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Nacional

ADELANTO DEL SUPLEMENTO ECONOCRÍTICA N° 5

Frentes de tormenta sobre el “esquema K”

Durante los últimos días múltiples factores críticos se conjugaron delineando un panorama sombrío sobre la economía. Veámoslos.

Paula Bach

14 de agosto 2008

Durante los últimos días múltiples factores críticos se conjugaron delineando un panorama sombrío sobre la economía. Veámoslos.
La crisis económica internacional comenzó a golpear sobre la “gran oportunidad nacional” con una caída aproximada, respecto de los precios de fines de junio, del 27% en el precio de la soja, 17% en el precio del maíz y 12% en el del trigo.

El viernes pasado Argentina salió a tomar crédito a través de la venta de títulos de deuda por 1.000 millones de dólares a Venezuela a una tasa del 15% es decir 3 veces lo que paga Brasil, Colombia o Perú. Inmediatamente el gobierno de Chávez revendió esos bonos a los bancos que luego de comprarlos al dólar del tipo de cambio oficial venezolano volvieron a venderlos al tipo de cambio paralelo (cuyo precio es el doble que el oficial). La señal de este negociado fue que los bonos argentinos no eran títulos seguros. Consecuencia: los títulos sufrieron una fuerte caída y el riesgo país subió a más de 700 puntos (un valor que no se registraba desde el canje de la deuda). A partir de ese momento el precio de estos papeles entró en un sube y baja: el lunes pasado el Banco Nación salió a recomprar títulos de la deuda permitiendo un fuerte repunte aunque su precio volvió a retroceder ni bien se conoció el índice de inflación del INDEC (cuatro veces inferior a la variación captada por mediciones privadas) y la calificadora Standard & Poor’s le bajó la calificación a la deuda pública argentina de largo plazo. Al día siguiente, corrillos relacionados con posibles cambios en el INDEC, impulsaron otra fuerte suba de los títulos.

En el segundo trimestre del año se fugaron de la Argentina 8.000 millones de dólares, una cifra casi igual a la fuga de capitales de todo el año 2007.

A pesar del enfriamiento de la economía (según distintos pronósticos crecería este año entre 5,5% y 7%) reflejada en la caída del consumo y el incremento de las tasas de interés, la inflación no ha amainado y ya casi nadie duda que en términos anuales oscila entre el 25% y el 30%. Incluso desde el seno del propio oficialismo empezaron a escucharse voces críticas a las mediciones del INDEC.

Empiezan a filtrarse reclamos de la UIA por una nueva devaluación del peso y se ventiló la interna entre su presidente Juan Carlos Lascurain y su vice, el duhaldista José Ignacio de Mendiguren alrededor de la posición pública de la entidad respecto de la inflación.

En lo que va del mes la bolsa de Buenos Aires, el Merval, acumula una caída del 12% aún cuando 23 de 29 empresas cotizantes, acaban de anunciar fuertes ganancias en el segundo trimestre, en muchos casos incluso superiores a las obtenidas en el mismo período del año 2007.
En varias provincias se está complicando seriamente la situación fiscal como subproducto de la “crisis del campo”, inflación, caída de ingresos a lo que se suma la contracción de la obra pública financiada por la nación.
No quedan dudas que la inflación se comió los magros incrementos salariales de las últimas paritarias y los popes sindicales están negociando tibios aumentos sobre las asignaciones familiares y alzas al mínimo imponible para el impuesto a las ganancias.

Antecedentes: sobre economía y política

Antes que nada es preciso recordar que desde los primeros meses de este año una inflación creciente asomaba como síntoma de agotamiento del esquema económico. Esta situación junto a las inestabilidades de la economía internacional –ya se había pinchado la “burbuja inmobiliaria” en Estados Unidos-, llevó al gobierno a establecer de modo casi preventivo, las retenciones móviles sobre las exportaciones de soja, maíz, trigo y girasol. Las retenciones móviles buscaban aprovechar de forma rápida la oportunidad de los altísimos precios internacionales, precisamente para hacer “caja”. Esto es engrosar el superávit fiscal permitiendo por un lado continuar aumentando los subsidios para bajar los costos empresarios y mantener controlada la inflación y por el otro, establecer un colchón ante posibles empeoramientos de las condiciones internacionales y caída de los precios de las materias primas. El derrotero de las retenciones móviles por todos conocido, derivó en una aguda crisis política que repercutió sobre la economía desacelerando los índices de crecimiento y agudizando todas las inestabilidades que aunque ya latentes, se encontraban relativamente contenidas en el equilibrio inestable del esquema K. Inmediatamente después de la derrota del gobierno en el Parlamento, cuando muchas voces se levantaron para decir que ahora sí, todo volvería a la “normalidad”, la crisis política del gobierno volvió a repercutir sobre la economía instalando un fuerte clima de incertidumbre. A esto se agregó que la situación económica internacional comenzó a empeorar y el temido escenario del descenso del precio de las materias primas, aún cuando los valores continúan por encima de los registrados en diciembre del año pasado, empezó a dar sus primeras señales de alerta.

