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Neuquén

LA SITUACIÓN EN NEUQUÉN

¿No hay plata?

Cuando se iba yendo el año 2008 comenzó la campaña del gobierno provincial contra cualquier aumento a los trabajadores estatales: producto de la crisis económica internacional y la caída del precio del barril de petróleo, “plata no hay”.

PTS Neuquén

13 de marzo 2009

Cuando se iba yendo el año 2008 comenzó la campaña del gobierno provincial contra cualquier aumento a los trabajadores estatales: producto de la crisis económica internacional y la caída del precio del barril de petróleo, “plata no hay”. Pasó el verano con los problemas de siempre, falta de agua, sin viviendas, sin inversión en el sistema de salud y un largo etcétera, y el gobierno, por ahora sin sobresaltos, repite con un tono monótono, “plata no hay”. Al mismo tiempo, la burocracia de Pereyra acordó con Sapag y las petroleras no agitar las aguas, pese a haber miles de trabajadores petroleros suspendidos en sus casas con rebaja salarial.

Llegamos así a marzo de 2009 escuchando la misma canción tocada por el gobierno: plata no hay. El discurso de Sapag en la apertura de las sesiones legislativas tuvo como uno de sus ejes centrales el ataque a los docentes y estatales. Pero también comienzan a hacerse escuchar otras voces: los docentes que, al igual que en varias provincias del país, salen a la lucha por aumento salarial.

También los trabajadores y trabajadoras de la salud, que salen a defender el sistema público de salud y el salario, y confluyen en movilizaciones con los docentes, los obreros de Zanon que
reclaman la expropiación definitiva y sin pago de la fábrica y distintas organizaciones populares que pelean por la construcción de viviendas.
Definitivamente, por la carestía de la vida y las enormes demandas populares sin respuesta, el 2009 será una año atravesado por distintas luchas en nuestra provincia, no sólo de docentes y estatales sino muy probablemente en distintas fábricas y empresas que quieran descargar la crisis sobre los trabajadores, con despidos y suspensiones, como están haciendo ya las automotrices en Córdoba, donde una nueva generación de trabajadores se puso de pie para enfrentar estos ataques.

El gobierno insiste con que plata no hay porque bajó el precio del barril del petróleo. Detrás de esta afirmación hay un primer engaño, ya que la mayoría de las petroleras de la región no venden petróleo sino nafta, cuyo precio no ha bajado ni un centavo sino todo lo contrario.

Por otro lado, el gobierno sigue hablando de la “pesada herencia recibida” para justificar que en un año de gobierno no se haya invertido ni en salud, ni en educación ni en ningún plan de obras públicas serio para la construcción de viviendas o para solucionar el problema del agua. Más de un año de gobierno de Sapag demostró la continuidad con el gobernador Sobisch, quien no sólo no fue investigado por la corrupción de su gobierno (documentada incluso en la famosa cámara oculta) sino tampoco por su responsabilidad en el asesinato de Carlos Fuentealba. Semejante pacto de impunidad en el MPN deja como cínicas las “denuncias” de Sapag.

Pero independientemente de las subas y bajas del precio del petróleo o de la plata (nada despreciable) que se pagó en “cometas” o en obras monumentales, la magnitud de la crisis plantea a
los trabajadores y los sectores populares una encrucijada mayor: qué medidas estructurales debemos plantearnos imponer para que la crisis la paguen los que la crearon: los patrones.

Atacar las ganancias capitalistas

El discurso de Sapag de que “plata no hay” por la magnitud de la crisis internacional tiene el claro objetivo de frenar cualquier reclamo, ya sea de los trabajadores por salario o de los sectores
populares por viviendas, y de enfrentar pobres contra pobres diciendo que “si se aumentan los sueldos a los docentes no hay plata para obras”. Pero esta idea tiene una “trampa” previa, y es que
parte de naturalizar el hecho de que los recursos naturales, como el petróleo y el gas, pertenecen a las empresas imperialistas, que está bien que así sea y, por lo tanto, no queda más que resignarse
ante esta “verdad” revelada. Esto es lo que dijo Sapag en la apertura de las sesiones legislativas al afirmar que “el presupuesto no se discute”, porque “es lo que hay”.

