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EDITORIAL

Una "interna" que no es la nuestra

La CGT marcha hacia la ruptura. Moyano y quienes lo acompañan mantuvieron su convocatoria al Congreso de la central para el 12 de Julio. Sus opositores, los independientes y los “gordos”, no avalan esta decisión y prometen “normalizar” la CGT, es decir, conformar una central alternativa.

Fernando Rosso

24 de mayo 2012

Una "interna" que no es la nuestra

La CGT marcha hacia la ruptura. Moyano y quienes lo acompañan mantuvieron su convocatoria al Congreso de la central para el 12 de Julio. Sus opositores, los independientes y los “gordos”, no avalan esta decisión y prometen “normalizar” la CGT, es decir, conformar una central alternativa.

Desde el gobierno alentaron la interna y pretenden conquistar una CGT que responda -aún más-, a los mandatos de la Casa Rosada. Pero sobre todo, la estrategia de Cristina es debilitar a la burocracia sindical, subordinarla y por esa vía intentar disciplinar al movimiento obrero (estrategia que ya aplicaron con éxito en la CTA). El kirchnerismo impulsa al metalúrgico Caló para la jefatura de una eventual “nueva” CGT. Junto a él se encuentra lo más podrido de la burocracia sindical empresaria de los ‘90, sostén del menemismo, como Daer o Lescano. Pero Moyano nada tiene que envidiarle, a su lado está el “Momo” Venegas, jefe del gremio de los peones rurales, que permite la esclavización de los trabajadores del campo y es un aliado fiel de las patronales agrarias.

Esta interna no es la nuestra. La nueva división que se da en la cúpula responde a intereses burocráticos y está en función de poner los sindicatos al servicio de algún sector patronal (del gobierno o de otra fracción del peronismo). Todos hablan en nombre de la clase obrera y de la unidad, pero son los campeones de la división. Ni siquiera actuaron como CGT para pelear como fuerza unificada de todo el movimiento obrero ante las paritarias, donde todos dividen la lucha por el salario. Imponen a los trabajadores metalúrgicos, mecánicos, de la alimentación o la UTA (y a todo el movimiento obrero), pelear por separado y firman acuerdos por debajo de la inflación. Incluso dividen a fábricas o empresas dentro de la misma rama, como el SMATA que negocia por planta. Pero más aún, también separan y dividen a contratados y tercerizados de efectivos, a los que están en blanco de los que están negro o precarios; y ni se acuerdan de los desocupados a quienes dejan librados a la (mala) suerte de la beneficencia estatal de los planes sociales.

En manos de la burocracia, la CGT y los sindicatos están al servicio de sostener esta división que favorece a las patronales y debilita la fuerza obrera. Esto es criminal cuando los nuevos episodios de la crisis mundial empiezan a golpear a la economía argentina y, como siempre, pretenden que la crisis la paguen los trabajadores y el pueblo. La división de la CGT tiene su motor en la defensa de los intereses de esa casta de burócratas millonarios, que utilizan las organizaciones obreras para sostener proyectos patronales del peronismo, que luego les garantizan sus privilegios, mientras cumplan el rol estratégico de mantener el “orden” entre los trabajadores. El “combativo” Moyano y su hijo Facundo, que venía posando de “izquierdista”, salieron a apoyar al ex–menemista Scioli, cuando se pelearon con el gobierno. El “relato” combativo de la nueva Juventud Sindical, muere a los pies de lo más rancio del pejotismo.

La economía impone la “agenda”

La expropiación parcial de YPF y el triunfo político del gobierno, no pueden evitar que emerjan nuevamente problemas estructurales de la economía, pese a la mayor intervención estatal e incluso a eventuales “estatizaciones”, que se hacen después de avalar robos escandalosos. La batalla política por la sucesión, que el cristinismo no logra resolver, continúa y se acelera en proporción directa a la desaceleración económica. El impulso a leyes como la de identidad de género o de “muerte digna”; y el reciente fallo de la Corte que obliga a aplicar un artículo de la Ley de medios y le pone fecha a Clarín para que comience la “desinversión”, es decir que desarme su monopolio; le permiten al gobierno contener a sus sectores “progres” por izquierda, pero la economía impone la “agenda” que Cristina había recuperado.
La crisis golpea bajo la forma de una importante desaceleración económica (ver página 3), los pilares del “modelo” comienzan a erosionarse, y a la par y en consecuencia se tensan las relaciones entre los componentes de la coalición gubernamental y entre los que sostienen el régimen político.

