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Debate con el PO sobre las “fábricas sin patrones”

En el aniversario de Zanon, un ejemplo de clasismo

El Partido Obrero en su periódico 1333, publica una nota firmada por Gabriel Solano “fábrica sin patrones”, donde propone un debate aunque no se atreve a decir con quién, suponemos que con el PTS por nuestro peso dirigente en Zanon y ahora en Donnelley.

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6 de octubre 2014

En el aniversario de Zanon, un ejemplo de clasismo

El Partido Obrero, en su periódico 1333, publica una nota firmada por Gabriel Solano “fábrica sin patrones”, donde propone un debate y, aunque no se atreve a decir con quién, suponemos que con el PTS por nuestro peso dirigente en Zanon y ahora en Donnelley. Teniendo en cuenta la importancia del proceso de fábricas puestas a producir por sus trabajadores que se desarrolló a partir de la crisis del 2001, donde miles de empresas quebraron y algunas fueron abandonadas por sus dueños, queremos contribuir con las principales definiciones políticas y las lecciones de estas experiencias para toda la vanguardia obrera y juvenil y aclarar las confusiones que genera la nota del PO.

La verdad sobre Zanon y las fábricas sin patrones

Solano afirma en la nota que la consigna “‘fábricas sin patrones’ es muy nociva para el movimiento obrero, porque hace suponer que podría existir tal cosa en un régimen capitalista” y luego señala que la consigna no figura ni el en programa ni en el Manifiesto Político del FIT.
Solano hace una definición abstracta que no responde a la realidad. ¿Cómo define entonces el PO la experiencia encabezada por los obreros de Zanon después de 13 años produciendo y dirigiendo la fábrica (perdón) “sin patrones” o como ellos se denominan a sí mismos “los obreros sin patrón”, o ahora a los gráficos de Donnelley, si lo que prescribe Solano es que no pueden existir “fábricas sin patrones”?
¿No se tratará de una afirmación para inventar un debate contra alguien? ¿Quiénes son sus interlocutores? ¿Por qué? La afirmación de Solano busca abrir un campo de dudas sobre si alguno de los integrantes del FIT sostuvo ese programa, y ese alguien, si se trata del peso dirigente en el proceso de fábricas sin patrón, no puede ser otro que el PTS.
Empecemos por despejar algunas dudas. El PTS jamás levantó como programa la consigna de “fábricas sin patrones” y por eso no figura en el programa del FIT (ni fue levantada como programa por el SOECN ni por los obreros de Zanon). Pero tampoco figura allí una condena tan ridícula y fraccionalista a esta formulación popular de una de las experiencias más avanzadas de la clase obrera argentina en la crisis del 2001, que no se incorporó como conquista programática, sino como la expresión popular, la “descripción” de esas experiencias entre la vanguardia obrera y juvenil protagonista de aquellas jornadas.
Solano tal vez no conozca, o no quiera recordar, que la política del PTS contra los despidos y frente a las amenazas de cierres planteaba la defensa de las conquistas comenzando por los puestos de trabajo, la apertura de los libros de contabilidad (en el caso de Zanon, para demostrar que el preventivo de crisis previo a la quiebra era fraudulento) y el control obrero. Y frente al cierre de la fábrica, el programa de acción era ocuparla, ponerla a producir, expropiación sin pago en el marco de la estatización bajo gestión obrera directa. Esta orientación por supuesto la hacíamos definiendo a Zanon como una fábrica militante donde el eje no estaba puesto en la producción, sino en la relación entre producción y política, priorizando la lucha de clases. Buscando el frente único con las organizaciones obreras de masas (como la CTA), la coordinación con otros sectores combativos y, fundamentalmente, la unidad de las filas obreras entre ocupados y desocupados, contra el Gobierno, el régimen y el Estado. Es decir, la única manera de sostener una ocupación (que viola la sacrosanta propiedad privada burguesa), que debió enfrentar el ataque de la patronal, de la burocracia y del Estado en forma directa e indirecta, a través de la justicia, la burocracia sindical, sus barrabravas y la represión.
Lamentablemente esta política elemental de unidad de las filas obreras siempre fue boicoteada por el PO, por ejemplo negándose a colaborar y trabajar el fondo de huelga, o negándose a integrar y boicoteando la Coordinadora del Alto Valle, que unía a ceramistas con desocupados, docentes, estudiantes y otros sectores combativos. En ese entonces el PO estaba más “preocupado” por su colateral “piquetera”, el Polo Obrero (llamativamente también PO), que competía con la (perdón) “fábrica sin patrones” de los obreros ceramistas. Se negaron a la participación unitaria de los “obreros sin patrón” en la Asamblea Nacional Piquetera donde tenían peso dirigente, al punto de negarle la palabra a Raúl Godoy. Su política especialmente en Neuquén en esos años era la “organicidad” con la CTA de Julio Fuentes (cuya corriente, ¡oh, casualidad!, hoy vuelven a abrazar), dándole la espalda al reagrupamiento que forjaron los ceramistas poniendo en pie la Coordinadora Regional del Alto Valle.

