En diciembre de 1976 estuve secuestrada 15 días en el centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca. A Julián “Laucha” Corres lo conocí personalmente, tenía 23 años y ya participaba en las sesiones de tortura. En cierto sentido, se lo puede comparar con Astiz, ya que se infiltró en la Universidad de Bahía Blanca, entre los estudiantes, y colaboró en la desaparición y muerte de varios de ellos.

En esa época éramos muchos los jóvenes secuestrados y en aquella zona los torturadores eran “más expeditivos” con los detenidos, en cuestión de días decidían si vivías o no. El “laucha” además era prepotente y junto a su Jefe Cruciani se consideraban amos y señores, ejecutando las ordenes que recibían del V Cuerpo del Ejército.

Cuando Corres “se pisó” en los Juicios por la Verdad, reconociendo que era el “Laucha”, seguía impunemente al frente del Servicio de Inteligencia en Río Gallegos. Después de los Juicios lo “guardan” en Campo de Mayo.

Hoy vemos una complicidad total que va desde el Juez ˜álvarez Canale, la Policía Federal hasta quienes lo ayudan a salir. Esto es producto de que no hay avances en las causas y de que no se ha desmantelado el aparato represivo del Estado.

Patricia Chabat, miembro de Unión por los Derechos Humanos, organismo integrante del espacio Justicia Ya!