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Editorial

Qué muestran los primeros días de gobierno

¿Qué explica que una presidenta que hizo una campaña electoral dirigida a seducir las inversiones extranjeras y a insertar a la Argentina “en el mundo” denuncie ahora que los EE.UU. quieren un “gobierno empleado”, mientras su marido le grita al embajador norteamericano que “Argentina no es una colonia”?

Comité de Redacción

19 de diciembre 2007

¿Qué explica que una presidenta que hizo una campaña electoral dirigida a seducir las inversiones extranjeras y a insertar a la Argentina “en el mundo” denuncie ahora que los EE.UU. quieren un “gobierno empleado”, mientras su marido le grita al embajador norteamericano que “Argentina no es una colonia”?

No es que se hayan vuelto repentinamente antiimperialistas. El gobierno se vio obligado a actuar de contragolpe, ante la ofensiva de los fiscales estadounidenses que, con la anuencia del FBI, acusaron a la nueva presidenta de haber recibido los dólares de la valija de Antonini Wilson para financiar su campaña electoral.

Argentina recibe de Venezuela mucho más que los 800 mil dólares que había en la valija: sólo en concepto de bonos de la deuda el gobierno de Chávez ha desembolsado más de 5.000 millones de dólares.
En realidad, el conflicto diplomático con Washington es la muestra de un fracaso de la política exterior que pregonaba el segundo mandato de los Kirchner. Pretendían mantener un equilibrio entre las buenas relaciones con Venezuela, mientras que Cristina anunciaba un acercamiento mayor con los EE.UU. Prueba de esto último es que a pesar de la crisis y el desprestigio del gobierno de Bush, los Kirchner instruyeron a los fiscales de la justicia argentina para inculpar a Irán en la causa Amia, en otra “operación basura” de la embajada norteamericana y la CIA, dando la excusa perfecta para la campaña guerrerista norteamericana.
Pero la reciente derrota electoral de Chávez movió este tablero de equilibrios inestables. Hasta entonces, la relación de fuerzas establecida luego de la derrota en el 2003 de la intentona golpista en Venezuela alentada por Washington limitaba la ofensiva norteamericana, mientras Chávez ganara una elección tras otra. Justo cuando la Administración Bush, aprovechando el resultado del referéndum, intenta una contraofensiva, el pomposo acto de fundación del Banco del Sur en Buenos Aires y los pedidos de ingreso de Venezuela al Mercosur, se transformaron en el espaldarazo que necesitaba Chávez en un momento de relativa debilidad.

En la fuerte respuesta del gobierno nacional no sólo cuenta un acto de defensa propia y de sus funcionarios implicados en un acto de corrupción, sino también el hecho que la operación lanzada desde Miami proviene de un gobierno imperialista muy debilitado hacia el fin de su mandato, no sólo por el costo político que está pagando por sus aventuras militares en Medio Oriente sino por la salud del propio capitalismo estadounidense que ha desencadenado una crisis financiera internacional y entrado en una fase de recesión. Esta situación del imperialismo norteamericano signará los próximos años y ya está provocando mayores tensiones en el continente en un marco en que, a su vez, los gobiernos latinoamericanos que desviaron el odio de masas contra el neoliberalismo ya han pasado una primera etapa y muestran ciertos signos de desgaste. Las tensiones y brechas en las alturas que va a provocar, pueden ser aprovechadas por los trabajadores a condición de no llamarse a engaño. Los obligados discursos antinorteamericanos, son “amagues con la izquierda para pegar con la derecha”. Así lo demuestra el recibimiento en la Casa Rosada al Cardenal Bergoglio y la jerarquía de la Iglesia, con quien Cristina tiene el compromiso de rechazar el derecho al aborto e intentará una tregua con quien fuera el principal mentor de la oposición “republicana” y proimperialista al primer mandato de los Kirchner.

Sin luna de miel

La acumulación de tensiones en los primeros días del gobierno de Cristina son, además, una muestra de que hay más continuidad que cambio y no va a gozar de la “luna de miel” con el que suele contar todo gobierno que acaba de asumir.

