Con el caso Nisman empezaron las especulaciones tendenciosas de Clarín y del gobierno. Y se debate en todos los lugares de trabajo.

Los trabajadores por su cuenta, y descreídos de la información que dan los medios masivos, sacan sus propias conclusiones.

Ya en la madrugada del lunes salta la sospecha de que algo anda mal:

– ”Que conveniente un suicidio justo hoy que el fiscal tenia que testimoniar contra el gobierno en el caso de la AMIA. Muerto el perro, se acabo la rabia”. Tiró el primero.

– ”La presidenta lo re limpio”... Arriesga otro. “o lo suicidaron”.

Son las primeras e inmediatas conclusiones en caliente que se disparan con la muerte tan fresca como la noticia.

Con el correr de las horas y los días viene la información y desinformación de los medios. La opinión del gobierno, de la oposición, jueces, nuevos fiscales, parientes, cerrajeros, técnicos en aire acondicionados y un largo etcétera.

Y los obreros profundizan su reflexión:

– ”¡Ya fue! Lo hicieron boleta. El caso AMIA es algo muy groso y pesado, están metidos políticos, jueces, servicios de inteligencia... de acá y del extranjero”.

Y se mira de reojo a la mafia de los servicios de inteligencia:

– ”El problema viene del gobierno de Menem! ¡Y este gobierno ya se fue al diablo! El servicio de inteligencia espía a los que están en contra de ellos”.

Otro piensa:

– ”Yo primero pensaba que lo habían boleteado, pero también podía haber sido inducido, ¡con tantas amenazas! Y además cada vez que habla Berni oscurece. Yo desconfío de los K. Aunque D´Elía es demasiado gil para hacer algo asi”.

Como sea. Entre suposiciones, dudas y sospechas, hay algo que muchos trabajadores tienen en claro. Este y todos los gobiernos previos huelen a podrido. Se podrá encontrar a los responsables o no. Pero a esta altura ningún político capitalista (ni sus instituciones) se salva de salir con las manos sin salpicaduras.