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Editorial

Una política clasista en los sindicatos

En un escenario político copado por la campaña electoral de los partidos capitalistas y sus auxiliares de centroizquierda, la convocatoria de la dirección nacional de la CTA al paro nacional de este miércoles 27 de mayo debe ser tomada como una oportunidad para hacer sentir una medida de fuerza de los trabajadores en defensa del empleo y el salario.

Manolo Romano y Ruth Werner

21 de mayo 2009

En un escenario político copado por la campaña electoral de los partidos capitalistas y sus auxiliares de centroizquierda, la convocatoria de la dirección nacional de la CTA al paro nacional de este miércoles 27 de mayo debe ser tomada como una oportunidad para hacer sentir una medida de fuerza de los trabajadores en defensa del empleo y el salario.

En momentos que los Kirchner defienden descaradamente en su campaña la utilización de los fondos de los jubilados para subsidiar a los empresarios que vienen amasando ganancias históricas bajo “el modelo”, y que las corporaciones patronales, desde los industriales de la UIA hasta la Mesa de Enlace sojera, apoyadas por todo el arco político postulan una devaluación para hundir el salario después del 28J y la vuelta al FMI con sus planes de ajuste, es imprescindible una primera acción de la clase trabajadora en defensa propia.

Como decimos en la tapa de este número de La Verdad Obrera, la orientación de los dirigentes de la CTA conspira contra el éxito de la medida que ellos mismos convocan. Ante ello, la propuesta de los trabajadores del subterráneo de Buenos Aires de sumarse a la jornada muestra a todos los sectores combativos del movimiento obrero un camino para superar los límites que le impone la dirección de la Central. El nuevo Cuerpo de Delegados de 87 representantes de todas las líneas en que se basa el nuevo Sindicato del Subte, discute en asambleas de base la modalidad de la medida en el decisivo medio de transporte que utilizan más de un millón y medio de usuarios por día. Y plantean que se incluya, en el pliego de reclamos del paro nacional, el reconocimiento del sindicato independiente de la burocracia de la UTA que masivamente han decidido formar; es decir, una reivindicación de primer orden a la hora de enfrentar a los capitalistas: la plena libertad de organización sindical que los trabajadores decidan en su lugar de trabajo.

Pasado y presente

Cuando se van a cumplir, este 29 de mayo, 40 años del Cordobazo, que hirió de muerte a la dictadura de Onganía, queremos destacar una conclusión, entre todas, de la etapa de insurgencia de la clase trabajadora de los años ’70 que abrió aquella rebelión obrera y popular. No hubo, en el período, una orientación para construir un poderoso partido de la clase trabajadora que elevara a una estatura política nacional el clasismo que nacía en los sindicatos cordobeses. El surgimiento de líderes como Agustín Tosco de Luz y Fuerza como una figura nacional emblemática del sindicalismo combativo; y luego los sindicatos clasistas del Sitrac-Sitram en las concentradas plantas automotrices de Fiat, reflejaban una amplia vanguardia en los sindicatos que tendía a superar a la burocracia sindical peronista. Dentro de ello, el clasismo de Sitrac-Sitram levantaba un programa de independencia política de los trabajadores ante la patronal y el Estado, contra la ideología de colaboración de clases del peronismo.