Por eso hay que confrontar con esta idea “naturalizada” a fuerza de ser repetida hasta el cansancio. Partiendo de los reclamos y las necesidades más inmediatas, como el salario, la vivienda o el agua, debemos decir claramente que para poder conseguir esto hay que atacar la ganancia capitalista, que en nuestra provincia pasa centralmente por las empresas petroleras que saquean nuestros recursos. Hay que señalar que ahí están los recursos para invertir en salud, educación, viviendas y demás necesidades populares, rompiendo el sentido común de que debemos resignarnos con lo poco que dejan las petroleras.

La crisis plantea grandes desafíos y la necesidad de dar una respuesta, para que no volvamos a pagar nosotros los platos rotos. En momentos de crisis, vienen los despidos, las suspensiones, la negativa a dar aumento salarial, porque los empresarios, y sus gobiernos de turno, no quieren perder sus ganancias. Por eso, son ellos o nosotros. La pelea por la renacionalización del petróleo y el gas bajo control de los trabajadores, junto a otras medidas como la nacionalización de la banca y el monopolio del comercio exterior, se vuelve imprescindible y es el único planteo realista para no pagar la crisis.

MPN y oposición: no tan distintos

En este contexto de crisis, el oficialismo y la oposición se vienen preparando para las elecciones del 2009, que redefinirán el mapa político para los próximos dos años, tanto a nivel nacional como provincial. Por el lado del MPN, todo parece encaminarse a mantener el “acuerdo de la impunidad” que sellaron Sobisch y Sapag luego del asesinato de Fuentealba, para no agitar aguas dentro del partido al cual ambos “se deben”. La “batalla” por la presidencia del partido y por los principales cargos en las listas de octubre prefieren darla manteniendo la unidad dentro del MPN. Por el lado de la oposición, al no jugarse ni la intendencia ni la gobernación, todos parecen buscar ir separados, pero sin romper el apoyo al intendente Farizano ni al gobierno de Cristina Kirchner. Una especie de interna abierta para medir fuerzas de cara al 2011. El sostenimiento del gobierno municipal es todo el “programa” que defienden fuerzas como la UCR, UNE y el PJ, incluso Libres del Sur que, a pesar de su alejamiento del kirchnerismo, mantiene su apoyo y sus funcionarios en el Palacio Municipal de los radicales K. Pequeñas rupturas, como la del MUN de Cannini y Chureo que se separó de UNE, no implican grandes diferencias (por ejemplo, no se fueron cuando UNE era parte del desalojo a los vecinos de Confluencia).

De no mediar grandes cambios en la situación política, producto de la lucha de clases o un aceleramiento de la crisis económica internacional, tanto MPN como oposición se juegan a un escenario electoral conservador, donde todos puedan hablar de “gestión”, mientras los grandes problemas de los trabajadores y el pueblo siguen irresueltos.

Los trabajadores tenemos que prepararnos

Aunque a veces suene repetitivo, hay que volver a decirlo: la magnitud de la crisis internacional pondrá a la humanidad entera frente a grandes acontecimientos históricos. Y nosotros no estamos por fuera. Las patronales ya se están preparando, con despidos y suspensiones en las automotrices y el petróleo, con rebajas salariales, despido de contratados, con inflación. Los trabajadores tenemos que prepararnos de la misma manera. Es lo que haría cualquiera que quiera ganar. Frente a las medidas contra los trabajadores, nosotros tenemos que oponer un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. Contra los despidos y las suspensiones, pelear por el reparto de las horas de trabajo con salario igual a la canasta familiar. Contra los cierres de fábricas, ocuparlas y ponerlas a producir bajo control obrero como en Zanon.

Contra la fuga de capitales y el salvataje de los bancos, oponer la nacionalización de la banca. Contra el saqueo de nuestros recursos naturales plantear la renacionalización del petróleo y el gas bajo administración de los trabajadores. Y para imponerlo, así como ellos se preparan organizando sus partidos, los trabajadores tenemos que construir nuestra propia herramienta política.

Necesitamos un gran partido de trabajadores, inserto en las principales concentraciones obreras y populares, que levante un programa de completa independencia de los patrones. La mejor forma de prepararnos para ganar es construyendo nuestro propio partido.

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