Un aspecto muy importante de la política de los obreros ceramistas junto al PTS fue la alianza obrera y popular. En primer lugar haciendo masiva la consigna “Zanon es del pueblo”, proponiendo que la estatización se haga concreta y así poner la fábrica al servicio de un verdadero plan de obras públicas para viviendas populares, salud y educación. Al proponer "Zanon es del pueblo" enfrentábamos la perspectiva de que, en caso de ser expropiada, quede como propiedad privada de los obreros o de su futura cooperativa.
Por otro lado, con la propuesta de plan de obras públicas los intereses que se defienden no son los corporativos, sino al servicio de la mayoría trabajadora y del pueblo pobre. Alentamos la alianza con el pueblo mapuche, despojado de sus tierras y perseguido; con los estudiantes de la universidad del Comahue, que hizo posible poner en pie un pacto obrero-universitario con estudiantes y profesionales que ofrecieron y aún aportan sus conocimientos al servicio de los trabajadores y de la fábrica.
Aunque para el PTS nunca fue un fin en sí mismo, como quieren hacer creer Solano y el PO, queremos indicarles que las “fábricas sin patrones” fueron y siguen siendo hechos muy progresivos frente a la conciencia burguesa de que una fábrica no puede funcionar sin patrones, sin personal de mando y dirección y bajo sus órdenes. Celia Martínez de Brukman lo popularizó sencillamente diciendo que “si los obreros podemos dirigir una fábrica, podremos dirigir el país”.
Zanon es un emblema nacional e internacional de “clasismo” y no lo es Grissinópolis (donde el PO organizó un encuentro paralelo al de Brukman y Zanon en el 2002, impidiendo que esos trabajadores -o una fracción de ellos- avanzaran en su perspectiva clasista) o Sasetru (la única “fábrica” que dirigió el PO, que era, sí, “una fábrica sin obreros”, porque estaba abandonada hacía más de veinte años). Estas “experiencias” no tuvieron ninguna influencia ni dejaron ninguna enseñanza progresiva, y desaparecieron del movimiento obrero combativo sin dejar ni siquiera un sector de la vanguardia obrera que, aún sin poder evitar las derrotas, se hubiera formado como dirigentes clasistas y revolucionarios.

Generando un poco más de intrigas… Ahora, sobre Donnelley

El autor de la nota sigue con su método intrigante, ahora con Donnelley (ex-Atlántida que fue por años su bastión gráfico, liderado por Néstor Pitrola). Dice que “la solución cooperativa para Donnelley tiene el apoyo de la burocracia sindical ongarista, que ya maneja una larga red de cooperativas, en las cuales no se cumple el convenio colectivo ni el salario establecido en las paritarias”. Pero en ningún momento cita lo que dice la dirección real de la fábrica, la Comisión Interna donde son amplia mayoría los militantes del PTS. Un poco de amalgama para dejar pegados a los obreros de Donnelley con la burocracia del sindicato gráfico y enmascarar el verdadero curso clasista e independiente. Dejemos que a Solano le respondan los protagonistas, con sus declaraciones en la jornada de lucha del 30/09, a La Izquierda Diario: Nando Charles Mengeon plantea “mientras peleamos para poder cobrar nuestros trabajos, los trabajadores planteamos que la salida de fondo para mantener los puestos de trabajo es la expropiación sin pago de la fábrica y su estatización bajo gestión de los trabajadores para ponerla al servicio de la comunidad, imprimiendo materiales escolares accesibles a todos los sectores, especialmente a los más humildes, que hoy no tienen acceso a la cultura, para que a ningún chico le falte un libro”. El reclamo de expropiación y estatización bajo gestión obrera de Donnelley fue tan público que hasta el Ministerio de Trabajo, en la voz del propio Tomada, tuvo que salir a decir que no estaban de acuerdo con la estatización que reclamaban los trabajadores. Este comunicado [1] fue reproducido por todos los diarios. Se ve que Solano no los leyó.