¿De “círculo virtuoso” a “círculo vicioso”?

En la sumatoria de las variables críticas de la economía, se trata de hallar un hilo conductor que permita organizar el caos y comprender qué está sucediendo realmente en la economía argentina. Es cierto que a pesar de las turbulencias no se está aún frente a una debacle, pero también es cierto que lo que durante los últimos 5 años se manifestó como una especie de “círculo virtuoso” -la fiesta de los “superávits gemelos”, de la “oportunidad nacional” y del “crecimiento ilimitado”- empieza a adoptar rasgos de “círculo vicioso”. Dólar alto, inflación baja, salarios reales apenas acercándose a los paupérrimos niveles de 2001, altos precios internacionales de las materias primas, alta capacidad ociosa en la industria durante los primeros años, fueron los componentes que mantuvieron sólido y relativamente estable el ciclo de crecimiento de la economía argentina. Pero ahora ya todo parece tender a salirse del esquema. La percepción de una inflación en ascenso –y de la intención oficial por ocultarla- y las políticas destinadas a aumentar la recaudación fiscal, desnudaron las bases endebles del esquema desatando varias oleadas compradoras de dólares asociadas también a la fuga de capitales y al incremento de las tasas de interés. El gobierno, a través del Banco Central cambió su habitual política cambiaria y salió a vender dólares para mostrar su fortaleza y la de la economía. Esta situación (amén que implicó una disminución de las reservas que, aunque limitada, señala un cambio de tendencia frente al incremento permanente del período previo a la “crisis del campo”) derivó en una caída del valor nominal del dólar que hoy se encuentra en $3,06. A esta caída en el valor nominal se suma el incremento de la inflación que hace bajar el precio del dólar en términos reales. A la caída en el valor nominal y real del dólar se suman los anuncios de aumentos tarifarios y los problemas de “caja” del gobierno que al menos le ponen límites a una política de incrementos continuos de los subsidios destinados a mantener controlados los costos empresarios. Así uno de los pilares centrales del esquema, “dólar alto”, comienza a flaquear mostrándose como uno de los factores que está detrás de la aparente contradicción de la caída de la bolsa aún cuando las principales empresas han declarado fuertes ganancias. Las lágrimas de cocodrilo que ayer venían sólo del “campo” hoy empiezan a asomarse detrás de las quejas y la interna de los industriales de la “ciudad”. Una nueva devaluación hoy (que no debe descartarse como posibilidad a futuro) dispararía aún más la inflación que no cede incluso ante los síntomas de enfriamiento de la economía. Los salarios reales promedio han perdido claramente terreno en lo que va del año (ver artículo) pero incluso un “sinceramiento” relativo de los índices inflacionarios por parte del gobierno obligaría a la inmediata convocatoria a nuevas paritarias y posibles luchas por aumentos salariales que podrían hacer tambalear otro de los pilares del esquema. Desde las provincias se perfila otro frente de tormenta. Al menos 10 de ellas y decenas de municipios firmaron o evalúan firmar un aumento en la carga impositiva de sus contribuyentes además de recortes previsionales que como acaba de suceder en Córdoba traerán luchas y resistencia de estatales y docentes. Otro frente oscuro se dibuja en el horizonte con los fuertes vencimientos de la deuda del año 2009 que serán difíciles de afrontar en el marco de una situación fiscal que se complica. Si por último la tendencia a la caída en el precio internacional de las materias primas termina instalándose, y en particular si estos descensos se hacen más agudos, entonces sí, la tormenta se habrá desatado para el esquema K.

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