A pesar de haber recibido la ayuda militante de los medios de comunicación que no pararon de promoverla, a pesar de las declaraciones de la fachándula y de las más de 100.000 adhesiones en Facebook, la asistencia no cumplió las expectativas. La marcha por “más seguridad” reunió cerca de 8.000 personas en Plaza de Mayo. Era la cita más importante, la más esperada de todos los actos a realizarse en varias ciudades del país.Finalizada la jornada, las organizaciones convocantes -Mejor Seguridad y Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador (VALOMI)- se retiraban sin haber podido alcanzar la masividad de las primeras movilizaciones del falso ingeniero Juan Carlos Blumberg.
Sin embargo, es importante señalar que la marcha fue un pronunciamiento nacional de una derecha agazapada detrás de la farándula y los religiosos que oficiaron de oradores ante la concurrencia de sectores de la clase media, de Caballito a San Isidro, que se manifestaron a favor de la mano dura (“Re-dura” acababa de declarar Susana Giménez) contra los pobres.

Mejor Seguridad es comandada por Constanza Guglielmi, mujer de currículum “impecable”. Hija del general Alejandro Guglielmi, torturador de la dictadura militar, Constanza es íntima del círculo de amigos de la fascista Cecilia Pando y asesora de Blumberg. Está casada con el ex gobernador de Chubut, Néstor Perl, un menemista que debió renunciar en 1990 para evitar un juicio político por malversación de caudales públicos.

Por su parte, la VALOMI no tiene nada que envidiarle. Su presidente, Gabriel Lombardo, es un neofascista declarado. Amigo de Francisco De Narváez, el 26 de septiembre pasado inauguró el Destacamento Policial de Lomas del Mirador. Allí fue molido a golpes el joven Luciano Arruga, hoy sus familiares y amigos reclaman por su desaparición.

Los “religiosos” hacen política... de derecha

Aunque los organizadores anunciaron que “no va a subir ningún político” al palco, el evento expresó el “humor político” de las clases medias en abierta oposición al gobierno. Uno de los oradores estrella fue el rabino Sergio Bergman, quien se encargó de aclarar su negativa al adelantamiento de las elecciones, manifestó su simpatía por “los hermanos (patrones) del “campo”, llamó a “aprender a votar” y hasta “ser fiscales para que no nos roben los votos”. ¡Menos mal que no iban a “hacer política”! Todos los lugares comunes de la oposición burguesa, desde De Narváez hasta Elisa Carrió.

El pedido más explícito de “mano dura” estuvo a cargo del sacerdote Guillermo Marcó. Se valió de la Ley del Talión para justificar la frase más escuchada en estos días: “El que mata tiene que morir”. Para Marcó fueron “los delincuentes (quienes) instauraron la pena de muerte porque te matan por 20 pesos”. Ante el aplauso rabioso de los manifestantes, trató de matizar lo dicho aclarando que la pena de muerte no tiene sentido. ¿Un predicador del derecho a la vida? Nada de eso. El religioso se opone porque... “quienes la deberían instrumentar son los mismos jueces que hoy dejan a los delincuentes en libertad”. Para concluir mezcló un discurso anti-corrupción con una respuesta represiva: “basta de construir casinos y hoteles en el sur, cuando lo que se necesitan son más cárceles”.

Aunque no lo dijeron los oradores, la movilización estuvo precedida por una campaña que quiere imponer un Proyecto de Ley que declare la Emergencia Nacional en Seguridad Pública. Entre sus exigencias figuran la reincorporación de entre 5.000 y 10.000 policías exonerados y el aumento sustancial de las penas para los delincuentes.

Este 24 de marzo, a 33 años del golpe, las organizaciones combativas de los trabajadores, los organismos de DD.HH., los estudiantes y los movimientos sociales necesitamos impulsar una gran campaña democrática para pararle la mano a la “mano dura” contra los pobres y la juventud, contra el fortalecimiento del poder represivo del Estado.