El domingo 25 de septiembre los principales medios nacionales dieron a conocer que el Director Nacional de la Gendarmería, Comandante General Pedro Pasteris, ascendido al cargo en noviembre del año pasado con el apoyo del Ministro de Planificación Julio De Vido, había sido jefe del puente internacional de Paso de los Libres entre 1980 y 1983, lapso en el que desaparecieron en ese lugar al menos 9 personas. Según las mismas crónicas, “las tareas” de Pasteris eran supervisar al personal de Gendarmería que bajaba de los micros a los militantes “marcados” para entregarlos al Ejército y sus grupos de tareas comandados por el tristemente célebre Turco Julián. Según las mismas investigaciones judiciales, otro comprometido sería el ex jefe del ejército, y actual embajador en Colombia, Martín Balza, que desde el 79 hasta la Guerra de Malvinas era el jefe del grupo 3 de Artillería de Paso de los Libres.
En plena campaña electoral y con figuras prominentes del gabinete, de íntima confianza con Kirchner, comprometidas, el gobierno reaccionó rápido: deslindó responsabilidades y relevó a Pasteris del cargo.
Sin embargo, este hecho demuestra, una vez más, que contra lo que defiende el Gobierno y los partidos patronales, los crímenes de la dictadura no fueron ejecutados por individuos aislados, sino por las Fuerzas Armadas y de Seguridad, con la participación directa o la complicidad de todos sus integrantes. Como dice la consigna “no hubo errores, no hubo excesos, son todos asesinos los milicos del proceso”.
Casos como éste muestran cómo la derogación de las leyes del perdón, fruto de la lucha histórica de los organismos de derechos humanos, es utilizada por el gobierno que se autoproclama “hijo de las Madres de Plaza de Mayo” para embellecer a las instituciones armadas y sostener entonces, en forma más eficaz, el aparato represivo que necesitan para reprimir la lucha de los trabajadores y el pueblo. Sin ir más lejos, esta Gendarmería, integrada por varios represores de la dictadura y con un aumento presupuestario del 30 % en lo que va del año, es la responsable de la muerte de Teresa Rodríguez, Aníbal Verón, los pibes asesinados en Corrientes a fínes del ’99 y una larga lista de luchadores obreros y populares. Y hoy por hoy, han jugado un rol esencial en los operativos de intimidación con los que se impide el corte del Puente Pueyrredon.
Como reafirman estos hechos, la lucha no ha terminado, tenemos que seguir movilizándonos por el juicio y castigo a todos los culpables, de los crímenes del Estado de ayer y de hoy contra los trabajadores y el pueblo.