Después de seis años de lucha logramos arrancarle a la justicia una condena de 14 años de cárcel contra el Prefecto Bernardino Luque que mató a Damián Rosende. Y digo arrancamos porque, durante todo este tiempo este asesino de uniforme gozó de la más absoluta libertad y estuvo en funciones gracias a la impunidad en la que lo dejó la justicia y el Estado. De hecho en un primer momento lo confundimos con el que mató a la chica Mabel Guerra en Villa 31 ya que los dos son prefectos y tienen el mismo apellido. Y seguramente, como denunció muchas veces su mamá Liliana, participó de las brutales represiones contra los trabajadores del Casino en el verano del 2008.

Damián había sido alumno de mi compañero Carlos. No lo pude conocer, pero sé que era un pibe muy sensible por lo que pude ver en las letras de las canciones que escribía contra la Guerra de Irak y denunciando “que los asesinos viven entre nosotros” en referencia a los milicos de la dictadura. Sé que participó de las primeras marchas que se hicieron por mi caso. Después le tocó a él. Por eso hubo emoción el martes en los Tribunales de Lomas y cuando se llevaron preso a Luque nos abrazamos con los familiares de Damián y de otras víctimas, con los pibes del Centro de estudiantes del Normal, con las compañeras de la Comisión de Homenaje a las Madres de Plaza de Mayo de Quilmes y del Suteba y el resto de los compañeros del CeProDH y del PTS que estábamos presentes.

Pensábamos que el resultado iba a ser negativo por el ambiente de criminalización de la juventud que se vive, pero luchando pudimos enfrentar la impunidad. Tomamos este logro como un paso en la lucha para enfrentar la represión que se multiplica por estos días como vimos en Villa 31 y Tolosa o cuando los trabajadores salen a luchar por sus legítimos derechos como pasó el lunes con los compañeros de Terrabusi. Por eso sostenemos como más necesaria que nunca la convocatoria que llevamos adelante con varios familiares de víctimas para el próximo sábado.