El 3 de julio a la noche, el ministro del Interior y Transporte Randazzo fustigó con dureza a los trabajadores del ferrocarril en una conferencia de prensa, al final de una jornada cruzada por un paro del gremio de maquinistas La Fraternidad e incidentes en Constitución.

El paro lanzado por el sindicato se relaciona con la ofensiva del gobierno nacional, que intenta culpar a los trabajadores por los hechos de Once y Castelar. A pesar de tratarse de un sindicato de la CGT oficialista, la dimensión del ataque gubernamental, junto a las disputas internas, llevaron a esta respuesta. El gobierno quiere incluir cámaras de vigilancia dentro de las cabinas del eléctrico y las locomotoras, dando a entender así que el problema son los maquinistas. Ocultan que los trenes modernos (no estos vetustos con más de 50 años) tienen un mecanismo que frena el tren si pasa una señal de peligro. Con esto se elimina el “factor humano” porque se frena independientemente del motorman, y al arrancar nuevamente limita la velocidad a 8 km/h para evitar accidentes. Nada de esto tienen nuestros trenes. No hay falla humana, hay falta de inversión en lo que realmente importa, mientras se gastan el dinero en pintura, plasmas y ahora, camaritas.
La dirección burocrática de La Fraternidad impuso el paro de manera totalmente inconsulta, sin que hubiera debate entre los trabajadores en instancias democráticas como asambleas, ni estuviera claro el objetivo. No hubo campaña previa hacia los usuarios, quienes al igual que nosotros sufren las consecuencias del pésimo servicio. Esto jugó a favor de Randazzo para profundizar su política antiobrera, aprovechando el discurso de los medios, que acusaban a los ferroviarios por las largas colas de usuarios sin poder viajar, sumado a los disturbios en Constitución. Así, se buscó desviar la justa bronca que acumulan millones de usuarios hartos de viajar hacinados, de las cancelaciones y demoras que sufren diariamente.

El gobierno quiere ocultar así la farsa de la “revolución ferroviaria”, persiguiendo a los que luchamos contra la destrucción del ferrocarril y enfrentamos a la burocracia socia del gobierno, y permitiendo la continuidad de la tercerización. Eso hace al suspender al compañero Jorge Hospital por denunciar el estado de los ferrocarriles en los medios. Randazzo fue más lejos aun en su conferencia de prensa del miércoles, anunciando que va a presentar una denuncia penal contra el sindicato utilizando el nefasto artículo 194 del Código Penal, uno de los más usados para criminalizar la protesta. Intentó poner a la opinión pública contra nosotros diciendo que cobramos más dinero que la mayoría de los que viajan en los trenes. Nos preguntamos ¿cuánto cobra el ministro, cuántos ingresos le dejan sus propiedades y emprendimientos, además de su cuantioso salario de funcionario? Lo que “olvida” decir es que más de mil compañeros se encuentran tercerizados, ganando la mitad que el resto. Hace pocos días un compañero encuadrado bajo el convenio de la UOCRA perdió un brazo mientras trabajaba; así de riesgoso es laburar en el ferrocarril, tanto como viajar en él. Persecuciones, precarización y tercerizaciones para los trabajadores, y un pésimo servicio para los usuarios, esa es la verdadera cara de la “revolución ferroviaria” del gobierno kirchnerista.

Frente a esta situación, desde la Agrupación Bordo en la Lista Naranja llamamos a las agrupaciones con las que vamos a integrar una lista unitaria en las próximas elecciones a delegados a impulsar una campaña unitaria contra las persecuciones a los luchadores y contra la tercerización. Por un ferrocarril estatal bajo gestión de los trabajadores y comités de usuarios populares, porque somos los únicos interesados en darle una salida de fondo al colapso del ferrocarril, para que brinde un servicio cómodo, eficaz y seguro a millones de trabajadores.