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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

Lo que no se habla de los linchamientos

Las imágenes de brutales linchamientos contra presuntos protagonistas de robos, conmocionaron al país, sobre todo por la muerte del joven trabajador David Moreyra, apaleado por más de 50 personas.

Octavio Crivaro

3 de abril 2014

Lo que no se habla de los linchamientos

Las imágenes de brutales linchamientos contra presuntos protagonistas de robos, conmocionaron al país, sobre todo por la muerte del joven trabajador David Moreyra, apaleado por más de 50 personas. Estas espantosas manifestaciones involucran a decenas de personas de Rosario, Santa Fe, Capital y GBA, que intentaron “ajusticiar” a supuestos ladrones, moliendo a golpes y asesinando en banda, luego de una mera evaluación sumaria del rostro y del color de piel.

Contra las miradas supuestamente “indignadas” de Cristina Fernández y de funcionarios del gobierno santafesino de Bonfatti (FAP, PS-UCR), denunciamos que todos los partidos patronales y de los grandes medios de prensa han hecho durante años un bombardeo político y periodístico para crear paranoia en la población, afín de legitimar el rol represivo del Estado, lo que creó el caldo de cultivo para estos linchamientos fascistas. Como muestra de hipocresía, hasta el milico Berni llamó “asesinos” a los linchadores, pero a su vez los justificó señalando que “la gente ha reaccionado con cierto hartazgo”.
 
El resultado de una campaña derechista

La enorme campaña “contra la inseguridad” pone el eje en la represión de los participantes individuales (reales o inventados por la Policía y la Justicia burguesa), lo contrario a discutir las causas del delito y las responsabilidades políticas. Hablamos, en primer lugar, de la podredumbre de una Policía que regentea el narcotráfico, la trata de mujeres y el crimen organizado, que no dudó en instigar los saqueos contra el pueblo trabajador para lograr aumentos “salariales” en Tucumán y Córdoba a fines de 2013. En segundo lugar, la miseria y la descomposición social, que empujan a jóvenes a la desesperación y a la delincuencia. Nadie quiere hablar seriamente de estas dos cuestiones. 

Contra todo psicologismo, la causa de la desesperación a la que es sometido un sector de la juventud empujado a la delincuencia, hay que buscarla en la descomposición social producto de una pobreza obscena. En nuestro país, cada barrio cerrado está rodeado de villas miseria, los autos de lujo conviven con millones de trabajadores que viajan en trenes y colectivos que se caen a pedazos y el 75% de los asalariados gana menos de $6.500, pero las multinacionales exilian barcos repletos de dólares. Pero se busca endurecer un régimen penal que pone la lupa sobre el ladrón de carteras y garantiza la impunidad de grandes empresarios y ladrones “para la Corona”.

Cada tanto, funcionarios de los gobiernos hablan contra esta desigualdad que ellos sostienen. Pero cuando los trabajadores la cuestionan con su lucha, el andamiaje estatal, policial y judicial apunta los cañones contra ellos. Esto pasó con los trabajadores de la metalúrgica Liliana S.R.L., en Kromberg y en numerosas luchas de trabajadores que cuestionan la precarización laboral y los bajos salarios.
 
Estado presente y podrido

En este esquema de ganancias extraordinarias y millones en la pobreza, las bandas narcos ganan peso. La policía organiza el delito reclutando pibes que roban para ellos. Luciano Arruga, desaparecido por negarse a “trabajar” para la Policía Bonaerense, confirma que no hay “pequeño” delito independiente de los que dirigen el gran crimen organizado: las policías. Frente a la miseria que generan los grandes capitalistas, el propio Estado impone una pérdida de libertades democráticas: militarización de los barrios, cámaras de seguridad, policías comunales, es el menú en el que coinciden Cristina, Macri, Bonfatti y Massa.

Contra el argumento de sectores del progresismo, de que estamos ante un “Estado ausente”, respondemos que el Estado es el conjunto de instituciones que cotidianamente garantiza la desigualdad y la pobreza, defiende a empresarios negreros y afila la punta de la bayoneta contra los que dicen “basta”. Massa también habló, por derecha, de “un Estado ausente”, para pedir mano dura. En realidad, Massa colaboró decididamente en crear el clima de los linchamientos con la acusación de que el anteproyecto de reforma del Código Penal promovía la “liberación de miles de delincuentes”, cuando en realidad se trata de una iniciativa “conservadora” redactada por una comisión de la que participó el legislador macrista Federico Pinedo, insospechado de “progresista”.
 
Resolver los problemas del pueblo trabajador atacando los intereses de grandes empresarios

Por el contrario, la izquierda propone resolver los principales problemas que padecen los sectores populares. Ante la combinación de “hambre y alambre de púas” que nos proponen los capitalistas y sus partidos, oponemos el reparto de las horas de trabajo para que no haya más desocupados, el pase a planta de los precarizados, salarios igual a la canasta familiar, educación y salud para todos, un plan de obras públicas para construir las viviendas y los hospitales que hacen falta. Para ello proponemos aplicar impuestos progresivos a los grandes empresarios, expropiar a los grandes sojeros y aceiteras, y otras medidas que atacan los intereses de los capitalistas más concentrados. Frente a las policías corruptas y asesinas que algunos quieren fortalecer, decimos: desmantelamiento del aparato represivo que desapareció a López y a Arruga, asesino de pibes en los barrios y garante del narcotráfico. Por la organización democrática de los trabajadores y el pueblo pobre.

Esto es algo que ni el kirchnerismo ni gobiernos como el de Bonfatti harán: ellos aplican un ajuste contra los trabajadores y la juventud, niegan aumentos de sueldo a los docentes pero le aumentan a los policías para reprimir “mejor”. Los trabajadores tienen que depositar su bronca y descontento contra los capitalistas y políticos patronales. Las organizaciones de trabajadores, sociales y populares no deben caer en el reclamo de mayor seguridad, sino levantar la consigna de “trabajo, vivienda, educación y salud para todos”. De lo contrario, se avala una campaña estatal de dividir a los sectores populares para debilitarlos.

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