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Neuquén

PENA DE MUERTE

¿El show debe continuar?

PTS Neuquén

4 de abril 2009

Las declaraciones de Susana Giménez sirvieron para darle más impulso al “debate” sobre la inseguridad. “El que mata, tiene que morir”. Y siguió. “Terminen con los derechos humanos y esas estupideces. Basta con los los menores; el que mata tiene que morir”. Si, así de corta.
“Los asesinos ya declararon la pena de muerte. Nosotros tenemos que tener el derecho a la vida y a la revancha. Son irrecuperables, lo que dijo Susana me parece perfecto”, arremetió después el cantante Cacho Castaña. “A mi me parece casi una falta de respeto cuestionar a Susana, que estuvo visceral y perfecta… ¡Y la felicito!”, remató Moria Casán.

Podríamos seguir citando a muchos otros personajes de la farándula que se sumaron a la cruzada por la pena de muerte y la mano dura. Todos a favor de la idea de la represión estatal como solución a la “inseguridad”. Incluso quienes no llegan a avalar la pena de muerte se ubican desde la premisa de que hay que disparar contra los “delincuentes”. “Me parece que matar al que mata no es lo más acertado. Sería poner un parche. Ahora, que el que mate pierda un miembro, no estaría mal. Si roba, le sacan un dedo. Si vuelve a robar, le sacan otro. Así habría una conducta”. Escalofriantes palabras de Mike Amigorena, protagonista de “Los exitosos Pells.”

Estas temerarias frases vienen a reforzar la campaña contra la “inseguridad” instalada desde los medios y fogoneada por distintos personajes, casi todos con algún pasado cercano a la dictadura como Carlos Blumberg, y por políticos de la mano dura como De Narváez o Macri.

La “inseguridad” en números

En Argentina la tasa de encarcelamiento se triplicó entre 1980 y 20081. Sin embargo la tasa de homicidios bajó de 9,6 a 5,1 cada 100.000 habitantes entre 2001 y 2008, uno de los más bajos del mundo. Por otro lado, la asociación entre menores y asesinatos, transformada en “sentido común” por los medios, no se condice con la realidad. De acuerdo a un informe de la Secretaría de Derechos
Humanos del Ministerio de Justicia y UNICEF2, menos del 1% de los 20.000 niños y adolescentes privados de su libertad en Institutos correccionales de menores están afectados a delitos de sangre.
Para ver cómo la “sensación” de inseguridad es creada a fuerza de repetición en los noticieros, programas de opinión y hasta de espectáculos o deportes, veamos otro dato de la realidad. En la Argentina, de acuerdo a un informe de la CORREPI de diciembre de 2008, “El gobierno de los Kirchner, en conjunto, lleva más de mil muertos por el gatillo fácil y la tortura en 66 meses de gestión. Desde el 25 de mayo de 2003 a la fecha, el matrimonio presidencial, el ministro Aníbal Fernández, sus fuerzas de seguridad, y los gobiernos provinciales y las fuerzas provinciales, nos han matado un pibe día por medio. Dieciséis por mes.”

Sí, día por medio la policía y las fuerzas represivas matan a un chico, y no sale en los medios. Se esconde esta realidad y se machaca con los robos para generar un clima de inseguridad y ganar apoyo social, para fortalecer el aparato represivo llamado a garantizar “seguridad”.

“Asegurar” la propiedad privada

Siguiendo a Federico Engels, podemos decir que el Estado moderno es, en última instancia, “una banda de hombres armados” para defender la propiedad privada capitalista. La histeria de la farándula, los medios de comunicación y las clases acomodadas tiene el objetivo de fortalecer la idea de la represión estatal como solución a la “delincuencia”, para represtigiar a las distintas policías, fuerzas de seguridad y el crecimiento de las empresas de seguridad privada, cueva de represores de la dictadura y policías exonerados. Políticos opositores abanderados de la “mano dura” así como los kirchneristas coinciden en la necesidad de fortalecer esta “banda de hombres armados”, porque saben que la necesitan para defender este “orden” de explotación contra cualquier insubordinación de los trabajadores y los sectores populares.

Con esta campaña buscan, por un lado, fortalecer el aparato represivo y la idea de “blindar” las ciudades para vivir seguros, y, por el otro, sembrar en el sentido común que la propiedad privada está por encima de la vida. Hoy vale más un auto que la vida de un “chorro”, mañana valdrá más el derecho de un patrón a cerrar “su” fábrica que el de los trabajadores a defender su trabajo. Y estará en todo su derecho a mandar la represión y, por qué no, asesinar a algún trabajador que quiera cuestionar el derecho a la propiedad privada.

