Durante una década, India gozó de un fastuoso crecimiento erigido sobre un recurso clave y abundante en los países emergentes: la mano de obra extemadamente barata. La crisis económica mundial ha profundizado el nivel de explotación de los trabajadores indios, por ejemplo a través de la inflación, que saltó del 4 al 11% y se ha comido el ya magro salario obrero.
Esto ha generado una creciente reacción de los trabajadores de importantes cinturones industriales a lo largo y a lo ancho del país.

Según el Ministerio de Trabajo indio, las huelgas en la industria y los servicios aumentaron 48% en 2008 con respecto a 2007. En el último año la tendencia parece mantenerse. Pero el fenómeno no comenzó ahora y los reclamos exceden la cuestión salarial incluyendo la lucha contra la precarización laboral y por el reconocimiento de las organizaciones de los trabajadores.

En octubre del año pasado, en Greater Noida, los trabajadores de una autopartista del grupo suizo Oerlikon, que vienen luchando desde el 2007 por aumento salarial, la sindicalización rechazada ya 3 veces y contra el aumento del trabajo por contrato, han sufrido suspensiones, despidos, provocaciones, persecución, represión y la cárcel, hasta ser acusados del asesinato de un alto ejecutivo de la empresa.

En septiembre de este año, más de 3 mil trabajadores de Rico, también una importante autopartista proveedora de Ford y GM, sostuvieron una heroica huelga de 50 días en reclamo de aumento salarial y la sindicalización de los trabajadores. Esta vez la brutalidad de la patronal se cobró la vida de un joven trabajador de 26 años, provocando la ira de casi 100 mil trabajadores de la zona, que se movilizaron en protesta por el asesinato de su compañero. El fin de la huelga, negociado por el sindicato, significó sin duda un respiro para la burguesía india. El ejemplo de los trabajadores de Rico, que despertó la solidaridad de trabajadores de 60 fábricas de la zona y paró la producción en las plantas norteamericanas y canadienses de Ford y GM es de una potencialidad explosiva.

En Maharashtra, los trabajadores de la autopartista Mahindra & Mahindra declararon una huelga de brazos caídos en mayo de este año por recomposición salarial y la reincorporación de un dirigente suspendido. La planta de M&M es un ejemplo de la precarización laboral impuesta por la patronal: de los 4450 empleados, 2750 son permanentes, 1200 son temporales y 500 son pasantes.

En Coimbatore, más de 3 mil trabajadores de la autopartista Pricol, la mayoría mujeres, vienen luchando desde el 2007 contra la precarización laboral y por el reconocimiento de su afiliación sindical. Los trabajadores tomaron la fábrica, sufrieron la represión, la cárcel y decenas de despidos. Esta lucha despertó una gran solidaridad, incluyendo 65 mil firmas de apoyo. Mientras los trabajadores siguen luchando por la reincorporación de despedidos y contra el congelamiento salarial, enfrentan una dura campaña macartista y cargos por la muerte de un directivo.

El proletariado indio tiene una fuerza enorme y está llamado a cumplir un importante rol en la región. Lo demuestra cuando para una fábrica y deja a 2 multinacionales paradas al otro lado de dos océanos. Lo demuestra cuando une sus filas divididas por la patronal, se organiza para luchar y enfrenta la prepotencia patronal. Estos son los primeros pasos para que la crisis la paguen los capitalistas.