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Coordinación para ganar

Las asambleas y los nuevos delegados ante el ataque patronal

En las páginas de La Verdad Obrera venimos reflejando algunas de las características del nuevo movimiento obrero que se está forjando en el país, al calor de las luchas y de la recuperación de los organismos de dirección por establecimiento (delegados, comisiones internas, cuerpos de delegados).

Carlos Platkowski

7 de junio 2007

En las páginas de La Verdad Obrera venimos reflejando algunas de las características del nuevo movimiento obrero que se está forjando en el país, al calor de las luchas y de la recuperación de los organismos de dirección por establecimiento (delegados, comisiones internas, cuerpos de delegados).

Estamos hablando de las trabajadoras y trabajadores de Fate, Terrabusi, Maffisa, el Casino Flotante, Subte o los docentes de Santa Cruz, entre otros. Estos procesos tienen algunos aspectos claves: en la mayoría, la participación de la base es fundamental. Compañeros que no cumplen un rol pasivo o de seguir simplemente las acciones de los sectores más decididos y de vanguardia, como en anteriores procesos, sino que ahora se involucran y participan, opinan y deciden.

En asambleas por sector o generales, enfrentan las maniobras de la burocracia (como se vio en Fate), o la tibieza de los dirigentes vacilantes (como vimos en las luchas docentes de Neuquen y Santa Cruz). Otra cosa para destacar es que esta participación creciente de la base se ve alentada por el método de las asambleas resolutivas donde se discute mucho pero también se vota todo.

Esta es una expresión genuina de la democracia obrera. Y no es la mera concreción de una votación, sino la influencia mutua entre todos los participantes de una lucha. Incluso en el reciente conflicto de Subte, donde hay tradición democrática, se vio una mayor decisión de las asambleas de base. Los compañeros de Casino y los autoconvocados del Correo son la mejor expresión de ésto .
A diferencias de otras etapas, la vanguardia, los compañeros más decididos, tienden a “fusionarse” con la base que se involucra de lleno en la lucha empujando a los dirigentes a encabezar medidas más duras y participando masivamente en las acciones.

La unidad de las filas obreras

La mayoría de estas luchas son efectuadas por trabajadores en blanco, y por mejoras salariales. Sin embargo, en Terrabusi vemos por primera vez en años una lucha por los contratados, que además triunfó. Esto que se logró imponer en los servicios como Subte o telefónicos, era poco desarrollado en la industria. La unidad de efectivos y contratados no se había podido lograr en las luchas de Cargo en Córdoba el año pasado, ni en las grandes acerías del Paraná salvo en casos particulares. Aquellas luchas pioneras, heroicas, contra los despidos de tercerizados que son habituales en las fábricas de la alimentación, antes sólo encontraba a los sectores mas combativos, como los delegados de Pepsico, con Leo Norniella y Caty Balaguer a la cabeza. Luchas que les costaron el despido, aunque fueron reincorporados y hoy son nuevamente delegados. Parece que algo empieza a cambiar.

Ahora, en muchos casos aparece lo que algunos trabajadores llaman “compañerismo”, y los trabajadores de Maffisa resumían en que “tocan a uno tocan a todos” ¿Se empieza a quebrar la división dentro de las fábricas entre efectivos y contratados?

Ante los ataques, defender la organización conquistada

En los últimos meses hemos visto extenderse el lockout, como una medida patronal en respuesta al surgimiento de estos nuevos sectores. Fate está facturando más de 250 millones de dólares anuales, pero eligió el lockout ilegal para intentar derrotar el conflicto obrero. El Casino Flotante gana 1 millón de pesos por día, pero también prefirió parar el juego. Lo mismo Maffisa, que se ha convertido en la hilandería más grande de Sudamérica. O sea, en medio del crecimiento, algunas de las grandes empresas de la “burguesía nacional” prefieren dejar de producir y facturar para quebrar a los trabajadores y sus delegados. Y lo hacen porque éstos han comenzado a organizarse y a cuestionar el despotismo patronal, la explotación. Porque han dicho basta de cobrar salarios de hambre y que ellos se lleven millones. Han dicho basta de trabajar 12 o 14 horas parados, casi sin descansos, basta de despidos y trabajo por temporada.

Los trabajadores de estas empresas, con sus nuevos delegados, comisiones internas o representantes, empezaron a discutirle a los patrones el control del lugar de trabajo, sus derechos. Empezaron a recuperar lo perdido en las últimas décadas. Esas conquistas son las que quieren borrar los empresarios y, a pesar del crecimiento, el lockout patronal parece convertirse en una receta en estas luchas duras.

El Estado también ha dado “respuesta”, el asesinato de Carlos Fuentealba y la feroz represión a docentes y estatales santacruceños . La Gendarmería ocupó un centro del Correo y esta semana reprimieron a los trabajadores del Casino Flotante, casi como un adelanto de la “ciudad en orden” que pregona Mauricio Macri.

Extender el ‘compañerismo’

La dureza de la patronal y también del Estado no puede tomar a los trabajadores por sorpresa. Y plantea como primer medida para enfrentar cualquier ataque apelar a la solidaridad de otros trabajadores, estén en conflicto o no. Porque hay una cuestión que se convierte en decisiva: hay que coordinar para ganar. Se trata de extender ese “compañerismo” que aparece entre los trabajadores de algunas fábricas, a los de otras empresas, otros gremios. Los conflictos actuales muestran que los empresarios y políticos sí se organizan y coordinan. La burocracia es la principal responsable de mantenernos divididos. Por eso los sectores combativos y quienes venimos protagonizando estos procesos de luchas y organización tenemos que romper ese corporativismo y apostar a la coordinación.

En muchos de estos conflictos hay que organizar y extender el fondo de huelga, y recurrir a la denuncia pública: hagamos conciente ante toda la población cuánto están embolsando esos patrones que hacen lockout y cuánto gana un trabajador. Pero además plantea la importancia de apuntalar a la asamblea como institución para tomar todas las decisiones y así evitar las maniobras que puedan querer meter los dirigentes burocráticos aliados a las patronales. Como decíamos, en todos estos conflictos los trabajadores conquistaron organizaciones propias, como es el caso de la comisión interna de Mafissa o bien han comenzado a surgir nuevos delegados como es el caso de Santa Cruz, de los trabajadores del Correo o en Fate. En los lugares donde esta organización comienza a surgir hay que afianzarla porque ésto es lo que más alarma a las patronales y al Estado: que esa organización se transforme en permanente porque –como dijimos- pueden ser el puntal para pelearle palmo a palmo a la patronal el control en su lugar de trabajo y ante cada avance que pretendan hacer. Afirmarla quiere decir que se apoye siempre en la decisión de la asamblea, y poner en práctica el método de que los dirigentes si no cumplen sean revocados por la base.

Por último, las patronales siempre se apoyan en la división para quebrar la lucha. Por eso el ejemplo de Terrabusi donde se conquista la unidad con los trabajadores contratados es un enorme paso adelante y un ejemplo a seguir. Para impedir las divisiones, estos conflictos también están mostrando la necesidad de que los nuevos organismos que surjan involucren por igual a todos los trabajadores de la empresa, sean efectivos, contratados, estén bajo convenio o no.

Estas son las principales tareas que tienen por delante hoy ante las luchas actuales las organizaciones obreras combativas y los nuevos delegados de base junto a levantar un pliego único de reclamos que ponga en el centro la necesidad de un salario equivalente a la canasta familiar, la efectivización y pase a convenio de todos los trabajadores contratados, y la lucha contra la precarización laboral.

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