Ningún pibe nace chorro

Esta cruzada contra la “inseguridad” busca criminalizar la pobreza, segregando y marginando a millones de pobres. Quieren, con la violencia, la represión y las cárceles, preservar este orden social basado en la desigualdad, donde el 30% más rico se apropia del 62,5% de los ingresos, mientras el 40% más pobre se queda sólo con el 12,5%.3 Lo cierto es que son los capitalistas y sus gobiernos los que empujan a millones a la pobreza. Y no hace falta ser muy lúcido para darse cuenta que a mayor pobreza, desocupación y miseria, mayor es la cantidad de personas empujadas al robo para poder sobrevivir.

Los mismos que piden mano dura son los que defienden este sistema social regresivo, que degrada la vida de millones y empuja a miles a esta situación de descomposición social y violencia extrema entre los mismos pobres. Y sin terminar con el capitalismo seguirá creciendo este fenómeno relativamente nuevo de miles de personas completamente marginadas y desclasadas, que quedan incluso por fuera de los sectores más bajos de la clase obrera.

Tiburones y sardinas

“Nadie piensa ahora en las figuras pálidas y tristes que suspiran tras los barrotes de la prisión por haber violado las leyes ordinarias. Sin embargo, también ellos son víctimas desgraciadas del orden social infame (...) La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar a los tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas. Los especuladores que ganaron millones durante la guerra han sido absueltos o han recibido penas ridículas. Los ladronzuelos, hombres y mujeres, han sido sancionados con severidad draconiana.”

Estas palabras escritas por la revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo al salir de la cárcel en 1918 en Alemania mantienen sorprendente vigencia.
En la Argentina también los capitalistas, banqueros y políticos patronales que estafan, defraudan y se roban millones son liberados por la “red” de esta justicia de clase mientras se condena a los pobres y “sardinas” que roban, empujados por la miseria a la que son condenados por el capitalismo.

Exite también un cardumen de “tiburones voraces” que son responsables de la mayor red delictiva, de robos y desarmaderos de autos, de trata de mujeres y niños, de salideras banacarias, tráfico de armas y drogas: las distintas policías provinciales y la Federal. De la impunidad de ellos no se habla tampoco en la farándula.

Derechos Humanos y dictadura

Quienes piden que nos “dejemos de joder con los derechos humanos”, como Susana Giménez, seguramente añoran los tiempos de la dictadura. Estos llamados tienen la intención de desprestigiar la lucha de años de los organismos de Derechos Humanos contra la impunidad y por el castigo a los represores de la dictadura, contra el “gatillo fácil” y toda represión estatal. Para fortalecer las fuerzas represivas hay que pasar por alto sus “errores y excesos”. ¿Acaso querrán estos fachos volver a la dictadura, con su “pena de muerte” en masa?
La “vicerales” e impulsivas palabras de la diva están cargadas de un gran odio de clase. El mismo odio que llevó a los capitalistas a golpear la puerta de los cuarteles hace 33 años. También estaban, por aquellos años, los “famosos” que le ponían música, luces y glamour a la represión.


1 Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente
2 “Privación de la libertad. Situación de niños, niñas y adolescentes en Argentina”
3 Crecimiento y Distribución 2003-2007. IEF-CTA


Contra la pena capital

“La revolución proletaria debería arrojar un rayo de bondad para iluminar la triste vida de las prisiones, disminuir las sentencias draconianas, abolir los bárbaros castigos -las cadenas y azotes- mejorar en lo posible la atención médica, la alimentación y las condiciones de trabajo. ¡Es una cuestión de honor!

El régimen disciplinario imperante, impregnado de un brutal espíritu de clase y de barbarie capitalista, debería modificarse radicalmente.” Pero una reforma total, acorde con el espíritu del socialismo sólo puede basarse en un nuevo orden social y económico; tanto el crimen como el castigo hunden sus raíces profundamente en la organización social. Sin embargo, hay una medida radical que puede tomarse sin complicados procesos legales. La pena capital, la vergüenza mayor del ultrarreaccionario código alemán, debería ser eliminada de inmediato.” (Rosa Luxemburgo, Contra la pena capital, noviembre de 1918).

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