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Debates

Abramos el debate en la vanguardia obrera y la izquierda

Sobre nuestra propuesta de un gran Partido de Trabajadores

17 de febrero 2005

En estas páginas reflejamos algunas opiniones con relación a nuestra propuesta dirigida a las organizaciones combativas de luchar en común por un gran Partido de Trabajadores, basado en sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados combativos.
El triunfo de la huelga del subte y la solidaridad en torno a ella de las organizaciones y delegados antiburocráticos y la izquierda clasista, vuelve a plantear la cuestión. Como lo dijo un delegado de subterráneo en un artículo en Página /12 a la periodista Laura Vales: “Lo que se armó fue una cofradía”, refiriéndose a las delegaciones obreras que apoyaron al cuerpo de delegados y a los trabajadores de Metrovías, como las de Zanon, ferroviarios, comisiones internas de los hospitales y muchas otras. Todas estas organizaciones preparan un Encuentro de coordinación para el mes de abril que puede convertirse en un importante hecho de repercusión nacional que congregue a toda la nueva militancia obrera que está surgiendo en lucha contra la patronal y la burocracia sindical. Sin duda estará en el orden del día poner en pie alguna forma de coordinación permanente de los sectores combativos y antiburocráticos del movimiento obrero, como venimos proponiendo.
Pero hay varios hechos nuevos que también plantean la necesidad de mayores definiciones políticas. 

CTA: la burocracia de la centroizquierda

“El secretario general de la UOM Villa Constitución, Victorio Paulón, espera el consenso de los trabajadores metalúrgicos para decidir su candidatura a diputado nacional por el ARI”, informa el diario Norte de San Nicolás, siguiendo el camino de Piccinini hoy diputado de Carrió.
Los dirigentes de la CTA, como Paulón, suelen decir que “los trabajadores tienen que hacer política”. Mientras unos están directamente con Kirchner como D’Elía y Depetris, Víctor De Gennaro está a la cabeza del llamado Encuentro de Rosario, un frente de conciliación de clases que tiene por norte importar a la Argentina el Frente Amplio que asume la presidencia en Uruguay.
El Encuentro de Rosario está integrado por el banquero Carlos Heller y Margarita Stolbitzer de la UCR. Esta última abrió la puerta a que en la última reunión de este agrupamiento policlasista estuvieran presentes los intendentes radicales de Mar del Plata, Daniel Katz (invitado especialmente por el “socialista” Rivas, candidato de IU para la Provincia de Buenos Aires), y de Necochea, Daniel Molina. “La presencia de intendentes radicales no me produce ningún ruido”, dijo el gerente del Banco Credicoop, Carlos Heller, que ya bajo la administración radical de De la Rúa y contra el ruido de las cacerolas aplicó el corralito contra los ahorristas.
Volviendo a los dirigentes de la CTA, el diario Río Negro (15/02) anuncia que en Neuquén “El secretario adjunto de ATE nacional, Julio Fuentes, encabezará la lista de candidatos a convencionales constituyentes para la reforma de la Constitución provincial que presentará el Movimiento Político, Social y Cultural (MPSyC”), un frente de centroizquierda regional. En tanto en La Rioja, el secretario general de los docentes de la AMP Rogelio de Leonardis, miembro del Partido Comunista, anuncia en una declaración la participación de este gremio en el Encuentro de Rosario.
Para los dirigentes de la CTA los trabajadores tienen que hacer política pero no creando su propia herramienta independiente, como proponemos. Mientras la cúpula de la CGT pone a los sindicatos al servicio del gobierno y las distintas facciones del PJ, los de la CTA los llevan detrás de la centroizquierda, los restos de la UCR y de banqueros como Heller. Si ante la crisis de Menem impulsaron la Alianza, ahora se preparan como “alternativa” ante una crisis del PJ.

Abrir un amplio debate 

Frente a esto, la vanguardia obrera agrupada en torno a las nuevas organizaciones combativas debe dar una respuesta. Los revolucionarios del PTS intervenimos hoy, en los primeros pasos que está dando este nuevo movimiento obrero para que surja con la bandera de la independencia política y tienda un puente hacia los trabajadores que aún confían en Kirchner o están enchalecados en los sindicatos burocráticos. La lucha por generalizar la jornada de 6 horas conquistada en el subte, por la escala móvil de salarios, por impulsar el control obrero en las grandes empresas, por extender la experiencia de fábricas bajo gestión obrera como Zanon, por ganar el apoyo masivo del pueblo pobre a la causa de los trabajadores, no es posible sin una lucha política generalizada y rompiendo la contención de masas que significa el PJ y las distintas variantes del régimen burgués. No podemos dejar la iniciativa política en manos de los que impulsan la colaboración de clases como el Encuentro de Rosario.
La visión de que esto no está planteado hasta que toda la clase trabajadora, al unísono, diga: “sí, queremos un partido de trabajadores”, es idealista. La vanguardia obrera fue capaz de desafiar el límite del tope salarial fijado por Kirchner, la UIA y la CGT e inspirar a millones aunque esos millones no puedan concretar todavía una lucha de la misma magnitud a causa de sus direcciones sindicales. ¿Por qué no desafiar el límite político impuesto por el PJ y propagandizar que los trabajadores tenemos que construir nuestro propio partido? Si desde ahora, todas las direcciones de las organizaciones combativas que estrecharon su hermandad en la reciente huelga del subte, aún siendo una minoría de la clase trabajadora, dirigen una campaña unificada a favor de un Partido de Trabajadores basado en las propias organizaciones de lucha hacia los obreros de la UOM, el Smata, los petroleros y hacia la propia base organizada en sus sindicatos, se estaría gestando un hecho de repercusión política nacional acorde al impacto social que tuvo la huelga de Metrovías.
Muchos compañeros activistas se reivindican clasistas, algunos porque provienen de distintas experiencias de la izquierda y otros porque, en su experiencia actual, se han nutrido de la relación con la izquierda. Puede ser inspirador de esta nueva militancia lo que significó el clasismo en los años 70, que arranca con la experiencia de los sindicatos de fábricas metalmecánicas de Córdoba, el Sitrac- Sitram. Aquella corriente fue un hito innegable en la historia de la clase obrera argentina, pero tuvo dos debilidades y limitaciones. La primera fue su falta de coordinación nacional; la segunda, una ausencia de política hacia la masa de los trabajadores peronistas que luego, con la vuelta de Perón, entraron en el Pacto Social. La experiencia del clasismo fue aislada y derrotada en Córdoba y, aunque resurge en Villa Constitución en el 74, no pudo confluir con millones de obreros que comenzaron su experiencia de ruptura con el peronismo cuando el pacto social es roto “por izquierda” en la huelga general del junio-julio del 75 contra Isabel Perón que da lugar a las coordinadoras interfabriles. La lucha por un partido de trabajadores, permitiría preparar a la vanguardia obrera para influir decisivamente cuando lleguen los momentos críticos de la lucha de clases.
Por último, la izquierda obrera y socialista que, como reconocen los delegados de subte, hizo su aporte en militancia e ideas a la huelga, debe aportar también en este sentido, dejando de lado la autoproclamación sectaria de PO o el seguidismo a la centroizquierda que hace el MST en IU.

Prensa

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