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Internacional

ALEMANIA

Histórica lucha de los ferroviarios alemanes

Marcelo Torres

22 de noviembre 2007

La huelga de los trabajadores ferroviarios representa un punto de inflexión entre la relación trabajo-capital ya que cuestiona la avanzada ideológico-económica de la burguesía. Con la huelga actual, los maquinistas marcan la entrada en escena de un sector del proletariado en una posición clave en el proceso de producción capitalista y representa la contracara a la sucesión de duros golpes que la burguesía había logrado propinar a las clases subalternas. El retroceso ante la avanzada burguesa de los últimos años ha generado, sin embargo, tendencias contrapuestas que apuntan a una creciente polarización social y a una crisis de las mediaciones de dominio burgués en general. _ El sistema económico es considerado por muchos como injusto; muchos piensan que el socialismo es una buena idea que ha sido implementada mal; cada vez menos franjas de la población se sienten identificados y atraídos por el “sistema democrático”, es decir, por la democracia burguesa.
A nivel sindical la crisis de los mecanismos de dominación burguesa se expresa en una constante y creciente desafiliación de los sindicatos históricos alemanes: en los últimos diez años los sindicatos han perdido alrededor de 2,4 millones de afiliados (en 1998 el DGB -la Confederación Sindical Alemana, por sus siglas en alemán- tenía alrededor de 8,8 millones de afiliados, hoy estos llegan a aproximadamente 6,5 millones).
La relación orgánica entre el partido de cogobierno, SPD (Partido Socialdemócrata) y la burocracia sindical ha acelerado y potenciado esta dinámica1, pues todos los ataques a las conquistas obreras impulsadas por la socialdemocracia fueron impuestas sin que los sindicatos ofrecieran resistencia. Las consecuencias de la estrategia de la burocracia sindical para las condiciones laborales y de vida de las masas se pueden observar hoy tomando el ejemplo de los maquinistas ferroviarios y del subte.
Un principiante recibe alrededor de 1.200 euros neto como conductor de la compañía de transportes de Munich (MVG). Y es que “desde hace casi diez años que para los conductores de tranvías se suceden recortes salariales uno tras otro”, dice un trabajador, y agrega que el dinero “para muchos alcanza sólo para el alquiler y lo imprescindible”. Y es que la burocracia sindical ve su misión no en la defensa y la imposición de las exigencias obreras sino que ella más bien quiere “participar de la estructuración” y cogestión de las contrarreformas.
Habiendo hecho la experiencia de que es posible defenderse de los ataques patronales amplios sectores de los trabajadores de las compañías de transportes de Berlín y Munich, pero también de Colonia y otros lugares se han desafiliado del sindicato de servicios “Ver.di“, pasándose al GDL (Sindicato de Maquinistas Alemanes), como el caso de los trabajadores de los tranvías, buses y los maquinistas de subte de Munich. En las últimas semanas alrededor de 300 trabajadores, de los 1.500 organizados sindicalmente en esa ciudad, se afiliaron al GDL. Lo mismo está sucediendo en Berlín, donde una gran parte del comité de empresa y varias decenas de la empresa Berlin Transport (BT), empresa de contratación externa que ya ocupa a alrededor de 1.600 y representa un tercio de todos los buses de línea de Berlín, muchos tranvías así como varios tramos del subte.
La dirigencia del GDL comenzó la huelga por mejoras económicas, pero también por cimentar su posición frente a la patronal así como frente a los sindicatos concurrentes como Transnet, la dirección sindical ferroviaria más servil a la patronal por medio de un convenio colectivo propio, cuestionando así la “autonomía tarifaria”2, más aumento salarial, mejoras en el horario de trabajo. Esto ha desencadenado un fuego que se hace cada día más difícil de apagar: los sectores de los maquinistas más radicalizados, como los del este de Alemania, han hecho tronar su voz, aún sin mayores objetivos que lograr sus exigencias económicas inmediatas, hecho que sin embargo, se ha ido convirtiendo en un imán para los sectores más vacilantes que también se han sumado a la lucha abarcando incluso a trabajadores de otros sectores de los transportes como los conductores de buses.

Conflicto político
Lentamente, el conflicto ha empezado a dejar de ser una lucha económica para ir convirtiéndose en una lucha de carácter más político, pues los trabajadores empiezan a cuestionar el plan de privatización del gobierno y la patronal de la última empresa estatal.
Ante los claros signos de radicalización de las bases la dirección del GDL persigue la estrategia de presionar para sentarse a negociar esperando apaciguar los ánimos de las bases, que están dispuestas a librar una dura y larga batalla, y una mejor oferta de la patronal. La exigencia de huelga indefinida resuena aún en sus oídos, por lo que en conversaciones secretas han anunciado posponer una nueva huelga hasta el lunes de la próxima semana. La dirección sindical ha abandonado incluso la exigencia inicial de un aumento salarial de 31% rebajándola a un “razonable” 16%. “Sería una oferta que con gran probabilidad sería aceptada por todos los gremios” pues un aumento del 31% es “ilusorio”.
La burguesía alienta a la patronal del Deutsche Bahn (DB, empresa alemana de ferrocarriles) a no ceder ni un ápice, esperando que los trabajadores terminen cediendo ante la presión patronal y mediática y la falta de una dirección dispuesta a triunfar, a través de sus ideólogos en las universidades y talkshows, así como por sus representantes en el Parlamento. Al mismo tiempo ha lanzado una campaña tendiente a sensibilizar a la opinión pública sobre la viabilidad de un convenio colectivo sectorial, es decir, concederle al GDL la representación de los maquinistas solamente, el resto de los trabajadores que no sea maquinista tendría que organizarse en otros sindicatos. Esta propuesta apunta por un lado, a evitar que los sindicatos más combativos se conviertan en un referente para amplios sectores del proletariado, y por otro, a embaucar a los trabajadores ferroviarios, haciéndoles creer que han alcanzado sus objetivos de un convenio colectivo que en realidad se trataría de más atomización de las filas obreras, lo que se opone por el vértice a la incipiente tendencia actual de superación del corporativismo en el que los sume la burocracia sindical. Ante el peligro que una postura demasiado intransigente encierra, “el objetivo (del gobierno) es el de sentar las bases para un modelo de negociación que le permita al GDL suspender las huelgas” (Tiefenseee).
Los trabajadores, por su parte, han de desarrollar una estrategia política acorde a sus necesidades. En la lucha actual, ésta pasa por desarrollar y extender las tendencias a la radicalización que se observan en las bases exigiendo de la dirección del GDL el cese de toda negociación a puertas cerradas y que llame a los trabajadores de Transnet a solidarizarse con la lucha de los afiliados al GDL que es la de todos los explotados y precarizados en Alemania y por ende es necesario convertirla en una huelga indefinida de todos los empleados de las ferrovías del país, incluyendo a los terciarizados, hasta doblarle la mano a la patronal y a sus aliados.

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