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Cultura

SOBRE LA NUEVA NOVELA DE LAURA RESTREPO

Relato de una experiencia militante

Se encuentra en las librerías Demasiados héroes, la última obra de la conocida escritora colombiana. En esta “biografía novelada” Restrepo cuenta su paso por Argentina, bajo dictadura militar, cuando militaba en el trotskista PST.

Demian Paredes

8 de julio 2009

Se encuentra en las librerías Demasiados héroes, la última obra de la conocida escritora colombiana. En esta “biografía novelada” Restrepo cuenta su paso por Argentina, bajo dictadura militar, cuando militaba en el trotskista PST.

Contada retrospectivamente, la historia comienza cuando Lorenza y su hijo Mateo (Kiddo) vuelven a la Argentina a buscar al padre del joven (y ex pareja de Lorenza), veinte años después.

En esta novela se relatan varios episodios: la actividad militante de Restrepo; la historia personal de alejamiento del partido y posterior separación de la pareja; diversos comentarios políticos y culturales2 de la época y la relación entre dos generaciones muy distintas: la del hijo, desinteresado por la historia y la política, y la de su madre, quien recuerda con cariño y respeto (avatares aparte, como la cotización de su finca) aquella experiencia. Se incluye un diálogo entre Lorenza y Mateo sobre nuestra compañera Andrea Robles, militante del PTS y del CEIP “León Trotsky”, con quien Mateo tiene varias charlas en la novela, ya que su padre César fue asesinado por la dictadura.

Siempre teniendo en cuenta que hablamos de una ficción, queremos señalar al menos dos aspectos que hacen interesante la lectura del libro: por un lado el contraste generacional que surge de los diálogos entre madre e hijo; por otro, el conocimiento de una parte de una historia de militancia que seguía centrada en la clase trabajadora en plena dictadura –cuestión que se separa de las decenas de libros, revistas y documentales, donde se sigue reduciendo la lucha de los ‘70 a un enfrentamiento entre guerrilleros y militares-.

Dos generaciones (opuestas)

La historia tiene como punto de partida el deseo del hijo de conocer al padre. Abandonando la militancia a fines de los ’70, Forcás y Lorenza salen de Argentina para Colombia; al poco tiempo la pareja se separa y Forcás se lleva al hijo de ambos. Lorenza regresará a Argentina a rescatarlo. Décadas después madre e hijo discuten acerca de la experiencia pasada. En un momento el hijo le pregunta extrañado: “¿Por qué hablas en plural, como si fueras una multitud?”3, mostrando el individualismo y la ausencia de proyecto colectivo que impera en los jóvenes hoy. Ante el relato militante de la madre entre los portuarios (donde se hacían asados como “cortina”) pregunta el hijo: ¿“Y qué daño podían hacerles a los de la Junta Militar que ustedes estuvieran ahí escondidos, comiendo chorizo y hablando mal de ellos?
 Bastante daño, aunque no lo creas. La dictadura necesitaba del silencio como tú del aire, el solo hecho de juntarse para conversar de ciertas cosas era de por sí una manera de resistir. Les informábamos sobre los chupaderos, (…) pudrideros donde los militares torturaban y asesinaban sin que se enterara la opinión pública. O les pasábamos noticias frescas de la insurrección contra Somoza, en Nicaragua. De eso la prensa no decía nada, y era lo que los estibadores más les gustaba escuchar. Me decían, cuéntenos, compañera, ¿avanzan los sandinistas? Les parecía increíble que fuera posible sacarse de encima a los tiranos, que en otra parte del mundo la gente se hubiera insurreccionado contra la tiranía y la hubiera derrocado (…).

 Pues sí, muy bien. Pero no sé, Lolé, de todas maneras no me parece tan útil.
 Difícil medir qué tan útil era eso que hacíamos (...). Además teníamos dirigentes obreros que estaban en la mera boca del lobo, bregando a serrucharle las patas a la dictadura desde los sindicatos. De todas maneras el asunto era infinitamente complicado 4”.

La militancia fabril en la dictadura

Cuenta Restrepo: “Azucena (…) trabajaba en Bagley, una fábrica de galletas que quedaba al sur de la ciudad (…). Su oficio consistía en sacar galletitas del horno, saque y saque del horno bandejas y bandejas de galletas, expuesta a altas temperaturas y sudando a chorros, hasta que el olor se le metía en la piel y le impregnaba el pelo. (…) Azucena terminó presentándole un par de compañeras de Bagley, y así empezó Aurelia (Restrepo) a abrir trabajo político en el sector de la alimentación. (…) esas dos obreras le presentaron a otra, y esa a otra más, y también a alguna de Terrabusi y Canale, las otras dos fábricas tradicionales de galletas, y así fue conformándose el grupito. Para no ventilar nombres propios, ellas mismas decidieron que se harían llamar según la galleta que les correspondía en la línea de producción, y una fue Criollita, la otra Sonrisa, Sonrisa Dos, Tentación, Merengada, Rumba, Melliza Uno, Melliza Dos 5”.

Esta difícil y molecular militancia de resistencia a la dictadura incluía el encuentro en los conventillos de Barracas: de un bar iban a la casa de alguna obrera con la excusa de ver la novela. “Durante las pausas para comerciales (…) le subían el volumen al aparato, bajaban la voz hasta el susurro y la reunión clandestina se llevaba a cabo. Rumba, que pertenecía a la comisión interna, informaba que en el siglo XIX se había aprobado la ley de la silla, que la patronal ya no respetaba y por la cual ellas debían empezar a pelear de nuevo: por cada hora de trabajo de pie, derecho a quince minutos de trabajo sentadas. (...) durante los comerciales que seguían Aurelia les leía partes del periódico del partido y lo comentaban entre ellas 6”.
Otro episodio que le contará al hijo tendrá que ver con la distribución del periódico: un riesgo superado por la abnegación y convencimiento militante de cruzar toda una ciudad para entregar un ejemplar.


Restrepo ha dicho que tardó más de cinco años para lograr el tono: “menor”, “intimista”. Allí se destaca una experiencia poco conocida de militancia bajo la dictadura, y la apuesta por la clase trabajadora, en cada fábrica y establecimiento, en el peor de los regímenes; lo que hace que mucha gente “normal” (“payasa”) –aunque no todos- se transformen en héroes ante la adversidad, la represión y la muerte.
Recomendamos la lectura del libro para conocer un poco más esta historia.

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