Mientras trata de abarajar la crisis que se abrió con los casos de corrupción desde Skanska hasta la valija de los 800 mil dólares, pasando por la bolsa de Felisa Miceli y los gastos exhorbitantes de Romina Picolotti, a lo que se suma el ataque de Varizat (ex funcionario kirchnerista) contra las maestras y maestros santacruceños, a quienes arrolló con su camioneta, Kirchner promueve la candidatura de Cristina diciendo que “en Argentina la profundización del cambio viene de la mano de una mujer”.
Sin embargo, no hay maquillaje que alcance a ocultar el verdadero contenido de clase de la política que promueve el matrimonio K: Cristina les dice a los banqueros y empresarios del Council of The Americas “Señores, Argentina es una muy buena oportunidad de negocios”. Reajuste de tarifas para las empresas de servicios privatizadas, pago de la deuda externa de 6.500 millones de dólares al Club de París y mejores condiciones para que los empresarios sigan superexplotando a jóvenes trabajadoras y trabajadores forman parte de un programa que se anuncia sin rubor: la misma Cristina habría dicho en Wall Street que había que “volver viable a la Argentina dentro de la lógica capitalista”.

Nada menos que continuar (y profundizar) la tarea de su marido, bajo cuya gestión, las 500 empresas más grandes aumentaron sus ganancias en casi un 100%, mientras el poder adquisitivo promedio de la clase trabajadora se encuentra aún por debajo de los niveles previos a la devaluación y, hasta un tercio, recibe salarios que no cubren siquiera la línea de pobreza. Pero, para esconder bajo la alfombra a los millones de pobres que existen hoy en nuestro país, el gobierno mantiene intervenido al INDEC que “dibuja” los índices de precios según convenga.

Luego de las derrotas electorales, las huelgas docentes en Neuquén, Salta y Santa Cruz, donde cayó el gobernador K y ahora se encuentra en crisis su sucesor, luego del bochorno de Skanska, los casos de corrupción en los que estuvieron implicados altos funcionarios del gobierno, incluyendo a la ex ministra Felisa Miceli, el incendio de la estación Constitución por el hartazgo que genera el desastroso transporte público, la insatisfacción generalizada por los bajos salarios... el gobierno pretende retomar oxígeno con la candidatura de Cristina, pero el que verdaderamente se recompone es el régimen de esta democracia degradada que había sido herido de muerte en el 2001, cuando gritábamos “que se vayan todos”.
La oposición, por su parte, es más de lo mismo. Si Cristina propicia la “institucionalización” y el “pacto social” que fue aprobado con beneplácito por empresarios y burócratas sindicales, Elisa Carrió propone avanzar en la recomposición “republicana” de este podrido régimen político de la mano del cardenal Bergoglio. En lenguaje llano: reconciliación con los militares genocidas, para “poner fin a los enfrentamientos con el pasado”, mientras se está por cumplir un año ya que Julio López permanece desaparecido.

También están los que nos quieren presentar a Gabriela Michetti como una cándida señora ajena a la política. Ella dice que “en política, las mujeres somos más sensibles que los hombres”, pero lo que calla es que no nació a la política el mes pasado de la mano del derechista Macri, sino que fue funcionaria del Ministerio de Economía durante las gestiones de Domingo Cavallo y Roque Fernández y que trabajó para el BID y el Banco Mundial en el 2002. Hoy, la diputada Nora Ginzburg del PRO ya está fogoneando un interbloque en el Congreso, con los represores Sobisch y Bussi para limitar aún más los fundamentos del aborto legal y proponer un subsidio de por vida a las mujeres violadas que acepten continuar con el embarazo, aclarando que “No sólo no se la subsidia sino que el PRO pretende que no se le permita abortar”.

Pero mientras ellas tienen sus partidos para hacer su política a favor de los centros de poder financieros y el imperialismo, de reconciliación con los genocidas y de propiciar mayor injerencia de la Iglesia en el Estado y nuestras vidas, las mujeres trabajamos en negro, morimos por abortos clandestinos, sostenemos hogares con subsidios miserables...

En nuestro país, el 54% de las mujeres que trabajan lo hacen en negro. Sin obra social, sin jubilación, ni vacaciones, ni derecho a indemnización en caso de despido, las mujeres somos uno de los sectores más explotados de la clase trabajadora. A ello hay que sumarle que somos quienes cargamos con las responsabilidades del trabajo doméstico en un 99% de los casos, un trabajo no remunerado que suma más horas a nuestras extenuantes jornadas laborales.

Y aunque en los últimos diez años se ha incrementado el ingreso de las mujeres al trabajo, bajo las condiciones de flexibilización y precarización que denunciamos, también ha aumentado la desocupación de las mujeres, mientras crece la proporción de mujeres jefas de hogar ¡un promedio del 30% de los hogares del país están sostenidos por mujeres!

Aún hoy, además, en Argentina mueren más de 400 mujeres por año por las consecuencias de los abortos clandestinos y otras miles acarrean problemas de salud o esterilidad de por vida. También, en los últimos años, han aumentado los casos de secuestros de mujeres jóvenes y adolescentes que son ingresadas a las redes de prostitución o son vendidas a otros países, con la complicidad de las fuerzas policiales, jueces y funcionarios políticos.

Y sin embargo, estamos y estaremos en la primera fila de las luchas junto a nuestros compañeros trabajadores como en las luchas docentes, en la pelea contra el cierre y el desguasamiento del Hospital Francés, contra las maniobras del gobierno con los índices del INDEC, por aumento de salarios como en Telefónica y Telecom, contra la precarización laboral de los call centers, por nuestros derechos sindicales como en el Casino, contra la impunidad en los juicios a los genocidas de la dictadura, en las luchas contra la represión policial, en las movilizaciones por el derecho al aborto y contra la violencia hacia las mujeres.

PONGAMOS DE PIE UN MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES TRABAJADORAS Y EL DERECHO AL ABORTO

La enorme mayoría de millones de mujeres que vivimos de nuestro salario o estamos desocupadas no podemos esperar nada de estas mujeres de los partidos del régimen. Oficialistas y opositoras, todas coinciden en favorecer a la clase empresaria y al imperialismo para quienes garantizan superganancias en base a nuestra superexplotación y los bajos salarios. Por otra parte, las derechistas del PRO ya se preparan para impedir cualquier mínimo avance de nuestro derecho al aborto, del que también Carrió está expresamente en contra, como Cristina, para quien no representa ningún tema de urgencia de su agenda, cargada como está con reuniones con empresarios nacionales y de países imperialistas.
Ante esta situación, Pan y Rosas hace un llamado al PO, al MAS y otras agrupaciones de izquierda, a las trabajadoras, a las estudiantes y a todas aquellas mujeres que compartan esta perspectiva a unir nuestras fuerzas, con independencia de la Iglesia, del Estado y de los partidos del régimen, para poner en pie un movimiento por los derechos de las mujeres trabajadoras y el derecho al aborto.

Para pelear por igual salario a igual trabajo, guarderías gratuitas en los lugares de trabajo a cargo de los patrones, por el derecho a la maternidad, a los anticonceptivos gratuitos, la educación sexual y el derecho al aborto libre y gratuito, por acabar con las redes de prostitución y la violencia contra las mujeres, ¡por todos nuestros derechos!