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José Montes, delegado del Astillero Río Santiago y dirigente del PTS

“Necesitamos nuestra propia herramienta política”

22 de febrero 2007

¿Qué relación hay entre la situación de los trabajadores y la falta de una perspectiva política propia en estas elecciones?
 
José Montes: Bueno, por un lado, ya no estamos en los años ‘90 que era una situación completamente defensiva. Ahora hemos recuperado posiciones, en primer lugar por el crecimiento económico y la incorporación de alrededor de 3 millones de nuevos trabajadores a las empresas, a pesar del trabajo en negro y la precarización que son altísimos, lo que da nuevos aires para reclamar. Además se han recuperado comisiones internas y cuerpos de delegados, que si bien son una minoría dentro de la clase trabajadora han tenido un efecto enorme, por ejemplo como cuando a fines de 2004 los compañeros del subte demostraron que con nuevas organizaciones se superó el piso salarial que puso la CGT y el gobierno. Nosotros sostenemos que necesitamos un amplio reagrupamiento de toda esta vanguardia obrera para proyectar a esa minoría combativa a disputar la base de los sindicatos a la burocracia. Pero esta recomposición, digamos, social y sindical de los trabajadores no tiene aún ninguna expresión política. En este terreno todavía hay una gran distancia, por la confianza que hay aún en el gobierno en primer lugar. Por ejemplo, el astillero donde trabajo es una de las fábricas más combativas, hemos recuperado el cuerpo de delegados por sección y hasta se han realizado paros y acciones por demandas que van mucho más allá de lo sindical, como el pasado 24 de marzo a 30 años del golpe o para exigir la aparición con vida de Julio López. Pero aún luchamos contra la corriente en el terreno de la independencia política de la clase trabajadora, es decir, que en última instancia no se supera la ideología dominante que se impuso en décadas de peronismo y burocracia sindical. Es decir, se toma como algo natural que los trabajadores luchemos sindicalmente pero la política quede en manos de los políticos patronales, algo que no es de ninguna manera natural. Te cuento una anécdota, para ver otras tradiciones nacionales. Un compañero de Bolivia nos contaba que el año pasado en un plenario ampliado de la Central Obrera Boliviana (COB), el grupo hermano del PTS fue a plantear la propuesta que la central obrera levantara para las elecciones una candidatura propia, y que se constituyera una herramienta política de los trabajadores. Lo interesante fue que, a pesar que la dirección de la COB se negó lamentablemente, viejos obreros mineros y fabriles defendían nuestra propuesta, sin ser de nuestra organización, leyendo párrafos del programa fundacional del movimiento obrero boliviano, conocido como las Tesis de Pulacayo de 1946. Entonces decían: tienen razón los compañeros porque aquí planteamos que los obreros no podemos llegar al poder mediante las elecciones burguesas pero debemos usar la tribuna parlamentaria subordinada a la acción de masas1. Independientemente que las direcciones burocráticas de la COB de las últimas décadas no han seguido ni de lejos las indicaciones de ese programa, aún hay elementos de esa conciencia clasista que sobreviven en sectores de los trabajadores bolivianos y es un punto de apoyo para recuperarla. Aquí, por el contrario, hay que crear una nueva tradición clasista. 
 
¿Cómo se expresa esta falta de independencia política de los trabajadores en lo cotidiano?
 
J.M.: Mirá, se expresa, en primer lugar, en el rol de la burocracia sindical, que es la correa de trasmisión de la política patronal dentro de lo que deberían ser nuestras organizaciones de lucha. Fijate Moyano o la dirección de la CTA en el escándalo del INDEC. Vos sabes que en Brasil en el ‘80, cuando se funda el PT y la CUT, pasó algo parecido porque la dictadura brasileña manipula los índices de inflación como ahora hicieron la ministra Miceli y Kirchner, pero, distinto que acá, desde ese momento la CUT reunió a especialistas e intelectuales y sacó sus propias estadísticas y su propio índice de inflación, y las publicó en forma independiente para discutir el verdadero valor de la canasta familiar fijado por los sindicatos. Esto sería una posición mínimamente independiente. Por ejemplo, Claudio Lozano, que es un intelectual de la CTA, ha mostrado que la canasta familiar está en $2.400, pero esto no lo hace para dar una herramienta de lucha a los trabajadores sino para hacer carrera de diputado, para lo que llegó a juntarse con Aníbal Ibarra y el banquero Carlos Heller del Credicoop, que aplicó el corralito. Y la CTA pide mucho menos que eso, y dejó pasar la intervención en el INDEC porque su secretario general Yasky apoya a Filmus, el candidato de Kirchner en la Capital. Moyano se calla la boca. Peor, leí una discusión de Héctor Recalde, el abogado de la CGT, con el abogado de la UIA Funes de Rioja, de lo más amistosa y ambos coinciden en que el salario se negocie sector por sector de acuerdo a las posibilidades de cada patronal, algo que antes planteaban los neoliberales2. Es decir que la CGT ya ni siquiera conserva el viejo rol de “central” porque al negarse a una paritaria nacional deja libradas las negociaciones a cada gremio. No por nada apoyan al menemista Scioli como gobernador de la provincia de Buenos Aires-
 
¿Qué posibilidad ves para abrir esta discusión entre los trabajadores? 
 
