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Editorial

SE PROFUNDIZA LA CRISIS CAPITALISTA INTERNACIONAL

Los Kirchner dicen que “hay que pasar el verano”

Si EE.UU., no rescata de la quiebra a General Motors entrelazada a Chrysler y Ford en la producción de autopartes, y estas cierran podrían ir a la calle 1 millón y medio de trabajadores. Las llamadas “tres grandes” del automóvil piden un paquete de salvataje de 25.000 millones de dólares que es apoyado por Barack Obama pero no convence al Congreso.

Manolo Romano y Ruth Werner

20 de noviembre 2008

Si EE.UU., no rescata de la quiebra a General Motors entrelazada a Chrysler y Ford en la producción de autopartes, y estas cierran podrían ir a la calle 1 millón y medio de trabajadores. Las llamadas “tres grandes” del automóvil piden un paquete de salvataje de 25.000 millones de dólares que es apoyado por Barack Obama pero no convence al Congreso. La ideología neoliberal imperante considera que es correcto salvar a los bancos porque se lo está haciendo con “la savia del capitalismo”, mientras que hacer lo mismo con empresas es “socializante”. Es decir que, cuando aún faltan dos meses para la asunción del nuevo presidente norteamericano, la crisis mundial amenaza con empeorar con las enormes consecuencias que traería la caída de esas compañías emblemáticas hundiendo la economía yanky en la depresión.

En medio de este tembladeral, toda la “estrategia” de los Kirchner se reduce a “pasar el verano”. Cuando Alvaro Alsogaray dijo “hay que pasar el invierno” era el ministro de Economía del presidente Arturo Frondizi y estaba anunciando, en junio de 1959, el retraso en el pago de salarios en la administración pública. Ahora, el lema oficial es presentado en una versión edulcorada, con un signo de esperanza. Pero si General Motors no se detendrá en despedir obreros en masa en Detroit, ¿por qué van a detenerse en su planta de General Alvear en Santa Fe con las amenazas de leyes contra los despidos que propone la CGT?

Otro ejemplo: en uno de los mayores ajustes laborales en la historia mundial reciente, el banco norteamericano Citigroup suprimirá en los próximos meses 52.000 puestos de trabajo en todo el mundo, de un total de 352.000. ¿Qué pueden conseguir los “preventivos de crisis” del Ministerio de Trabajo si una parte le toca a la Argentina?

Un nuevo capítulo de la crisis nacional

Con la estatización de las AFJP, los Kirchner pretendían lograr un respiro que, a partir de los nuevos fondos de Anses, les permitiera fomentar planes de obra pública y subsidios al consumo para paliar la caída en la producción, arbitrar sobre las presiones de financiamiento para las distintas camarillas dominantes y alinear al aparato del PJ, en particular el bonaerense, para mantener el control de la situación política hacia las legislativas de 2009.

Pero este equilibrio muy precario es desestabilizado, en primer lugar, por la recesión mundial que amenaza ser verdaderamente catastrófica irradiada desde los países imperialistas. En segundo lugar, aguijoneados por el fallo de la Corte y por la ebullición que se vive en las empresas por los anuncios de cesantías, se dieron los primeros roces de importancia de la CGT de Moyano con el gobierno de los Kirchner con quienes han venido formando el núcleo duro de la alianza gubernamental durante estos años. El diputado y abogado cegetista Héctor Recalde amaga con presentar un proyecto de ley contra los despidos y días atrás Moyano volvió a hablar del “doble aguinaldo”.

