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Editorial

Los devaluadores de la UIA tienen socios sojeros

El presidencialismo a ultranza de los Kirchner debió ceder, luego de la derrota de las retenciones móviles, a una política de negociación parlamentaria.

Comité de Redacción

21 de agosto 2008

El presidencialismo a ultranza de los Kirchner debió ceder, luego de la derrota de las retenciones móviles, a una política de negociación parlamentaria. Así lo expresan las discusiones sobre la reestatización de Aerolíneas o sobre la ley de movilidad jubilatoria, donde también el gobierno hará concesiones modificando el índice de cálculo de la movilidad, para asegurarse el voto positivo de sus iniciativas. Pero más allá de este giro táctico de los Kirchner para recomponer fuerzas, la cuestión de fondo es la indefinición del oficialismo ante las crecientes señales de tormenta en el frente económico.

Mientras la crisis financiera internacional está llevando a una recesión no sólo a los EE.UU. sino a gran parte de los estados imperialistas de la Unión Europea y a Japón, han aumentado los signos de agotamiento del esquema económico pos devaluación. Esta situación está poniendo en cuestión el punto más fuerte del consenso social que habían logrado los Kirchner: el crecimiento económico. La debilidad política en que ha quedado el gobierno está llevando a una coyuntura donde cada sector capitalista tironea por reequilibrar la situación a favor de sus intereses, mientras la inflación aumenta el descontento popular.

La caída del dólar y suba de las tasas de interés redistribuyó las ganancias al interior de la clase empresaria a favor de los bancos y las empresas privatizadas, que presentaron balances que arrojan grandes ganancias en los primeros 6 meses del 2008. Comparado con el primer semestre del año pasado, el banco Galicia cambió las pérdidas por ganancias de casi 77 millones, y el Macro mejoró sus resultados en mas del 30%. Las empresas de energía fueron otras de las grandes beneficiadas como la Generadora Eléctrica Central Costanera o Metrogas aumentaron ganancias en un 300% y 100% respectivamente. La apreciación del peso contribuyó, en el primer caso, con más de la mitad de las ganancias y en el segundo , le recortó las pérdidas financieras de 49 a 9 millones frente a la primera mitad del 2007. Este sector de los capitalistas son los partidarios de esta política de “enfriamiento” de la economía y pugnan por una política de ajuste tarifario y dejar caer el dólar. Son los aliados locales de los lobbistas internacionales de las grandes finanzas que quieren imponer más condiciones.

“Unidad nacional” por el dólar a $380

A los reclamos de una nueva devaluación que hizo la semana pasada el segundo de la UIA De Mendiguren, se ha sumado un socio campestre. “Debemos tener un dólar de 3,50 a 3,80 pesos para recuperar lo que se pierde”, acaba de declarar Eduardo Buzzi de la Federación Agraria que cada vez que habla les da un golpe al hígado a la izquierda sojera que festejó como una “victoria popular” la caída de las retenciones móviles. Una semana atrás defendió al ajustador Schiaretti repudiado por los jubilados y trabajadores de Córdoba. Ahora el líder de los “medianos y pequeños chacareros” propone una licuación del salario obrero con otro golpe devaluatorio; y todo dicho en nombre de la “distribución de la riqueza”. Buzzi reconoció que “Hay gente nuestra trabajando dentro del Movimiento Productivo” que lidera Eduardo Duhalde con quien también compartió un asado Alfredo De Angeli (foto). El Movimiento Productivo Argentino que lidera el Bonaparte de Lomas de Zamora, reclama “un gran viraje” para mantener las “ventajas competitivas de la devaluación”. El discurso de “unidad nacional” que pregona hoy Duhalde es calcado al que enarbolaba cuando impuso “la convertibilidad del 3 a1” en nombre de la “comunidad productiva que debe gobernar el país” en el 2002.

Una muestra palmaria de la crisis del régimen político es que la figura que aparece como alternativa ante un kirchnerismo en caída, es nada menos que Duhalde que tuvo que apelar al santacruceño y su discurso “de los derechos humanos”, para apurar su salida del poder ante el masivo repudio popular luego de la masacre del Puente Pueyrredón.

Seamos realistas, es decir revolucionarios

Las distintas alternativas que debate la clase dominante están guiadas por la máxima que popularizaron los piquetes de la Sociedad Rural, “la defensa de la rentabilidad” capitalista. Ya sea por la vía de la devaluación que tirará nuevamente abajo el salario o mediante ajustes fiscales al estilo de Córdoba y pérdida de empleos, si se profundiza el “enfriamiento” de la economía, discuten cómo redistribuir la renta entre los de arriba a costa de una nueva tajada sacada a los trabajadores y el pueblo. Frente a estos escenarios que se vienen, el rol de la CGT está siendo fundamental para maniatar a la clase trabajadora. La central dirigida por Moyano sólo convoca a marchas y actos para apoyar alguna medida del gobierno como durante todo el conflicto con las patronales agrarias o ante la ley oficial de estatización de Aerolíneas. La CTA mantiene dividida la lucha de los docentes que comenzaron ya en 4 provincias, y que expresaron, como con el masivo paro en Buenos Aires, la existencia de la bronca salarial. Y se muestran cómplices ante la persecución en las fábricas contra los nuevos delegados y despidos discriminatorios de activistas, como sucede en la industria del neumático. Son las muletas que el gobierno y la oposición patronal necesitan para llegar a las elecciones legislativas del 2009.

Aún sin que la clase trabajadora haya puesto su impronta en la nueva situación abierta con la crisis de los de arriba, no obstante comenzó en franjas de masas un amplio proceso de politización y desgaste de las ilusiones depositadas en el kirchnerismo que prometía una mejora gradual y pacífica de las condiciones de vida populares. En cierta medida, la conciencia de sectores de los trabajadores y la juventud ha avanzado más que sus posibilidades de acción por no contar con una dirección política independiente. En estas condiciones, la izquierda clasista y socialista puede y debe establecer un diálogo político mucho más abierto desde una perspectiva revolucionaria. Es decir, desde la única perspectiva realista ante los escenarios convulsivos de la crisis capitalista internacional que marcará el próximo período. El insistente llamado que desde el PTS venimos haciendo a las organizaciones obreras, estudiantiles combativas y a la izquierda a la convocatoria a una Asamblea Nacional y a la formación de un bloque de independencia política, tiene el objetivo de agrupar y organizar a todas las fuerzas posibles para influir en el desarrollo de los futuros acontecimientos.

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