La gran carta de la burguesía para contener aquel ascenso obrero y popular pos Cordobazo fue apelar a la vuelta de Perón e imponer la salida electoral. Mientras sectores de esa vanguardia obrera van detrás de la izquierda peronista, otros le dan la espalda al proceso electoral donde participaban las masas trabajadoras. Por el contrario ambas opciones, se trataba de ajustar la política clasista al desvío impuesto por la gran maniobra política del régimen burgués que, apoyado en las enormes ilusiones que despertó la vuelta de Perón, trataría de contener el proceso hacia el Pacto Social donde los sindicatos, las corporaciones empresarias y el peronismo en el poder serían los que, mediante la negociación y no la lucha de clases, resolverían las demandas de los trabajadores y el pueblo. La propuesta que ante las elecciones del ’73 levantara el Partido Socialista de los Trabajadores, de que Agustín Tosco encabezara una fórmula presidencial de independencia de clase (algo que también propuso el PRT) fue rechazada por el histórico dirigente sindical cordobés, influenciado por el Partido Comunista y su política de conciliación de clases. No era una cuestión meramente de táctica electoral, sino de apoyarse en la fuerza que habían logrado los sindicatos combativos de vanguardia y la autoridad de sus dirigentes para dirigirse a la mayoría de la clase trabajadora que confiaba en Perón desde un polo político de independencia de clase. En definitiva, la idea de un partido propio de los trabajadores que comenzara a disputar la base obrera al peronismo y la burocracia de los sindicatos. Claro está que un partido así debía plantearse inmediatamente su autodefensa del matonaje, las bandas de derecha y las fuerzas represivas. Un embrión de partido que ayudara a acelerar la experiencia de masas que, inevitablemente, como luego sucedió en la huelga general de junio-julio del 1975 al calor de la crisis capitalista internacional que intentaron descargar sobre los trabajadores con el plan Rodrigo, terminaría chocando con el peronismo en el poder.

Las conclusiones de ese periodo tienen un enorme valor presente para la construcción de una corriente con una política clasista en los sindicatos.

La actual utilización de los políticos capitalitas de las direcciones de los sindicatos de ambas centrales en el armado de las listas electorales, mayoritariamente en las del oficialismo, busca neutralizar a los sindicatos como herramientas de la lucha de clases. La pelea política que hoy el PTS está dando contra la utilización de la fuerza de las organizaciones sindicales que hace la burocracia sindical para apoyar al gobierno o a variantes conciliadoras de centroizquierda es preparatoria ante los inevitables enfrentamientos de clases que se van a producir.
En la etapa abierta por una nueva crisis capitalista internacional de magnitud histórica, no faltarán nuevos “Cordobazos” o “jornadas de junio-julio del ’75”, para darle un nombre a futuras huelgas generales políticas, levantamientos insurreccionales o, como las llamaba Lenin, “acciones históricas independientes” de la clase trabajadores y el pueblo pobre. No faltarán tampoco, como ha sido cada vez que amplias masas de trabajadores y desposeídos salen a la lucha, las tendencias a constituir organismos que superen las fronteras gremiales, como las coordinadoras interfabriles del 75, y den cabida en su seno no sólo a todas las capas hoy fragmentadas de la clase trabajadora, entre obreros “en blanco”, precarizados y desocupados, sino también a los sectores medios empobrecidos y a los más combativos del movimiento estudiantil. Lo que no darán por sí mismas, ni la crisis -por más profunda que sea-, ni la lucha de clases - por más aguda que se presente- es la construcción de un partido de la clase trabajadora, porque ello depende de una creación consciente, de un programa y de la voluntad estratégica de vencer a los capitalistas y hacerse del poder.

Tácticas y estrategia

Todas las tareas que el PTS desarrolla, entre ellas, la estrecha colaboración en los conflictos obreros como en Pilkington o las automotrices de Córdoba como IVECO, promoviendo listas de oposición antiburocráticas en los sindicatos como en Foetra o el Suteba, el impulso de cuerpos de delegados en los lugares de trabajo y nuevas organizaciones para la lucha como el sindicato independiente del subte; el desarrollo de los movimientos militantes por los derechos de la mujer y la juventud, la construcción de una corriente que ponga al movimiento estudiantil al servicio de los trabajadores, la difusión de las ideas del marxismo revolucionario o la participación en el campo electoral como la que estamos realizando junto a los compañeros de Izquierda Socialista y el MAS con el Frente de Izquierda para propagandizar un programa independiente del gobierno y todos los bloques capitalistas; tienen el objetivo de aportar en la construcción de ese partido.

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