Uno de los ribetes de la puja entre el kirchnerismo y Clarín fueron los cruces entre Jorge Lanata y los periodistas ultraoficialistas de 678, retroalimentados por las otras producciones de Diego Gvirtz, TVR y Duro de Domar.

Ya desde “el conflicto del campo” la intelectualidad progresista (el periodismo incluido) se fue dividiendo según su apoyo a uno u otro bando patronal.

Los unos

El aliado progre del “clarinismo” fue Jorge Lanata, quien se reencontró con sus hijos Tenembaum y Zlotogwiazda, hace rato sacerdotes rentados de los Noble-Magnetto.

Lanata siempre posó de periodista independiente, que no transa, que no calla. Incluso los estudiantes de las escuelas de periodismo lo tomaban como referente, críticos del modelo de comunicador domesticado.

Pero este “nuevo” Lanata no sorprende. En los ‘90 era todo un patrón en Página/12, siendo responsable de decenas de despidos. Historia que repitió en Crítica (fundado junto al vaciador Antonio Matta) dejando a casi 200 trabajadores en la calle.

Más reaccionario que nunca, por estos días se desbocó y confesó estar harto de que se hable de la dictadura, de la “pelotudez setentista del hombre nuevo”, criticando a los estudiantes y tomando partido por, según él, el débil Clarín.

Los otros

Y entre los progres que se fueron al otro lado, el kirchnerismo tiene en 678 una misa diaria. Estos panegiristas del kirchnersimo abandonaron sus poses independientes para sumarse al otro bando patronal, el del doble discurso.
Aprendieron a tirar bajo la alfombra toda lucha o reclamo que incómodo, para ellos o su gobierno “de los derechos humanos”.

¿Y la lucha de Kraft? ¿Y Paraná Metal? ¿Y Luciano Arruga? ¿Y Julio López?
Nada (o poquísimo) de esto se habla en el aparato de medios K.

Ambos dicen medias verdades. Es decir, mentiras. Optar por ser escriba de algún bando patronal indefectiblemente lleva a ocultar la verdad que molesta.

El oficio periodístico esta llamado a una tarea más grande que la de ser mercenarios prostituyendo su conciencia frente al poder. Este oficio será enaltecido si busca la verdad. Si denuncia los atropellos de un sistema basado en la explotación, la opresión y las mentiras de los envenenadores de conciencia, los capitalistas y sus instituciones. La tarea periodística será mucho más profunda si se propone transformar de raíz este sistema. Lo que sólo será llevado hasta el final por la clase que hace mover el mundo y encarna un proyecto emancipador: la clase trabajadora.