al peso intelectual y político logrado por la izquierda marxista y militante en la Facultad de Ciencias Sociales, en general, y en la Carrera de Sociología, en particular, como ya había expresado en su momento el proceso por la elección directa. Tuvo por ello razón Pablo Bonavena cuando señaló la confrontación planteada entre quienes estábamos en la mesa y quienes sirven y han servido desde su lugar de “cientistas sociales” a la aplicación de las políticas antiobreras y antipopulares.
3 Nuestra evaluación del movimiento de desocupados y la crítica al “piqueterismo” puede leerse más desarrollada en dos artículos de Ruth Werner y Facundo Aguirre, “Movimiento piquetero, entre la lucha de clases y la institucionalización” y “Mistificación y justificaciones sobre el ‘piqueterismo’”, aparecidos en Estrategia Internacional N° 21, además de diversos artículos publicados en números anteriores de La Verdad Obrera.
4 Esta propuesta la hemos también dirigido entre otros grupos al MAS y al MST si rompe con Izquierda Unida y su política frentepopulista.

 

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