PO vs. PO: ahora reivindican la estatización

Después de combatirnos desde el inicio del proceso de fábricas recuperadas porque levantamos la “estatización bajo gestión obrera”, ahora Solano dice “fábricas que fueron ocupadas en 2001/2 y puestas a producir por sus trabajadores exigen una campaña por la estatización de esas empresas bajo control obrero y la defensa del convenio colectivo”.
Ahora nos damos cuenta por qué Solano no dice con quién discute, sino tendría que reconocer que el PTS tenía razón en la perspectiva que trazamos para Zanon y ahora para Donnelley. Porque, les contamos a los lectores de la izquierda, el PO se opuso a la estatización con gestión obrera desde los inicios del fenómeno de las fábricas recuperadas. En un trabajo del referente Pablo Heller (del PO) sobre “Fábricas recuperadas y gestión obrera”, publicado en Razón y Revolución N.° 10 (primavera del 2002), así como en diferentes notas en su prensa de aquella época, aquel contrapone la expropiación bajo gestión obrera a la política sostenida por nuestro partido en Zanon y Brukman planteando que “constituye un grave error hacer un fetiche de la estatización y más aún convertirla en sinónimo de socialismo (sic). Una empresa estatal constituye una forma de propiedad burguesa. El Estado, lejos de ser un terreno ‘neutral’, reproduce en su interior las relaciones sociales de explotación y hasta lo hace en forma más exacerbada […]. Es fácil advertir que la transformación en empresas estatales representaría un enorme retroceso para Zanon, para Brukman e, inclusive, para las fábricas ocupadas que han adoptado una forma cooperativa y que, en la actualidad, vienen siendo gestionadas por los trabajadores […]. La experiencia recorrida plantea impulsar la expropiación de las fábricas, pero rechazando su estatización y reivindicando la gestión obrera independiente. La lucha por la expropiación de las empresas vaciadas y quebradas solo puede ser entendida como un escalón en la lucha por el poder. La gestión obrera independiente, en que la clase obrera sustituye a la patronal en el manejo de la producción, constituye un desafío al orden social vigente” (negritas nuestras).

Este artículo fue escrito en el 2002, pero ahora ya podemos afirmar, después de trece años de gestión obrera de Zanon sin injerencia del Estado, que nuestra orientación fue correcta. No es por azar, sino el resultado de una orientación clara que nunca planteó, como quiere hacer pasar Heller, la “estatización a secas”, sino con gestión obrera independiente. En Zanon no logramos imponer la estatización (ni que nos consideren proveedor privilegiado para desarrollar un plan de obras públicas al servicio del pueblo, que el Estado pague los salarios y las obras sociales, que se haga cargo del mantenimiento de las máquinas, etc.), pero, si se lograra por ejemplo en Donnelley, o bien con la reestatización de empresas privatizadas, nuestra consigna no sería ni puede ser que la gerencien funcionarios públicos. En caso de estatización, desde el PTS siempre luchamos para que las empresas las administren y las gestionen los trabajadores sin injerencia decisoria del Estado. Esto implica justamente “gestión obrera”, no “control obrero” de una gestión estatal burguesa. Como explicamos en diversas oportunidades: no queremos la reestatización de Somisa para que vuelvan a gerenciarla Triacca o María Julia Alsogaray y los trabajadores hagan “control obrero” de esa gestión burguesa. Queremos que sea gerenciada por los trabajadores, como hacemos en Zanon desde hace trece años. ¿Qué opina Solano de esta experiencia concreta? O tal vez prefiere seguir escondiéndose hablando en abstracto para no tener que referirse a Sasetru, Grissinópolis o Indugraf, experiencias fracasadas influidas por el Partido Obrero mientras acuñaba la “teoría” sustitucionista del sujeto piquetero, que se estrelló contra la realidad.
El artículo de Solano, sin mencionar con quién debate, tiene como principal propósito sembrar dudas y confusión. No queremos dejar pasar otra insinuación fraccionalista contra Zanon. Dicen: “Las expropiaciones que dieron lugar a las ‘empresas recuperadas’ imponen a los trabajadores el pago de las indemnizaciones”. Aclaramos a nuestros lectores una vez más, por si hiciera falta, que Zanon no pagó un solo peso de indemnización, mal que le pese a Solano. Y la ley de expropiación aprobada por el MPN (no la que propuso el SOECN y la asamblea Zanon) dice que, para resarcir los $ 23 millones que el Estado pagó de indemnización, “la Cooperativa de Trabajo Fasinpat Ltda. compensará al Estado provincial, en especie, las sumas desembolsadas mediante la venta al costo de los productos que requiera la Provincia para fines públicos" (Artículo 7° Ley 2656). Es decir, los trabajadores deberán entregarle cerámicos por ese mismo monto… pero el Estado les pagará el “precio de costo” de dicha entrega considerando que el “pago” al Estado sería la diferencia entre ese precio de costo y el precio de mercado. Pero como el costo lo fija la cooperativa (lo que incluye no solo salarios, insumos y energía, sino desgaste, mantenimiento y amortización de la maquinaria), esta cláusula significa una diferencia mínima con el precio de mercado (incluso el Estado compra a un “costo” mayor a la de muchos mayoristas) y en los hechos el Estado termina comprando parte de la producción y ayuda a garantizar los salarios. No por casualidad el Gobierno terminó no cumpliendo este aspecto de la ley.

