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Ganancias, salarios y devaluación

Desde hace unos meses las entidades patronales vienen difundiendo una serie de datos catastróficos sobre la evolución de la economía nacional (caídas de la producción que alcanzarían el 10% anual en algunas ramas industriales, depresión de ventas, etc.). Aunque en las últimas semanas han planteado que hay signos de recuperación, usan los números para negar aumentos salariales y para presionar por la devaluación del peso. Sin embargo, los balances empresarios de algunas grandes empresas que cotizan en bolsa, muestran que el panorama económico más complicado no significó una desaparición de las ganancias empresarias.

Esteban Mercatante

21 de mayo 2009

Desde hace unos meses las entidades patronales vienen difundiendo una serie de datos catastróficos sobre la evolución de la economía nacional (caídas de la producción que alcanzarían el 10% anual en algunas ramas industriales, depresión de ventas, etc.). Aunque en las últimas semanas han planteado que hay signos de recuperación, usan los números para negar aumentos salariales y para presionar por la devaluación del peso. Sin embargo, los balances empresarios de algunas grandes empresas que cotizan en bolsa, muestran que el panorama económico más complicado no significó una desaparición de las ganancias empresarias. Aunque estas registran una marcada caída (85%), el saldo de conjunto es que mantienen la ganancia. El sector financiero es el que está a la cabeza, con el grupo Galicia a la cabeza cuyos “resultados contables [...] se incrementaron interanualmente en un 154,17 por ciento” (“Las utilidades de las empresas caen, pero la mayoría aún gana”, La nación, 16/05/09). BBVA Francés ganó un 15,6% más que en igual trimestre del año anterior, Telecom un 21% más, YPF ganó $ 510 millones sólo en el primer trimestre de este año (“Balances 1er Trimestre 2009”, www.PuenteNet.com, mayo 2009). El informe de la bolsa señala que “de las 22 empresas analizadas, 10 registraron mejores resultados que los obtenidos en el mismo período del año anterior, destacándose las entidades financieras” (“Las utilidades...”, La nación, 16/05/09).

A pesar de eso, los think tank empresarios siguen produciendo informes para fundamentar los ajustes que pretenden en la política económica. Todos los sectores patronales parecen esforzados en consensuar un reacomodamiento en algunas variables económicas fundamentales, y esto se refleja en los datos que hacen circular. Mientras que la UIA se está reuniendo con el Presidente del Banco Central para negociar el tipo de cambio, el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la cavallista fundación Mediterránea, señaló que “pese a una suba del tipo de cambio [es decir devaluación] del 12,3%, el costo laboral unitario en dólares se incrementó 18% interanual en el primer trimestre de 2009” (IERAL, informe del 7/05/09). Conclusión: o se hace caer el costo laboral aumentando la “productividad del salario”, haciendo que los trabajadores produzcan más por el mismo salario, o se hace caer el salario en dólares, devaluando. Los despidos empresarios (que en un año alcanzaron 228 mil sólo contando los trabajadores en blanco), cuando no van acompañados de caídas de la producción significativas, son una respuesta en el sentido de presionar por aumentos de productividad a los trabajadores que quedan. Pero todos los pronósticos sugieren que lo que se viene es una descomunal caída del “costo laboral” vía devaluación.

Sin embargo, lo que no dicen ni el IERAL ni la UIA, es que aunque haya subido el “costo laboral” esto no significa ni por asomo que haya mejorado el salario de los trabajadores. Si tomamos el salario en términos reales, es decir no cuánto ganan los trabajadores, sino cuánto pueden comprar con eso, se registra una caída continua desde 2007 hasta hoy. Las negociaciones salariales, que salvo contados casos no superaron los techos impuestos por el líder de la CGT Hugo Moyano, estuvieron desde ese año en adelante por debajo de la inflación. La conclusión es que aunque el “costo laboral” pueda estar subiendo, los trabajadores reciben cada vez menos salario (en términos reales) y hoy están enfrentando despidos. El resultado ha sido, lo que no muestra ningún think tank patronal, que la participación de los trabajadores en el total del ingreso generado viene cayendo. Aunque esto es imposible de calcular, gracias a la adulteración de toda fuente de datos mínimamente confiables del IndeK, para los últimos datos disponibles de 2006, Javier Lindemboin del CEPED calculaba que los asalariados obtenían 34% del pastel, mientras que el resto iba a los bolsillos de los empresarios. Esto implicaba un avance en relación al 27% del ingreso que obtuvieron los asalariados en 2002, pero seguía siendo inferior al promedio de los ‘90 que osciló entre 35% y algo más del 40% (Maximiliano Montenegro, “El reparto de la torta”, Crítica, 18/04/09). El techo salarial por debajo de la inflación y el freno a la creación de empleos (hoy transformado en despidos crecientes) ha significado un retroceso incluso del bajo nivel de participación asalariada de 34% logrado en 2006. Cada vez más lejos del “fifty-fifty”. De concretarse la devaluación que impulsan los empresarios, podemos esperar que el porcentaje del ingreso que se llevan los trabajadores vuelva a caer estrepitosamente, a menos del 30% del ingreso nacional, de la mano de un menor “costo laboral” en dólares para beneficio de las ganancias capitalistas.

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