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Debates

LA IZQUIERDA EN LAS ELECCIONES

Lo peor no son los resultados, sino las malas conclusiones

En el número anterior intentamos establecer una relación entre el pobre resultado de la izquierda en las elecciones con la política levantada en las grandes luchas políticas de masas: la del 2001, la que se abrió a partir de Cromañón en la Capital y, más recientemente la de Neuquén, que junto a la de Santa Cruz fueron las primeras crisis gubernamentales de magnitud que hubo bajo el gobierno de Kirchner.

Manolo Romano

14 de junio 2007

En el número anterior intentamos establecer una relación entre el pobre resultado de la izquierda en las elecciones con la política levantada en las grandes luchas políticas de masas: la del 2001, la que se abrió a partir de Cromañón en la Capital y, más recientemente la de Neuquén, que junto a la de Santa Cruz fueron las primeras crisis gubernamentales de magnitud que hubo bajo el gobierno de Kirchner. Ya dijimos que en ellas “la mayoría de las fuerzas de izquierda se negaron a presentar en el curso de los acontecimientos una política de clara independencia de clase. En esto reside para nosotros la clave de por qué la izquierda no constituye un factor de peso en la escena política...” (LVO 237).
Desde el PTS reafirmamos que, más que nunca, es necesario unir a la izquierda clasista y los luchadores en un frente que dé una pelea en las elecciones nacionales de octubre y, sobre todo, encarar la tarea de poner en pie un gran partido de la clase trabajadora.

¿Adónde va el MST?

Con los 70 mil votos obtenidos a diputados, el MST recupera el caudal de la vieja Izquierda Unida y la banca para Patricia Walsh, pero no logran el objetivo electoral que se propusieron: capitalizar el espacio que dejó Zamora y emerger como indiscutible polo de atracción de “una nueva izquierda”. En su campo, surgió en la Capital otro postulante, Claudio Lozano y su agrupamiento de centroizquierda Movimiento por Buenos Aires. Por ello el MST reconoce que sólo dieron “un primer paso que abre las perspectivas para aprovechar el espacio que existe para luchar por una verdadera alternativa política” (A.S. N° 454).
Es decir que esta situación empuja al MST a dar, tarde o temprano, otro paso en su curso a la centroizquierda. ¿Se encaminarán a buscar la unidad con Lozano?

Por lo pronto el MST no participó del acuerdo unitario junto al PO, el PTS, el PCR y las fuerzas que confluimos en una campaña común de la izquierda ante la segunda vuelta (ver declaración). Y mientras en su periódico los viejos dirigentes partidarios llaman a no votar a Macri ni a Filmus, las primeras declaraciones de Patricia Walsh fueron que “no somos dueños de los votos” (¿?). Por su parte, Lozano se inclinaría por no votar a ninguno en la segunda vuelta, después de fracasar en su propuesta a Filmus de “un compromiso programático” para votarlo contra Macri. ¿Acordarán ahora una posición común Walsh y el MST con Lozano, de espaldas a la campaña unitaria de la izquierda, como otro paso en su orientación de una “nueva izquierda”? Sería coherente con su estrategia de “un proyecto amplio con independientes y organizaciones políticas y sociales dispuestas a actuar en común y a debatir los matices”, es decir, sin ninguna delimitación programática y de clase. Una continuación en el plano político de su participación en luchas de masas como la de Neuquén, que los encontró enteramente ubicados entre las fuerzas conciliadoras con el régimen del MPN de la directiva de ATEN, que bloqueó el intento de buscar la caída de Sapag luego del fusilamiento de Carlos Fuentealba.

Las antinomias del Partido Obrero

Los compañeros del PO señalan que el resultado electoral “refleja que las luchas no tienen todavía un carácter de conjunto, (...) y las minorías que luchan no han sacado todavía conclusiones políticas de su experiencia. Los resultados electorales a favor de la derecha y negativos para la izquierda expresan, por lo tanto, una contradicción entre la realidad social, que es una tendencia de fondo, y su percepción política popular, que es un fenómeno coyuntural”. (Jorge Altamira en Prensa Obrera 995).

Hay una fuerte contradicción lógica en el razonamiento: si las luchas no tienen un carácter de conjunto, si es una minoría la que lucha, la realidad social no es absolutamente contradictoria con un fortalecimiento de la derecha, y viceversa. Las tendencias a lo que el PO define con el vago término de “rebelión popular”, la acción directa en algunos casos de masas como en Neuquén y Santa Cruz, se desarrollan en el marco del consenso de las capas medias con el crecimiento económico. Esto lentifica la experiencia política. ¿Cómo ayudar a acelerarla?

En primer lugar, impulsando organizaciones unitarias y democráticas que agrupen a los sectores en lucha. Es inconcebible que el PO le de la espalda a la necesidad de coordinación de las organizaciones combativas, y pregunte “¿a qué se refieren con eso?” Nos referimos a la necesidad imperiosa de impulsar las organizaciones democráticas de frente único obrero para la lucha, en el nivel que ésta se dé. Empezando por una coordinadora de los nuevos delegados que están surgiendo apoyados en asambleas, para cerrar filas en autodefensa de los ataques de la patronal y la burocracia sindical, como el que acaban de sufrir los trabajadores del Casino. Y, cuando la oportunidad lo permita, intentos superiores de organizaciones de frente único de masas para la lucha política, como la propuesta de una Asamblea Provincial de trabajadores que mocionamos desde el PTS y otras fuerzas en Neuquén para orientar la lucha hacia la caída de Sobisch. Proponemos al PO impulsar juntos este tipo de organismos.

Y volvemos a insistir: estamos convencidos de que si el PO, el PTS y todas las fuerzas de izquierda que se definan por la independencia de la clase trabajadora, junto a la amplia fracción combativa que ya existe en el movimiento sindical y se expresa en cuerpos de delegados y seccionales de distintos gremios nos uniéramos como un polo político unificado, otro sería el peso de los trabajadores en la escena nacional. A nadie se le ocurre que podríamos impedir el triunfo electoral de Macri ni equiparar el peso político de la fórmula de Kirchner, que obedecen a razones objetivas y al grado de experiencia política de masas, pero sí podríamos constituir un fuerte y claro polo de miles para dirigirnos a millones que aún confían en Kirchner o el resto de las variantes patronales. Necesitamos dar pasos urgentes en este sentido, formando un frente de trabajadores y la izquierda clasista, para intervenir en las luchas, en las elecciones de octubre y abrir el debate sobre la construcción de un partido de la clase trabajadora.

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