Altamira responde… contra el Programa de Transición

Altamira, para justificar la pirueta del cambio de política, plantea en su espacio “Altamira responde” que, si bien no se puede plantear la estatización en una situación revolucionaria (suponemos que refiriéndose al 2001), sí corresponde en una situación no revolucionaria (refiriéndose a la actual). Tuvimos que esperar casi doce años para este descubrimiento, porque imaginamos que acuerdan con nosotros que desde el 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, la situación revolucionaria se cerró. Entonces nos preguntamos: ¿por qué no plantearon esta política desde el 2003?[2]. Porque le tendrían que haber dado la razón al PTS. Es que así como ahora ocultan que nosotros planteamos la expropiación sin pago y la estatización, en el 2002 ocultaban que nosotros planteábamos la estatización bajo gestión obrera (no la estatización a secas) y un programa de conjunto transicional (nacionalización de la banca, expropiación de los grandes grupos capitalistas, etc.). Ni tampoco estamos por un programa de estatizaciones de fábricas aisladas, sino en el camino del control obrero de ramas industriales y de la industria misma, como escuela de planificación de la clase obrera.
El razonamiento de Altamira, queriendo acomodar la política, en realidad la empeora completamente. Ya descartamos que la estatización burguesa sea incorrecta en cualquier circunstancia. Entonces, en una situación revolucionaria, ¿no se puede levantar expropiación/estatización bajo gestión obrera como parte de un programa transicional... porque esto fortalece al Estado que queremos destruir? ¿Qué significa la nacionalización de la banca o la expropiación de grandes grupos capitalistas que levantamos SOBRE TODO en situaciones revolucionarias? ¿Y el monopolio estatal del comercio exterior debería ser un monopolio "no estatal"? Por lo tanto, el razonamiento de Altamira liquida las medidas anticapitalistas centrales del Programa de Transición (fundamental para las situaciones revolucionarias).

Enseñando desde afuera

La nota de Solano, más allá de las intrigas que pretende sembrar, no aporta nada ni a las lecciones del proceso de fábricas recuperadas de 2001 ni para colaborar al fenómeno de la nueva “fábrica sin patrones”, Donnelley. Es una discusión abstracta, parece más una clase universitaria que un debate vivo de ideas, programa y estrategia, donde no hay interlocutores concretos, ni enemigos, ni Gobiernos ni partidos e instituciones del régimen. El PO lamentablemente no supo o no quiso hacer uso de la gran oportunidad brindada por la gestión obrera cuando se lo convocó, otorgándole más de diez puestos de trabajo a su organización (también al MST, PL y MTD) para que se sumen orgánicamente con plenos derechos de organización, voz y voto en cada una de las asambleas y ámbitos deliberativos de la gestión obrera de Zanon. Bien podrían haber hecho mociones alternativas. Pero esto es imposible con un rumbo errático. Cuando los obreros se ven cotidianamente obligados a tomar decisiones buscando mantener la línea de clase, donde se les presentan múltiples opciones tácticas en todos los planos no solo de la producción, sino jurídicos y de la lucha de clases.
Por fin, lo único que sí dice Solano, con lo que no podemos más que coincidir, son generalidades como que “no puede no haber explotación en el capitalismo” y que una fábrica recuperada “no es una isla en el mar de El Capital”. Ningún aporte.

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Ver nota:
Fábricas sin patrones, por Gabriel Solano
http://www.po.org.ar/noticia/fabricas-sin-patrones

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