La menor actividad económica tiene su expresión directa en el menor ritmo de la recaudación tributaria nacional. Las posibilidades de “arbitrar” y disciplinar a los gobernadores son menores. Para garantizar su propia “caja”, Cristina envía menos fondos a las provincias y las obliga al ajuste. La crisis política en el feudo de Scioli es expresión de esta realidad. El intento, por ahora trunco, de revalúo de las tierras de las patronales agrarias, para lograr mayor recaudación provincial (y de paso, también nacional por el aumento que significaría en el impuesto a los Bienes Personales), es un manotazo del gobernador bonaerense, cada vez más ahogado por su propia crisis fiscal. El gobierno nacional lo obliga a una “125” que lo enfrenta a la burguesía agraria. En una situación similar está De la Sota en Córdoba. Y no es casualidad, Cristina gestiona una “caja” cada vez más flaca en contra, en primer lugar, de quienes se postulan, como Scioli, para vestir la banda presidencial en 2015.

La re-reelección, agitada por sectores del kirchnerismo, parece más una maniobra política para evitar el surgimiento de competidores, que una posibilidad concreta de lograr la cantidad de diputados necesarios en 2013, que habiliten la reforma constitucional.

Los golpes de la crisis mundial, los graves síntomas de agotamiento del “modelo”, que están en la base de las internas que se desatan por arriba (en el PJ y la CGT), le plantean a la izquierda tareas para lograr la unidad desde abajo del movimiento obrero y de los sectores combativos del movimiento estudiantil.

La unidad que necesitamos

Luego de la expropiación de YFP el gobierno se envalentonó y pasó a la ofensiva, contra el movimiento obrero, radicalizando el discurso “neo-frepasista” demonizando las huelgas y los piquetes, y contra el movimiento estudiantil. La contradicción es que esta ofensiva se relanza cuando resurgen los límites de su “modelo” que vuelven a imponer, en parte, el programa de “sintonía fina”, aplicado a salarios que se pactan por debajo de la inflación.

En la universidad, el kirchnerismo, aliado a la Franja, impulsa una política de vaciamiento de las Federaciones que dirige la izquierda, como hicieron en el Congreso de la FUBA y recientemente en el Congreso de la Federación Universitaria de Rosario; mientras preparan un congreso burocrático de la FUA en Córdoba, donde radicales y kirchneristas se repartirán cargos para intentar mostrar que son hegemónicos en el movimiento estudiantil. Para enfrentar esta ofensiva, seguimos insistiendo, especialmente a los compañeros del PO e IS, que no sirve sostener federaciones vaciadas de participación estudiantil. Los acuerdos, eventualmente legítimos con corrientes reformistas en el movimiento obrero, para enfrentar a la alianza burocrático-patronal, no son válidos en un movimiento policlasista como el estudiantil. Allí es clave la delimitación programática con las corrientes reformistas y burocráticas. Y es central el combate por colmar de miles estudiantes los centros y federaciones, para lograr un movimiento estudiantil militante que pueda hacer pesar en el escenario político nacional, su enorme fuerza social, en alianza con la clase obrera. La marcha del viernes 18 que congregó a más de 2500 estudiantes organizados con las corrientes de izquierda, demuestra que existe la potencia para avanzar en este sentido (ver página 12).

En el movimiento obrero, ante la división de la burocracia y la ruptura de la CGT, tenemos que construir la unidad desde abajo, desde las comisiones internas y cuerpos de delegados, que incluyan a todos los trabajadores (efectivos, contratados, tercerizados), para recuperar nuestros sindicatos que logren la unidad con los precarios, los trabajadores en negro, los desocupados y todo el pueblo pobre. Peleando por un congreso nacional de delegados de base de toda la clase trabajadora.

La Conferencia Nacional de Trabajadores, convocada por el PTS para el 8 de Julio en Ferro (ver páginas centrales), donde insistiremos en el llamado a impulsar una Asamblea Nacional Clasista a los compañeros del FIT (y a todas las organizaciones obreras que se reivindiquen clasistas); están planteadas en este camino.

La posibilidad del desarrollo de un partido revolucionario, está ligada íntimamente a estas batallas que debe dar el Frente de Izquierda en el movimiento obrero y estudiantil.

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