Ya las exportaciones argentinas de carnes, combustibles y energía, bajaron hasta 20% menos que el año pasado. El Cronista Comercial informa que “Las ventas en octubre cayeron 30% y para este mes las empresas están proyectando una merma de 20% más”. En los frigoríficos 1500 empleados han sido suspendidos en todo el país y en las automotrices ya son más de 1000 los obreros a quienes no se les renovarán sus contratos o suspenderán. Las cesantías se han convertido en moneda corriente en provincias claves del país como Córdoba y Santa Fe que albergan a industrias que fueron puntales del crecimiento de los Kirchner. Ya son 12.000 los trabajadores automotrices afectados por reducción de horarios, adelanto de vacaciones y suspensiones en Renault, Volkswagen e Iveco, en Córdoba, y las de Mercedes Benz y Peugeot, en Buenos Aires.

Los efectos de la recesión de la economía capitalista internacional están procesando un nuevo capítulo de la crisis nacional.

La clase trabajadora necesita una demostración de fuerzas

El proyecto de ley anti-despidos del diputado y abogado de la CGT Héctor Recalde mediante una “triple indemnización”, despertó rechazo de los empresarios que piden, muy por el contrario, que para atenuar las cesantías -que de todos modos, dicen, “serán inevitables”- el Estado se haga cargo de parte de los salarios. El gobierno, mientras tranquiliza a las patronales diciendo que no va a impulsar el proyecto de la CGT, al mismo tiempo lo utiliza como una amenaza por izquierda para los empresarios que, mediante los jefes de la UIA, vuelven a insistir con la devaluación que lleve el dólar a 4 pesos.

El arreglo que intentan pactar el SMATA y la patronal de General Motors, a instancias del Ministerio de Trabajo, por el conflicto contra 435 despedidos podría dejar en la calle a más de la mitad, los contratados, y significar suspensiones masivas con una fuerte rebaja salarial a los efectivos. Se intenta imponer un acuerdo testigo que querrán extender al resto del movimiento obrero. El resultado de la negociación es una clara demostración de la impotencia de intentar contener los efectos de la crisis mundial que los capitalistas descargan sobre los trabajadores, sin apelar a la lucha de clases.

¿Se puede esperar algo de este Congreso? La propia CGT dice que “verán el sentido de oportunidad”, para presentar el proyecto, con la esperanza de un pacto conciliador con el gobierno y los empresarios. Los opositores parlamentarios están más a la derecha. Los que apoyaron fervorosamente el lock out y desabastecimiento agrario, como Elisa Carrió, declaran que mínimas leyes de este tipo serían “terrorismo” contra los empresarios. El nuevo bloque de diputados que se agrupa en torno a Felipe Solá y los duhaldistas sólo hablan de “la distribución” de la recaudación fiscal para las provincias: es decir de su “caja”. La clase trabajadora sólo cuenta con sus propias fuerzas. Pero en medio de este panorama no hay una sola medida de lucha nacional convocada por los dirigentes de la CGT, ni siquiera para impulsar su propia ley. ¿Para qué sirve entonces la “unidad sindical” si no es para la lucha?

“Las 15 principales empresas del país obtienen una renta promedio anual del 24%, y un 15% con la deducción de impuestos, es decir el doble que en otros países capitalistas. Si acumularon ganancias en todos estos años, no se les puede permitir ningún despido”, denunció Yasky. Sin embargo, ante los miles de despidos que ya se están produciendo, la CTA llama a una marcha por la prohibición de los despidos para el 12 de diciembre, mientras Pedro Wasiejko, el dirigente del neumático de la CTA, acaba de aceptar suspensiones con rebaja salarial en FATE, y viene de traicionar la lucha por la reincorporación de decenas de despedidos.

Sin medidas de fuerza contundentes, sin un gran paro nacional que inaugure un plan de lucha, no se va a frenar el ataque capitalista que amenaza hacer retroceder a toda una franja de la clase trabajadora a la situación de desocupación de los ‘90. ¿Dejarán pasar esto las centrales sindicales? Asambleas y pronunciamientos para exigirle a los dirigentes de la CGT y la CTA que convoquen a una huelga nacional con movilización en Plaza de Mayo y en las principales ciudades del país para prohibir los despidos y las suspensiones con rebaja salarial.

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