Mientras la presidenta daba su discurso de asunción, en el que volvió a hacer “desaparecer” a Julio López, el genocida Febres “custodiado” en su celda por la Prefectura pasaba “convenientemente” a “mejor vida” gracias a una dosis mortal de cianuro. Se llevaba a la tumba los datos del paradero de cientos de bebés robados a los detenidos-desaparecidos de la última dictadura militar, y el hecho desenmascaró la política de impunidad de los Kirchner, como denuncian en una entrevista de este periódico (ver páginas 4 y 5) Myriam Bregman del CeProDH y a Enrique Fukman de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos.
En su segundo día de mandato, Hugo Moyano anuncia públicamente que “no apoyaría a un gobierno que atacara los derechos de los trabajadores” y que si la presidente no los defiende iba a encontrar a la CGT de la “vereda de enfrente”, mientras desde diversos gremios creció el reclamo de un doble aguinaldo o una compensación extra de fin de año ante la licuación de los aumentos salariales por la inflación y un crecimiento de las luchas de los trabajadores.

La “interna” sindical y las patotas rompehuelgas

Cristina Kirchner no sólo mintió cuando en su discurso de asunción dijo que no iba a ser “gendarme de la rentabilidad de los empresarios”. Además no fue cierto que no se iba a involucrar en “ninguna interna sindical”. El lunes 17 se la pudo ver en un acto público en Mar del Plata junto al dirigente de la UOCRA Gerardo Martínez, enemigo de Moyano, donde también estuvieron Andrés Rodríguez (UPCN) y el metalúrgico Antonio Caló. Al día siguiente Néstor Kirchner volvió a aparecer en otro acto junto a otros dirigentes cercanos a Martínez, como José Luis Lingieri, burócrata empresario con participación en las acciones de AYSA, la ex Obras Sanitarias. Este ala de la cúpula sindical es la que mejor relación tiene con Cristina y Alberto Fernández, y se postula (al igual que Barrionuevo) para suceder a Moyano, en una interna que se dirime a tiro limpio como muestran los tres casos de dirigentes sindicales baleados, de uno y otro bando. Aunque distintos medios dicen que se llegó a una tregua entre la presidenta y Moyano, los últimos gestos oficiales siguen atizando la interna gremial, ya sea para promover a algún sucesor o al menos para debilitarlo.

Las peleas abiertas en el seno de la burocracia sindical tornan aún más peligrosa a estas bandas sindicales que intentarán demostrar, a cómo de lugar, que le son útiles al gobierno y a los empresarios, mostrando que ellos son capaces de imponer disciplina en las fábricas y establecimientos contra los cuerpos de delegados “rebeldes”. Es lo que acaba de hacer la UTA mandando a los matones para impedir las medidas de fuerza llamada por el cuerpo de delegados del Subte. Es lo que sigue haciendo la patota de UPCN en el INDEC contra los trabajadores, enrolados en ATE, que denuncian los índices truchos. El colmo fue en el conflicto del Casino Buenos Aires. El “Caballo” Suárez, dirigente del SOMU no sólo mandó a sus matones contra los trabajadores en conflicto. Ahora se puso de acuerdo con Daniel Amoroso de ALEARA, macrista y amigo de Barrionuevo, e irían al paro si se llegara a reincorporar a los trabajadores despedidos. Es una tarea de primer orden de todas las organizaciones combativas organizar la solidaridad con los conflictos y comités de autodefensa obrera para pararle la mano a los grupos de choque rompehuelgas alentados por la patronal, y amparados por el Ministerio de Trabajo y el gobierno.

Preparar la lucha contra el Pacto Social

La presencia del dirigente Hugo Yasky en la asunción presidencial, es un retrato de la crisis de la CTA. En su presencia Cristina atacó duramente a los docentes culpándolos de la decadencia de la educación pública, cuando son quienes la han defendido, incluso con muertos como Carlos Fuentealba este mismo año. Mientras su Secretario General apoya al gobierno que ataca a los docentes, en muchas seccionales se discute el no inicio de las clases, a 20 años del “maestrazo”, la gran huelga nacional de los docentes de 1988. Ya son varios los sectores de la CTA y de ATE que se han pronunciado contra el Pacto Social e incluso, como en Mendoza, reclaman la renuncia de Yasky.

Es necesario que todas las organizaciones combativas y de la izquierda que marchamos este 20 de diciembre, hagamos un llamado unitario a los delegados, juntas internas y seccionales de ATE y la CTA que rechacen el Pacto Social para conformar un gran frente único obrero contra este acuerdo que pretenden imponer a los trabajadores a fin de asegurar condiciones de mayor beneficios para los empresarios.

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