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Nacional

Otra vuelta de seguridad

La tragedia de Carolina Píparo reavivó la polémica por la “inseguridad ciudadana”, una campaña permanente en la agenda de los medios de comunicación orientada a la criminalización de la pobreza y la protesta social.

Miguel Raider

12 de agosto 2010

Por miguel RAIDER

La tragedia de Carolina Píparo reavivó la polémica por la “inseguridad ciudadana”, una campaña permanente en la agenda de los medios de comunicación orientada a la criminalización de la pobreza y la protesta social.
La conmoción provocada por el caso disparó un clima de psicosis en los personeros de las clases dominantes, que hasta postularon nuevos mecanismos de control sobre el régimen laboral de los trabajadores bancarios. Elisa Carrio solicitó la declaración de emergencia nacional en materia de seguridad. Horacio Rodriguez Larreta, jefe de Gabinete de Macri, exigió que la Legislatura porteña vote el plan PRO para eliminar a los “motochorros”. El gobernador Scioli no podía quedarse atrás y propuso un nuevo paquete de 16 leyes reaccionarias con el objeto de endurecer el régimen de excarcelaciones, otorgar mas facultades de poder a la Bonaerense y duplicar la instalación de cámaras en todos los municipios. Después de introducir 11 reformas legislativas consecutivas en el Código Procesal Penal desde 2007, totalmente impotentes, Scioli pretende dar una nueva vuelta de tuerca con el objeto de seguir incrementando la cantidad de presos en los penales y las comisarias bonaerenses, donde se concentran hacinados más de 30.000 detenidos, el 75% sin condena, predominantemente pobres, con una edad promedio de 23 años.

Sorprendentemente, y a sólo 48 horas del asalto, la Bonaerense aseguró haber desarticulado la banda de delincuentes que disparó a Píparo. Como dejaron trascender algunos medios, la Bonaerense habría metido la cola en un tipo de delito que requiere inteligencia previa, liberación del territorio y cierta infraestructura. Líder en la administración del delito, la policía constituye la mayor fuente de inseguridad que afecta a la población civil.

Descomposición social y delito

Párrafo aparte merece el cardenal Bergoglio, quien en la celebración de San Cayetano imploró “protección” por “la inseguridad que produce tanta violencia en nuestra sociedad”. Pero Bergoglio omitió hablar sobre la pobreza y el trabajo, el objeto que había congregado a los fieles del santo de la espiga. Haciendo a un lado toda demagogia, Bergoglio promueve la incorporación de las FF.AA. en tareas de seguridad interna para mantener a raya a las clases más desposeídas, tal como consta en el Contrato Social para el Desarrollo, el mismo documento suscripto por Duhalde, De Narváez, los radicales Sanz y López Murphy y el “socialista” Lifschitz. Para Bergoglio la pobreza sólo cuenta a la hora de cambiar espadas con los Kirchner.

Sólo la descomposición social capitalista puede explicar la barbarie de los crímenes más aberrantes, como el sufrido por Piparo. Qué otra cosa puede generar la pobreza estructural que conduce a 2 millones de personas, el 10% de los bonaerenses, a vivir en las villas miseria del conurbano, al filo de la marginalidad. Si mediante la asignación por hijo las clases más humildes reciben apenas un 0,92% del PBI, los empresarios y los banqueros reciben casi la mitad del presupuesto nacional asignado a pagos de deuda externa y subsidios. Una “distribución de la riqueza” que expulsa anualmente de las escuelas primarias a 168.000 niños de la provincia, como admitió el director de Educación bonaerense, Mario Oporto, amén de 500.000 adolescentes pobres que no estudian ni trabajan.

Sólo la movilización en las calles y un programa que afecte los intereses de los grandes capitalistas para financiar un verdadero plan de obras públicas que ponga a trabajar todas las manos disponibles pueden orientar otra perspectiva para erradicar la marginalidad y la pobreza, acabando así con las bases materiales del delito. Las organizaciones combativas de la clase trabajadora y los organismos de DD.HH. deben guiarse en este rumbo, empezando por rechazar activamente la criminalización de la pobreza que repican hasta el hartazgo los medios de comunicación.

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