J.M.:
Con los trabajadores se abre actualmente una discusión que tiene importancia estratégica, aunque no tenga expresión inmediata en estas elecciones, porque al destaparse la olla de los crímenes de la Triple A se puede ver que del mismo peronismo salieron las bandas fascistas que asesinaban delegados y luchadores, para frenar el auge obrero que comenzó con el Cordobazo. Esto es muy importante porque abre un debate sobre el rol del partido que históricamente la clase obrera consideró como suyo, y que después de la dictadura pactó con Alfonsín la impunidad no sólo para los militares genocidas sino también para ellos mismos. El PJ fue con Menem el partido que tuvimos que enfrentar para resistir a las privatizaciones y los despidos masivos, y que con Duhalde nos impuso la devaluación que hizo caer a pique el poder adquisitivo del salario. Ahora Kirchner se basa en esa conquista de toda la patronal, y pretende una “renovación” cosmética del viejo PJ para mantener a los viejos burócratas y punteros que le sean fieles, y sumando todo tipo de “borocotós” comprados con la caja del Estado. La batalla más importante en estas elecciones, lo que ordena todo nuestro planteo, es que los trabajadores necesitan romper con los partidos patronales y construir su propia herramienta política.
 
En este sentido va el planteo a la izquierda de un Frente Clasista y Socialista...
 
J.M.:
Efectivamente, por eso nosotros insistimos en una unidad de la izquierda y las organizaciones combativas de los trabajadores para luchar por la independencia de clase, y de ahí que debatamos tanto con los compañeros del MST de Vilma Ripoll, por ejemplo. Fijate que acabo de leer en el periódico del MST su programa ante la reforma al sistema de jubilaciones del gobierno con la opción por 180 días de elegir entre las AFJP que impuso el menemismo y el sistema estatal. Y encuentro que el MST plantea a los trabajadores la consigna de “pásese a la estatal” porque “el verdadero peligro no es el ANSES como dicen los banqueros”. Desde ya que compartimos con el MST que hay que expropiar sin indemnización a las AFJP, pero ellos sostienen que “la salida de fondo” es estatizar pero sin incluir la demanda del control o administración obrera y de los jubilados. Es decir, que levantan un programa “antineoliberal”, contra las AFJP, pero no anticapitalista sino estatista burgués, “pasate a la estatal” que fue el sistema que ya se demostró un desastre en el pasado y se hundió por los negociados que hacía el estado con los aportes, como ahora van a hacer de nuevo con Kirchner, y sigue pagando jubilaciones de miseria para la mayoría. No es un cambio de raíz como sería expropiar sin indemnizaciones a las AFJP y nacionalizar el sistema jubilatorio bajo administración de trabajadores y jubilados para garantizar, por empezar, el 82% móvil universal como mínimo. Entonces, este punto está ligados a que hablan de “unidad de la izquierda” en general, sin delimitación de clase, con programas que pueden aceptar figuras como Mario Cafiero, u otros que no tienen nada que ver con los trabajadores y sus luchas. 
Nosotros proponemos, sobre la base de un programa de independencia de clase, candidatos obreros y de la izquierda en un frente de carácter claramente clasista y socialista. 

1 Sobre esto las Tesis de Pulacayo señalan en uno de sus párrafos: “(...) De un modo general, el parlamento burgués no resuelve el problema fundamental de nuestra época: el destino de la propiedad privada. Tal destino será señalado por los trabajadores en las calles. (...) El parlamento debe ser convertido en tribuna revolucionaria. Sabemos que nuestros representantes serán una minoría, pero también que se encargarán de desenmascarar, desde el seno mismo de las cámaras, las maniobras de la burguesía. Y, sobre todo, la lucha parlamentaria debe estar directamente ligada a la acción directa de masas. (...) En la próxima lucha electoral, nuestra tarea consistirá en llevar un bloque obrero, lo más fuerte posible, al parlamento. Recalcamos que siendo antiparlamentaristas no podemos dejar libre este campo a nuestros enemigos de clase. Nuestra voz se escuchará también en el recinto parlamentario”.
2 Se refiere al debate publicado por el diario Perfil del domingo 18 de febrero en que ambos abogados laboralistas coinciden en que los salarios se adecuen a los intereses de las distintas ramas patronales. Dice Héctor Recalde “Todos los sectores tienen realidades distintas. En 2006 no hubo pauta oficial; el 19% se instaló. Pero algunos firmaron por menos”. Dice Funes de Rioja: “Una gran empresa puede dar muchos beneficios, pero una micro y pequeña, no.”
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¿A qué responde el adelantamiento de la fecha electoral en la Ciudad de Buenos Aires?
 
La disputa sobre la fecha de las elecciones de Capital tiene que ver con los intereses de las diferentes camarillas que se pelean por el control de los multimillonarios negocios capitalistas de la Ciudad. Telerman, Filmus y la derecha se preparan para una seguidilla electoral donde no se discutirá ninguna de las necesidades fundamentales de los trabajadores.
 

 
 
 

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