El juez de instrucción Jorge Rimondi acaba de elevar a juicio oral una causa en la que me encuentro procesado por haber participado activamente de la movilización contra el fraude electoral en Ciencias Sociales de la UBA en el año 1999. Junto con el compañero Sergio Salgado (militante del PO) tendremos que enfrentar un tribunal oral que nos juzgará por los supuestos delitos de “falsedad por supresión en concurso ideal con daño agravado”, lo que podría acarrear una pena de hasta 8 años de prisión. Lo que en realidad se intenta castigar en nuestra persona es a un movimiento de lucha que desbarató con la movilización el fraude escandaloso que montaron la Franja Morada en franca decadencia y la gestión autoritaria y corrupta del ex - decano Fortunato Mallimacci. En primer lugar hay que señalar que el simple hecho de intentar culpabilizarnos judicialmente por las consecuencias de lo que fue una acción política del movimiento estudiantil de Sociales (reunido en una masiva asamblea de casi 1.000 compañeros) por el simple hecho de haber hablado en una asamblea o ser reconocidos activistas de la facultad tiene características aberrantes y es una continuidad de las teorías conspirativas y policíacas aplicadas a los conflictos sociales en los “mejores momentos” de Menem y De la Rúa. Pero el carácter de clara persecución política de esta causa no sólo queda en evidencia con esto. Nuestro enjuiciamiento es parte de la represión y amedrentamiento a los movimientos políticos y de lucha que surgieron luego del 19 y 20 de diciembre. Como respuesta a esto hace pocas semanas se realizaron importantes acciones encabezadas por los organismos de DD.HH. exigiendo la amnistía para más de 3.000 procesados. En nuestro caso basta ver los principales actores de la farsa para sacar rápidas conclusiones: el juez es el mismo que ordenó el desalojo y cobarde represión de las compañeras de Brukman; las declaraciones que nos imputan son de miembros de la mafiosa Franja Morada, una agrupación que ha desaparecido no sin antes dejar grabada la responsabilidad directa de muchos cuadros salidos de sus filas en los asesinatos de nuestros compañeros el 20 de diciembre; y para completar la cloaca el querellante de la causa es el ex - rector de la UBA, el re- re- elegido y re- re procesado Oscar Shuberoff. Sobran las palabras ante tamañas autoridades. El golpe tampoco está dado al azar. Va contra quienes luchamos hace tiempo por la recuperación de las organizaciones estudiantiles de manos de las corrientes patronales y burocráticas. Buscan escarmentar a los que impulsamos el proceso de la elección directa en Sociología que tanta ira generó en las camarillas universitarias porque ponía en cuestión el núcleo de su poder, y no perdonan que hayamos tenido la osadía de mantener tomado 45 días el rectorado de Etcheverry por las justas demandas de nuestra facultad. Finalmente, no toleran que nuestra lucha esté encaminada a arrancar de sus manos el control de la universidad, a la que han llevado a la más mísera decadencia, para construir desde abajo un proyecto universitario junto a los trabajadores y el pueblo. Los que sufrieron el 19 y 20 de diciembre, los que hoy quieren sepultarlo sin dejar rastro, intentarán poner en el banquillo no sólo a Sergio Salgado y a Martín Ogando sino a todos aquellos que con nuestras humildes fuerzas luchamos por mantener viva aquella rebelión popular que conmovió al país. La repuesta del movimiento estudiantil tiene que ser contundente. ¡Ni un solo estudiante perseguido o procesado por luchar!
El nuestro no es el único caso de persecución contra activistas estudiantiles, también hay compañeros del CBC y de Arquitectura que enfrentan situaciones de este tipo. Es necesario la más amplia unidad de todas las organizaciones estudiantiles, docentes y no - docentes, y la participación del movimiento estudiantil todo para pararle la mano a este intento represivo. Si hoy pasan, cada compañero que mañana salga a luchar tendrá sobre su cabeza la amenaza del autoritarismo y la persecución. Hoy es el momento de pararlos y demostrarles que la universidad es nuestra, que la “universidad es de los trabajadores y al que no le gusta se jode”.