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Notas de tapa

(Exclusivo internet)

TBA y el clan Cirigliano: cultores del subsidio y la baja inversión

Los Cirigliano jugaban al golf con Carlos Menem, cuando se les concedió la explotación del Mitre y el Sarmiento. Pero los hermanos se adaptaron rápidamente al aire “nacional y popular” desde 2003. Gozan de completa impunidad, apoyados por un gobierno que los cuenta entre sus “empresarios amigos”.

Verónica Zaldívar

23 de febrero 2012

Lejos quedó la época en que los Cirigliano jugaban al golf con Carlos Menem, en tiempos de privatizaciones y pizza con champagne; en aquellos dorados noventa, fueron bendecidos con la concesión de la explotación de las líneas Mitre y Sarmiento. Los hermanos, principales accionistas de TBA, se adaptaron rápidamente al nuevo aire “nacional y popular” a partir de 2003; incluso, dicen las malas lenguas, uno de ellos se encargó de juntar billetes para la campaña presidencial de Néstor Kirchner en el sector de transporte. Su buena relación con el poder político nunca menguó, siendo parte de la troupe que hacía buenas migas con el ex Secretario de Transporte Ricardo Jaime, hoy procesado por múltiples hechos de corrupción (básicamente, recibir jugosas dádivas de éste y otros grupos económicos).

Con el kirchnerismo llegó la hora, para el Grupo Plaza de los Cirigliano, de absorber decenas de nuevas líneas de colectivos, muchas veces con procedimientos non sanctos para los cuales contaban con la inestimable colaboración de distintos funcionarios de turno. También llegó la operación de líneas interurbanas, así como la incursión en nuevos negocios: Sig S.A. (informática), Pasajes Express, Transmedios (publicidad en medios de transporte), compañías dedicadas al marketing, fondos de inversión y negocios agropecuarios, entre otros. Como denunciamos en LVO 461, fueron actores privilegiados en un proceso de concentración de capitales inédito en el sector del transporte, además de estar entre los grandes beneficiarios en el festival de subsidios K. Se expandieron a otros países, ganando concesiones para transporte urbano en Latinoamérica e iniciando nuevos emprendimientos en Estados Unidos, donde tienen una empresa de autobuses de lujo.

Con participación en holdings como Cometrans y consorcios asociados al Estado como UGOFE, la familia Cirigliano interviene en la gestión de varias líneas más de ferrocarril, además de recibir dinero del Estado para reparar unidades mediante otras empresas que posee. La falta de inversión en infraestructura, una generalidad entre las empresas de transporte, llevó a múltiples “accidentes” que ya suman decenas de trabajadores y pasajeros muertos o severamente lesionados, y a rebeliones de usuarios hartos del mal servicio, con estaciones incendiadas inclusive (como la de Haedo, en 2005). Hace pocos meses, la línea Sarmiento donde ayer se vivió una nueva masacre, fue escenario de otro hecho terrible en Flores, donde fallecieron 11 personas. Pero los Cirigliano duermen tranquilos; saben que gozan de completa impunidad, apoyados por un gobierno que los cuenta entre sus “empresarios amigos”, aunque tuvieran que hacer algunas concesiones como renunciar a la Asociación Empresaria Argentina (AEA) para complacer a los Kirchner. Los beneficios justifican ampliamente estos pequeños “daños colaterales”: solamente durante 2011 recibieron $147 millones en concepto de subsidios, y este año esperan recibir cerca de $200 millones, lo cual se estima los llevaría a incrementar en un 20% sus ganancias, mientras el aumento salarial para los trabajadores ferroviarios estaría por debajo de ese porcentaje.

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