Durante el mes de febrero el Instituto de Pensamiento Socialista llevó adelante una serie de encuentros en los cuales se confronto las distintas estrategias políticas para la revolución surgidas en el siglo XX. En estos encuentros destacamos los elementos que constituyen para nosotros la actualidad política de la estrategia obrero revolucionaria basada en la clase trabajadora como sujeto revolucionario, en sus métodos de acción, la huelga y la insurrección, así como el partido revolucionario; y su conexión con el programa socialista planteado por el marxismo clásico. Debido a la amplia concurrencia, más de 270 asistentes, se realizaron varios encuentros en cada semana para debatir sobre estas problemáticas.

El primer encuentro confrontó la estrategia reformista de “desgaste” y la estrategia obrero revolucionaria, ambas surgidas en el seno de la II Internacional. Estas estrategias se enfrentaron en torno a dos ejes: el carácter que adquiría la dominación capitalista con el surgimiento del imperialismo como período particular y las consecuencias estratégicas que esto conllevaba para la revolución proletaria.

De la definición de Lenin del imperialismo como época de crisis económica, guerra y revoluciones proletarias una fracción revolucionaria del movimiento marxista artículo, en base a la experiencia catastrófica de la primera guerra imperialista, la idea de que el proletariado en alianza con las masas del campesinado pobre el que podría poner fin a la guerra imponiendo su propia dominación estatal, la dictadura del proletariado. Se abría curso así a una estrategia revolucionaria en la cual el proletariado imponía su hegemonía a través de sus propias organizaciones como eran los soviets en la revolución rusa de 1917. A través de sus propias instituciones el proletariado incorporaba a otros sectores oprimidos, soldados y campesinos, y se postulaban como la única clase capaz de resolver las demandas mas sentidas. De aquí que esta estrategia plantee la independencia política de la clase obrera frente a la burguesía.

La idea de la intervención consciente del partido revolucionario constituía parte de esta estrategia bajo el precepto de que en momentos de acción revolucionaria de las masas éstas necesitaban una organización dirigente que enfrente la trampa de la reacción y el discurso conciliador del reformismo. Una dirección de militantes profesionales que se plantee preparar el derrocamiento de la burguesía mediante el la insurrección obrera apoyada en el pueblo en armas. La vanguardia política debía preparar así la insurrección como un arte.

Antagónico a estos postulados el Partido Socialdemócrata Alemán con Kautsky como uno de sus máximos exponentes contrapuso a la idea de la revolución proletaria la estrategia que hemos denominado de “desgaste”. En ésta Kautsky indica que sólo bajo la legalidad de la república parlamentaria el proletariado podía ejercer su dominación como clase. Surgía así una estrategia que postulaba que la dominación de la clase obrera no debía conquistarse a través de la guerra civil entre las clases como había propuesto Marx sino que se conquistaría el poder político cuando las mayorías populares apoyasen al partido obrero bajo el régimen parlamentario.

Para Kautsky dentro de la sociedad capitalista el proletariado había adquirido tanto poder y fuerza que la burguesía ya no podía dominar sino era mediante la concurrencia de los partidos obreros. De aquí la política de conformar “coaliciones” entre los partidos obreros y los partidos de la burguesía “progresista” que sirva para desarrollar y defender las instituciones parlamentarias tanto contra la derecha más reaccionaria como contra los sectores izquierdistas. La defensa de la democracia burguesa y la posibilidad de que a través de un número de cambios graduales la sociedad capitalista se transforme en socialista será la idea planteada por esta estrategia reformista. El partido obrero debía ser un partido amplio y fundamentalmente electoral.

El segundo encuentro abordo la estrategia de la “guerra popular prolongada” planteada por Mao Tse Tung. Esta estrategia va a platear la idea de que la burguesía, en las colonias y semicolonias, posee una naturaleza antiimperialista que la postula como aliada de las masas en la tarea de la liberación nacional. De aquí surge la idea de una alianza o “bloque de las cuatro clases” que agrupa a la burguesía, los intelectuales, los campesinos y los trabajadores. La supuesta naturaleza antiimperialista de la burguesía nativa viene dada por una “contradicción principal” que alejada del análisis marxista que basa el antagonismo entre las clase sociales se establece entre “el pueblo” y el imperialismo. De esta manera esta estrategia también propone la conciliación entre las clases y se esfuerza en buscar un sector de la burguesía a la cual subordinar las aspiraciones elementales de los oprimidos y explotados.

Por otro lado el modelo de la guerra popular prolongada presupone que la dirección del proceso de liberación nacional ya no se encuentra en la autoorganización del proletariado y en sus métodos, la huelga y la insurrección, sino que es la organización de los campesinos en un partido-ejercito el garante de esta estrategia. De aquí que el proceso político vaya para Mao “del campo a la ciudad”. La guerra era prolongada ya que primero se establecía una etapa de alianza entre las cuatro clases y un estado que se planteara desarrollar el capitalismo chino, para luego de un largo período de dominación avanzar hacía la revolución socialista. Por ello la estrategia de la guerra popular prolongada no es aquella de la revolución proletaria, socialista e internacionalista que popularizo la revolución Rusa sino la de la revolución nacional dirigida por el partido-ejercito campesino bajo la idea de la conciliación con la burguesía.

Los dos próximos encuentros del seminario abordarán la estrategia del foquismo postulada por el Che Guevara y por último el anarquismo y autonomismo.